MARTA LERA IGLESIAS | Fotografía: Mayela De Castro |
La pornografía es algo que siempre ha estado presente entre las personas. Investigando un poco, María Sotelo, estudiante de segundo curso del Grado en Español de la Universidad de Valladolid, relata el largo bagaje que esta ha tenido a lo largo de los siglos dentro de la literatura. Con artistas como Pablo Picasso nos plantea la cuestión de si existe alguna distinción entre el porno y el erotismo como realiza el pintor, y cuya respuesta es ‘no hay una clara diferencia’.
Continuando con obras como Lolita de Vladimir Nabokov y haciendo referencia a autores de renombre como Mario Vargas Llosa que sostiene que la diferencia se halla en la estética, es decir, la forma de tratarlo. Para este último, la pornografía sería un exceso y el erotismo sería un instinto natural del ser humano, ya que excluyendo a los delfines, somos los únicos que lo hacemos por placer. Sin embargo, lo que para unos es erotismo para otros no lo es.
Realizando un breve viaje a la historia de la literatura, Sotelo nos menciona El cantar de los cantares obra que Fray Luis de León tradujo del hebreo con todo el erotismo y por lo que fue encarcelado por la Inquisición. Henry Miller es otro de los invitados, conocido por sus obras en las que denuncia la hipocresía moral de la sociedad norteamericana de la época con un estilo y contenido provocativo y rebelde. La regresión continúa en la Revolución Francesa recordando la polémica de María Antonieta. Y para terminar el viaje llegamos al futuro con dos distopías, Un mundo feliz de Aldous Huxley y 1984 de George Orwell, donde tratan la pornografía como un afecto maternal y considerándola un opio del pueblo concebida solo para la clase obrera.
¿La conclusión? La idea del porno y del erotismo depende de la sociedad en la que se trate.
Adán Ruíz Román, profesor de historia de la Universidad, desgraciadamente no pudo acudir a la conferencia, pero eso no impidió que trataran su parte. El profesor, por medio de Ismael López Fauste, estableció un contexto histórico. Todo comenzaba en Grecia y Roma donde han tenido lugar muchas historias clásicas motivadas por pasiones, por ejemplo, el mito griego de Ares y Afrodita, estos mitos tratan violaciones, engaños… Stephen Fry en su libro Mythos aborda este asunto más en profundidad. Pasando a la Edad Media, La Colegiata de San Pedro Cervatos de Manuel J Ibáñez Ferriol deja una visión muy clara de la época, pero si no queremos intimar tanto, lo podemos resumir en que la sexualidad solo existe para la nobleza ya que para el pueblo está prohibida (gran influencia de la Iglesia). Con la llegada del Renacimiento se empieza a normalizar el desnudo, esto se ve en el arte eclesiástico que tiene un tapiz de sexualidad donde siempre se representa la imagen de la mujer joven a diferencia del hombre que puede tener más edad.
Ya en la actualidad, nos encontramos en una época ‘pornonativa’. Hoy en día obtener porno es tan sencillo como clicar en Internet, y por tanto, ya no es necesaria la presencia de revistas que escondan este contenido.
Y es en este punto, cuando entra Ismael López Fauste, periodista que ha podido ver y documentar diferentes casos de pornografía trabajando en la industria pornográfica dentro de revistas como Interviú en forma de escritor fantasma del 2014 al 2016 y es autor del libro Escúpelo: crónicas en negro sobre el porno en España. El periodista comienza a tratar el tema haciendo referencia a la pieza Garganta profunda de la que la mayoría hemos oído hablar y que quizá se pueda nombrar como la obra cumbre de la cinematografía pornográfica. Para adelantar más en el tema hace referencia a las grandes empresas que sacan beneficio como lobby. En este momento, se plantea el interrogante de qué representa a Amarna Miller o a Jordi el niño polla (más actualmente Apolonia la piedra), a lo que López Guste señala que son jóvenes y funcionan muy bien en un entorno digital. Pero ¿qué intereses defienden? Poliamor, sexualidad empática e incluso llegan a tacharse de feministas. Sin embargo, esta industria es como ‘el árbol que oculta el bosque’, señala el periodista.
¿Ha cambiado la pornografía desde los 80-90 hasta nuestros días? Cambia la forma pero no el fondo. Se produce un PinkWashing: el porno de décadas anteriores mostraba una visión más machista que hoy en día intenta taparse con frases como la de Amarna Miller: ‘Yo decido, yo pongo las condiciones’.
Muchos medios intentan encubrir la verdadera cara del porno, como Antena 3 en un vídeo titulado ‘En el porno no hay trata de blancas’. El Grupo Zeta es uno de los más veteranos en la elaboración de esta clase de contenido. Dueño de revistas que actualmente ya no existen como es Interviú o Primera línea, que han sufrido una transformación con el cambio de los tiempos ya que el grupo sigue promocionando artistas del porno en Código Nuevo.
Pero ¿cuál es la verdadera cara del porno? Los abusos, la prostitución, las amenazas o la falta de privacidad. Muchas veces las chicas son violadas o drogadas para poder abusar de ellas con mayor facilidad, obligadas indirectamente a ejercer la prostitución porque los vídeos porno solo se graban medio año y las ganancias obtenidas no son muy altas por lo que no dan para vivir el resto del año. Estas chicas además no pueden denunciar esos abusos porque esas escenas son cortadas y eliminadas de los vídeos, y sino son amenazadas con revelar sus verdaderas identidades lo que les asegura un desempleo de por vida. Por último, pierden todos los derechos de su imagen sobre esos vídeos que pueden ser vendidos a otras productoras en cualquier parte del mundo y utilizados dentro de incluso 70 años.
Relatado en su propio libro, Ismael López en sus años de acercamiento a las empresas porno pudo presenciar un encuentro con el apelativo de ‘casting porno’. Allí encubrían la prostitución de las actrices que podían coger cualquier ETS, ya que las analíticas de sangre (necesarias cada dos semanas) no se realizaban, sino que incluso eran de hace años. ‘Las actrices estaban todo el día fumando marihuana’, adjunta él sosteniendo el argumento de la sumisión química.
Finalmente, se ha intentado crear un porno educativo para llegar incluso a la educación sexual, Mala mujer: la revolución que te hará libre de Noemi Casquet nos narra un poco esa idea. Esto lleva a plantear el interrogante: ¿Está el porno influenciando o simplemente explota nuestras fantasías?