Los límites del buen periodismo político

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 LAURA CENALMOR SÁNCHEZ | Fotografía: Pixabay

Una de las especialidades más habituales dentro del periodismo es aquel centrado en la política, cuya función es informar sobre las decisiones de los gobiernos, las reuniones de los políticos, las elecciones y todo lo relacionado con la res pública. Dado que España es un país democrático, la buena praxis del periodismo político es esencial para consolidar una población con ideas propias y capacidad plena de decisión. Por ello, es necesario conocer el papel que deben desempeñar los profesionales especializados en política y, a su vez, si realmente se cumplen estas funciones.

¿Qué funciones debe desempeñar el periodismo político?

Como ya se ha comentado, el periodismo y la política están íntimamente relacionados dentro de una sociedad democrática. Las funciones de esta profesión, en su faceta generalizada, son tres. En primer lugar, el periodismo sirve como un elemento vigilante de la vida de los ciudadanos. Por otra parte, estas personas necesitan información sobre sus intereses y problemas colectivos, algo que también debe aportar esta profesión. Finalmente, los comunicadores tienen la obligación de proporcionar lugares y plataformas donde el público pueda discutir sobre temas que les preocupen y aportar sus propias soluciones.

Con todo esto, el periodismo político desempeña una labor unificadora que consiste en mantener el vínculo entre los ciudadanos y la vida política. Así, los periodistas exponen, en definitiva, el marco político objetivo para crear una sociedad informada y preparada para tomar decisiones. Todo esto convierte al periodismo en una institución central en las sociedades actuales.

¿Qué aspectos limitan el buen ejercicio del periodismo político?

La politización de los medios de comunicación

En el panorama español, los medios de comunicación tienden a estar inclinados hacia ciertas ideologías. Eso se plasma, consciente o inconscientemente, en su forma de comunicar, algo que también aprecian los ciudadanos cuando buscan, sin éxito, información objetiva del contexto político.

Según el periodista García Galindo, esta característica tiene sus orígenes en el comienzo de la Transición a la democracia española, cuando los medios de comunicación se acercan a lo política con el objetivo de lograr un cambio en el gobierno español. En ese momento, los periodistas tomaron conciencia de su papel como representantes de la sociedad y se pusieron del lado de la democracia, adquiriendo así una fuerte orientación ideológica. Pasado ese tiempo, el posicionamiento político de los medios de comunicación se ha vuelto una tradición.

Casero-Ripollés, profesor de la Jaume Ide Castelló, afirma que la politización de los medios limita la autonomía profesional de los informadores. Según él, la labor informativa se ve dañada por interferencias exteriores, como el control efectuado desde el ámbito político. En cambio, las propias organizaciones informativas ejercen también una labor vigilante, que condiciona al profesional. Esto es, según el catalán, por una cuestión de intereses políticos, económicos y corporativos por parte de los propietarios de los medios.

La vida privada de los políticos: ¿cuándo se roza el morbo?

Dentro del ejercicio del periodismo político español, se han dado numerosas ocasiones en las que la vida privada de los dirigentes políticos ha sido el motivo de su aparición en los medios, lejos de serlo su actividad profesional.

Uno de los ejemplos más destacados ocurrió en el 2018, cuando los dirigentes de Podemos, uno de los partidos políticos españoles, compraron un chalet por un precio de 660.000 euros. Esto hizo “saltar las chispas” dentro del entorno mediático, y se creó un debate sobre si esto cuestionaba o no su credibilidad política, ya que hace años el dirigente del partido había manifestado su desacuerdo hacia los compañeros que realizaban tal práctica.

Esto hizo suscitar las dudas sobre si un asunto tan privado como la vivienda de una persona pública era motivo de interés público. “Hay aspectos de tu vida que, si no los haces públicos, no tienen por qué conocerse. Lo íntimo nunca se debe publicar”, señala el catedrático de Derecho Constitucional Joaquín Urías. Por otro lado, hay quien piensa que las líneas rojas no deben establecerse rígidamente. Este es el caso de politólogo Juan Rodríguez Teruel, que afirma que “no debe ser nuestra prioridad fijar líneas rojas, porque si las normas chocan con lo que la gente opina, se deslegitiman”

Como se ha expuesto, este y otros muchos casos han dado que hablar sobre la posición que deben tomar los medios. En su caso, el libro de estilo de la BBC es tajante en este sentido. Entre sus líneas se puede leer que “el interés del público y su derecho a estar informado prima sobre el derecho a la privacidad de las figuras públicas, especialmente cuando se trata de políticos o personas en puestos de poder”.