ALBA CAMAZÓN PINILLA | Fotografías: Alba Camazón
El Día de la Tierra Palestina se celebra el 30 de marzo. Este día simboliza, para muchos, la “inquebrantable lucha de la tierra palestina”, según afirma el periodista Majed Dibsi. El año 2005 nació con una iniciativa que defienden plataformas en favor de la liberación de Palestina. Se conoce como BDS. Es decir, Boicot, Desinversiones y Sanciones. Este movimiento, que se mueve en redes sociales bajo el hashtag #YoNOcomproApartheid, es considerado como la herramienta pacífica más válida para derribar a la ideología sionista. Esta iniciativa pretende luchar contra la ocupación, la colonización y el apartheid que se vive en Palestina e Israel.
El periodista y jurista Majed Dibsi ha sido el encargado de inaugurar las II Jornadas ‘Valladolid con Palestina‘. Es la tarde del 31 de marzo. La Plataforma Solidaria con Palestina de Valladolid intenta acercar a los ciudadanos -mediante esta y otras actividades- la situación que se está viviendo en Palestina en las últimas décadas. “Israel es un ejército con forma de Estado con la función de controlar Oriente Medio”, comenta Dibsi, que llegó a conocer en persona al anterior presidente de Libia, Muamar el Gadafi. La importancia geoestratégica de esta zona —Oriente Medio— se basa, según Dibsi, en los recursos hidráulicos y energéticos. El 72% de las reservas de petróleo y gas mundiales se sitúa en esta región. El periodista destaca la política de desestabilización llevada a cabo por potencias económicas como Estados Unidos. “Hay que fracturar estos estados y convertirlos en confesionales. Para hacerlo, habrá que acabar con los tres estados limítrofes con Israel: Egipto, Siria e Irak”, explica.
El politólogo, que colabora con Radio 5, expresa la relevancia de distinguir entre árabes y musulmanes. “Los musulmanes son 1.500 millones. Los árabes, 300 millones, y entre los árabes hay todo tipo de confesiones”, explica con vehemencia el jurista. “Ni siquiera el derecho internacional le da la razón a Israel al ocupar el 78% de Palestina”, asegura. Tilda, incluso, de ‘genocidio’ a la situación que se vive en Palestina. “Se producen crímenes contra la humanidad todos los días. Incluso para acostarte con tu mujer necesitas el permiso de un centinela. Ya son seis los millones de palestinos que se han refugiado en los últimos 60 años”, concreta con furia en la mirada. A lo que añade que “la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA por sus siglas en inglés) se dedica, básicamente, al olvido del territorio palestino y a la llamada ‘integración’. Además, muchas veces estos centros de la UNRWA resultan objetivos de ataques israelíes, que no respetan los tratados internacionales».
Por otra parte, DIbsi comenta, con brillo en los ojos, que el mundo está viendo el «principio del fin del mundo unipolar liderado por Estados Unidos«. Los susurros se disparan en el Salón de Grados de la Facultad de Derecho. «Estos últimos ocho años de crisis económica han permitido que se refuerce el eje chino. Hasta hace muy poco, e incluso ahora, las organizaciones internacionales han sido el instrumento mortífero que estaba en manos de los norteamericanos para someter a los pueblos africanos y asiáticos«, subraya Dibsi. Se hace el silencio de nuevo cuando la voz del maestro de ceremonias se resquebraja: «Yo llegué a estar en la guerra. Y mi gente fue asesinada en Beirut en los años 70. Yo lo vi con mis propios ojos».
Tras un caluroso aplauso, los asistentes a la charla de Majed Dibsi se acercan a la puerta, expectantes. Dos mujeres comienzan a gritar: «¡Banderitas! ¿Quién quiere banderitas?», mientras que un hombre sitúa, junto a un banco, una serie de dibujos plastificados elaborados por niños palestinos que se amoldan a la situación que viven y ven la guerra como algo a retratar, habitual. Dos furgones de la policía aseguran el perímetro, mientras unos jóvenes se acercan, curiosos.
Y comienzan las consignas a favor de la paz en Palestina y apoyando el boicot a diferentes marcas de origen israelí. «Atención al código de barras que empiece por 729, que procede de Israel», avisan los megáfonos que llenan la Plaza de la Universidad de gritos, pese a que el etiquetado (made in) es quien realmente garantiza la producción en un país concreto y no tanto el código que barras, que indicaría el país en el que la empresa distribuidora está registrada. Tras un recuerdo a las víctimas y un aplauso, la concentración comienza a disolverse. Se guardan las pancartas y las banderas, pero se mantiene presente la memoria de quienes más sufren en lugares como la Franja de Gaza.