Ainhoa Jiménez Arranz | Fotografía: Clara Rodriguez Miguélez |
El 3 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa y en esta ocasión, Sergio Martín, director de Los desayunos TVE, presentó su charla ‘Comunicación en 140 caracteres y fake news‘ en el marco de las Jornadas que organiza el Colegio Mayor Peñafiel. Todo comienza con una presentación en la que se habla de la importancia del servicio que los medios de comunicación deben prestar a la verdad, cómo tienen que ayudar a descubrirla y transmitirla. Durante una breve y distendida charla, el periodista tocó palos como los de la desinformación, las fake news y la necesidad de un espíritu crítico. “Creemos que somos capaces de distinguir una información cierta de una falsa y no”, advirtió al poco de empezar.
Casi al final de su reflexión, Martín nos lanza una pregunta: ¿está alguien informado? Prosigue relatándonos su diaria odisea por los distintos medios de comunicación: «Yo, todos los días, leo todos los periódicos; escucho, al menos, dos tertulias radiofónicas, y me pego un paseo por los informativos de los grandes medios nacionales”. Además, confiesa que no se desconecta de las redes sociales. Con esta rutina, cabe preguntarse si habrá alguien que no sea periodista, capaz de «beber» información de tantos lugares diferentes, pero es complicado responderse. En este contexto es más fácil que prendan las famosas fake news. “Los culpables de compartir noticias falsas son los humanos, no los bots, que para lo que son útiles son para crear esa chispa”, recuerda Sergio Martín.
Antes de subir a la comida, la gente se detiene a hacer unas fotos al periodista. Y este comenta, en tono desenfadado, que por tener un móvil en las manos no han de creerse periodistas. Esto dio paso al debate posterior, en el que tras reflexionar sobre las palabras del periodista castellano, se sacó a colación la implicación de los medios en el mundo y el surgimiento del periodismo ciudadano. Ese periodismo en el que Sergio Martín había dicho que no creía, porque creaba una falsa ilusión de información. Esa información que “es tan sensible que parece un arma de guerra”. A raíz de esto, hizo alusión a un proyecto que inició la BBC, en el que se implicaba a la audiencia como “miembros (ocasionales) de las redacciones” para conseguir material de aquellas zonas en las que no había reporteros. Sin embargo, para ello, se debía pasar un filtro previo que sirviera para verificar el contenido. Y, en ocasiones, resultaba más caro que contratar a periodistas.
El experimento llevó de nuevo a cómo el periodismo ciudadano ha llegado hasta la actualidad. Actualmente, comparaba él, no podemos entender el periodismo sin las redes sociales, sería como decir “por esa ventana no voy a mirar”. El periodista cuenta que el problema surge en saber usarlas como fuentes con rigor, porque se ha entrado en una batalla en la que el reloj hace que el tiempo vaya en contra del periodismo. Las redes sociales se adelantan a los medios porque ellas no tienen una responsabilidad, pero el periodismo sí.
En ese momento, la atención recae en las generaciones más jóvenes, esas que no consumen las noticias por los medios tradicionales sino por Twitter. Esas personas que, a veces, pueden ser todas y cada una de las generaciones. Esas que solo leen los titulares de las noticias que se publican en una red social y que se creen informadas. ¿Se podría acusar a la juventud de ser la generación de la desinformación, esa que no tiene ningún interés en el periodismo; o esa que se cree periodista al publicar una foto? La generación que se ha olvidado de que la información tiene que ser responsable.
Los veteranos en la profesión salvan estos lúgubres pensamientos y alumbran un poco de luz sobre ellos porque, aunque el tiempo nos perjudique, la responsabilidad a la que debemos ser fieles es la que está devolviendo a la gente a los medios tradicionales. Martín nos explica que esto también sucede porque se ha pasado de un primer “momento de enamoramiento de las redes sociales» a una situación de miedo. Y ante esto, acontece un refugio en firmas impresas y marcas que nos aportan mayor seguridad y calidad.
Esto conduce a la dificultad que tiene la audiencia para diferenciar información de entretenimiento. El problema no es que se usen los medios como entretenimiento: “Pasa algo cuando consumes televisión para informarte y te están entreteniendo”, remarca, porque esto conduce a la desinformación. Lleva a un “efecto burbuja” por el que creemos que el mundo es tal y como lo vemos.
Como consecuencia de ese efecto, existe un pacto implícito, cuando los televidentes ven los informativos, que consiste en que «el periodista lee y la audiencia le cree». Se trata de una obra teatral en la que el público quiere ver naturalidad y realidad, pero que cuanto más auténtica es, más artificial le parece. Frente a lo que sucede con la televisión, existe un suceso paralelo: los youtubers, gente que, con un solo enfoque de una cámara con menos calidad, consigue lo contrario que la televisión. Esto sucede porque la audiencia se identifica mucho más con ellos y tiene la sensación de que esa persona podría ser ella misma.
Frente a los ciudadanos que se creen periodistas, un estudiante preguntó sobre los periodistas que se creen expertos. Muchas veces se encuentran perdidos ante noticias que no saben contextualizar. El periodista se mostró a favor de que las tertulias se complementasen con los auténticos expertos, pero admitió que es muy difícil encontrar expertos que estén dispuestos a ir a la televisión y tengan capacidad comunicativa. A esto se une la gran importancia que la imagen ha cobrado en la sociedad audiovisual actual, que puede hacer que una entrevista de 5 minutos acabe con 30 años de carrera.
Todo esto sucede porque permanece la creencia de que se puede tratar a las personas como si fueran “muñecos”, como carne que introducir a la trituradora, tal y como sucede en las redes sociales. Y el mundo de la viralidad ha hecho que ya no se conciba la publicidad como buena o mala, sino como existente o no, pues lo realmente importante es ser conocido, porque con el tiempo el mundo no se va a acordar de la razón por la cual lo hace.
Por último, se intenta encontrar el lugar de los medios en el desarrollo de los movimientos sociales. El periodista señaló que los medios se han quedado atrás respecto a las redes sociales. Ya no podemos entender los movimientos sociales sin ellas, porque muchas surgen de allí. La línea que separaba “el mundo real” del “no real” se ha difuminado hasta reconocer que ambos forman parte de una misma realidad. Así, “el mundo offline y el online” conviven y se retroalimentan. Tal y como dice Martín: “Mi cuenta de Twitter y yo no somos dos entidades separadas”.
La distendida ‘tertulia’ en la sala de la planta baja del Colegio Mayor Peñafiel concluyó hablando sobre cómo el periodista conoció las fake news. Todo esto empezó mucho antes de que recibieran nombre. Se dio cuenta de que existía un proceso: en primer lugar, se juntan dos elementos, la televisión y las redes sociales, que hacen saltar “un chispazo”. Ante esto, los nativos digitales, medios que surgieron en Internet, reaccionan y comienzan a competir entre ellos para conseguir sacar más “tajada” de esa chispa. Después, los medios tradicionales que se han sumado a lo digital, entran en la batalla. Y, a continuación, se produce un bucle que se va retroalimentando constantemente y aunque se piensa “esto tiene que ser el final” todavía continúa durante más y más tiempo.