INÉS MODRÓN LECUE | Fotografía: Inés Modrón |
Aún me quedaban años de instituto cuando decidí que quería estudiar Periodismo. Ahora, que estoy a pocos pasos de llegar al final de este camino, puedo decir bien alto que elegí la ruta correcta. Los primeros meses, recorría la Facultad de Filosofía y Letras con la intención de ser invisible y arrastrando cada uno de mis miedos, que no eran pocos. Pero, estos cuatro cursos, entre anacolutos, Truman Capote, trabajos en grupo y micrófonos abiertos en las clases online, me han enseñado mucho más que conocimientos de comunicación, me han enseñado a vivir de verdad, como debe hacer un buen periodista. Hay que vivir para poder contar.
Todo esto lo saben bien las personas que me han acompañado estos cuatro años. Compañeros que ya son profesionales y que llenan de esperanza el futuro del periodismo. Son muchos los profesores que han repetido a lo largo de la carrera que un periodista vale lo que valen sus contactos. Y es un orgullo leer ahora a quienes entraban igual de asustados que yo a clase en aquel septiembre de 2018 y saber que ese valor se calcula en oro.
Cuando la primera etapa del camino se acerca a su fin, cobran sentido las palabras de todos esos profesores que desde el primer momento nos han tratado como periodistas y han conseguido que nos lo creyésemos. Es imposible no tener muy presentes a algunos de ellos, que, a lo largo de estos cursos, me han ayudado a sustituir los miedos por experiencias y confiado en que había una periodista escondida detrás de ese pelo en la cara, que siempre me ha servido de escudo.
El paso por Inform@UVa
No podría entender mi paso por la carrera sin Inform@UVa. Acreditada como prensa, llegaba al Aula Mergelina a cubrir una masterclass de Juan Antonio Bayona, solo unas semanas después del comienzo de curso de aquel primer año. En esa primera cobertura, me acompañaba mi cámara y una losa de vergüenza. Yo, que hacía unos meses que había hecho la EBAU, ¿cómo iba a estar en un medio de verdad? Intentaba pasar lo más desapercibida posible, cuando algunos fotógrafos profesionales se fijaron en mí y me dijeron: ‘si quieres ser periodista, tienes que echarle morro’. Un consejo que me ha hecho vivir las mejores experiencias dentro de la carrera.
Inform@UVa no ha dejado de regalarme oportunidades. Tuve el placer de entrevistar a Pilar Bernal, de Reporteros Sin Fronteras, que me abrió los ojos al periodismo más allá de nuestro país. También, de cubrir la Mock COP 26, sin imaginarme que, un año después, asistiría a la misma cumbre en Glasgow. Otro momento inolvidable fue la colaboración con la Asociación de Prensa de Valladolid, para ayudar a la organización del Premio Nacional Miguel Delibes. Allí, conocí a algunos de mis compañeros de la revista, que estaban en otros cursos.
Entre ellos, Iago Castro, que un año después ocuparía el cargo de director de la revista y al que yo acompañaría como subdirectora. Se despedía hace doce meses de Inform@UVa, después de haberle dedicado infinidad de horas y energía, pero, sobre todo, ilusión. La ilusión es lo que alimenta esta revista, que funciona gracias a la vocación de estudiantes de Periodismo que no pueden esperar más para empezar a comunicar. Un campo de ensayo, de prueba y error, donde todos nos hemos caído alguna vez, pero siempre hemos tenido ayuda para levantarnos.
En mi caso, ha sido precisamente Iago el que más veces me ha tendido su mano después de cualquier fallo. Este año, en el que yo he sido la directora, le he tenido también muy presente, al recordar todo lo que aprendí de él en el tándem que formamos el curso pasado. Hace un año, me daba el relevo y confiaba en que manejase bien el timón, espero que así haya sido y haber estado a la altura de la revista que tanto me ha mimado.
Tejer redes en Inform@UVa
Son muchos los nombres que podría recordar desde que entré en Inform@UVa. Gloria Martínez, directora en mi primer año; Ainhoa Jiménez y Yolanda Fernández, directora y subdirectora durante el segundo; y Sarah Manzanque, Lucía Merchán y Sandra Soria, jefas de sección el curso pasado. Todas ellas me han enseñado grandes cosas, sin las que este año no hubiera podido desempeñar el cargo. Por supuesto, tampoco hubiera sido posible sin el esfuerzo de los pilares de la revista este último año: Alejandra Bonel, Selena San José, Marina Lajo, María Romero, Álvaro Samaha, Camino Aranzana y, por supuesto, Antonio Rubio, que me ha acompañado en la subdirección.
Esta lista no está completa sin mencionar a Pilar Sánchez, la profesora que ha coordinado durante tantos años este proyecto tan especial y nos ha enseñado a dar nuestros primeros pasos en esta profesión. No puedo estar más agradecida por la confianza para estar en la dirección de esta revista.
Punto y aparte
Cuando se acaba una despedida, significa que ha llegado el final. Aunque, en este caso, no es más que un punto y aparte. La revista regresará en unos meses con nuevas historias que contar, a cargo de una plantilla renovada de redactores y dirección, a la que deseo toda la suerte del mundo. Yo, por mi parte, la seguiré de cerca, mientras comienza otra etapa del camino, que espero disfrutar tanto como esta. Prometo aprovecharla y vivir, para poder contar.