ALEJANDRO DÍEZ GARCÍA| Fotografía: Alejandro Díez García

Quería aprender a ver cine, por eso me inscribí en el curso. Quería conocer más a fondo a los cineastas de nuestro siglo. Sin embargo, me llevo además toda una nueva óptica a través de la cual mirar al séptimo arte.

Al llegar al Salón de Grados, se nos repartió una carpeta con algunos folios, un bolígrafo, y el programa de la Seminci. Durante la semana del curso, del 16 al 20 de octubre, la presencia del Festival de Cine de Valladolid fue notable, y es que el motivo de la celebración del curso en esas fechas era la preparación para acudir a las proyecciones de la Seminci. Valladolid, durante los últimos días de octubre, está impregnado de cine.

Una vez sentados, Ramón Pérez de Castro nos introdujo el curso y nos presentó a Javier Ocaña, quien lo impartiría. Este es un renombrado crítico de cine del periódico El País, además de colaborador de varios programas, autor del libro De Blancanieves a Kurosawa: la aventura de ver cine con los hijos y profesor. Yo no podía estar más animado. A mi alrededor veía a personas de todas las edades, un público variado. Una mayoría de adultos medios, -más tarde supe que algunos de ellos incluso habían pedido días libres para acudir al curso, hasta ahí el ahínco por asistir- aunque también acudimos universitarios y personas mayores.

Me hizo especial ilusión ver esta variedad por lo interesante que resulta ver al cine como elemento integrador. Una visión prismática del arte. Algunos componentes del público ya eran oyentes frecuentes del curso, que llevaba siendo impartido 14 años. Otros, como yo, no habían asistido nunca. Sin embargo, Javier Ocaña se esforzó en impartir un curso didáctico y abierto a todos los niveles. De hecho, en varias ocasiones, hizo algún inciso para explicar a los más jóvenes de la sala algunos asuntos que, por edad, podrían sernos poco familiares.

Durante los siguientes cinco días, de 16.00 a 19.00, hicimos un repaso por los cineastas elegidos por Javier. Comenzamos con el italiano Paolo Sorrentino, director de películas como La Gran Belleza (2013), o Fue la Mano de Dios (2021). Javier Ocaña analizó su modernidad y decadente barroquismo. Fue el que más tiempo ocupó, al tener la filmografía más extensa.

En la siguiente sesión, comenzamos a hablar de Martin McDonagh y de la desesperada violencia del agotado ser humano. Es director de películas como Almas en pena de Inisherin (2022), Tres anuncios a las afueras (2017) o Escondidos en Brujas (2008).

En otra sesión indagamos en el cine de Joachim Trier y el desgarro de las mejores peores personas del mundo. Este director es conocido por películas como la nominada a los Oscar y ganadora del premio Cannes a mejor actriz (para Renate Reinswe), La peor persona del mundo (2022), Thelma (2017), u Oslo, 31 de agosto (2011).

También hablamos de Mia Hansen-Love, de 42 años y de la autoficción de una mujer contemporánea. Conocida por su cine sensible y películas como El porvenir (2016) o Una bonita mañana (2022). Cerca del final del curso analizamos al último clásico de todos los géneros, Jeff Nichols, y cómo la trama de sus películas es tan solo el envoltorio para unos profundísimos personajes. Dirige algunas películas como Take Shelter (2011) o Midnight Special (2016).

Por último, nos acercamos al cine de Céline Sciamma como al retrato de una artista en llamas. Esta directora francesa premiada en múltiples ocasiones es la autora de películas como Tomboy (2011), Retrato de una mujer en llamas (2019), o Petit Maman (2021).

Javier Ocaña hizo un repaso por toda la filmografía de cada director, conjugando explicaciones con secuencias y sus posteriores análisis. Además, incorporó referencias a otros artistas; mencionó al controversial Lars Von Trier, al compositor estonio Arvo Pärt, a Martin Scorsese, Ingmar Bergman, Humbert Balsan… Así fue confeccionando, poco a poco, el cuadro que, visto de lejos, nos regalaría una amplia visión del cine occidental contemporáneo.

Cuando el curso comenzaba a llegar a su fin no podía evitar desear que se alargase un poco más. Tan solo un poco. ¿Una semana? ¿Dos? No quería que acabase. Durante los cinco días que asistí sentí como mi pasión por el cine crecía, y mis ganas de indagar en él también. Javier nos explicó que la intención para el próximo año era continuar con la dinámica y presentarnos a otros seis directores contemporáneos que pudiesen sernos interesantes, quizás integrando a algún director español, como Rodrigo Sorogoyen.

Ha sido todo un viaje iniciático al cine de autores jóvenes. Un mundo en el que no puedo esperar para profundizar en próximas ediciones de este enriquecedor curso.