RAÚL MILÁN VILLALÓN | FOTOGRAFÍA: WIKIPEDIA
El convento de la Purísima Concepción, también conocido Monasterio de la Purísima Concepción de Valladolid, es una edificación religiosa del S.XVI destinado a la labor conventual de las religiosas franciscana con una sencilla iglesia de piedra de estilo gótico
Lo orígenes de este convento se remontan al s.XVI, concretamente al año 1521, cuando Juan de Figueroa, miembro de la Real Chancillería y regidor de Valladolid y su esposa María Núñez de Toledo donan a la orden religiosa de San Francisco diversas casas situadas frente al palacio de Fabio Nelli, así como varias aceñas del término de Berrocal que estaban cerca del monasterio de los Santos Mártires Cosme y Damián en el arrabal de La Overuela.
Un monje franciscano fray Matías Alonso hace las veces de cronista y describe la situación del edificio; cuenta que las casas originales de la fundación estaban frente a la calle del Puente Mayor, conocida como Expósitos, también comenta que las religiosas contaban con una partida económica de 3000 ducados al año, más los beneficios obtenidos de unas tierras situadas a las afueras de Valladolid, así como sotos y otras propiedades. Tenemos constancia de que las religiosas de convento habitaron en las casas originales de Figueroa desde 1521 hasta 1528, fecha en que comenzaron las obras de los nuevos edificios.
A la muerte de los fundadores sin descendencia heredó el patronazgo su sobrino Fernando de Figueroa, caballero del Reino de Galicia, quien junto con su esposa Isabel de Espinosa y Herrera mandaron la construcción del retablo mayor del templo.
Este convento siempre estuvo administrativamente bajo dominio eclesiástico, sin embargo, la propiedad del edificio y sus terrenos adyacentes permanecieron en el patrimonio de diversos nobles, entre los que destacamos: Juan de Figueroa, regidor de Valladolid, Antonia de Figueroa y Leyva, casada con Sancho de Tovar y Sandoval, señor de Tierra de la Reina y Villa Martín ,Juan de Tovar, caballero de la orden de Santiago y gentilhombre de rey Felipe IV, Fernando Tovar, marqués de Valverde o Antonia Enríquez de Porres Quiñones y Tovar, señora de la villa de Rioseco y Tapia en el Reino de León.
Todos estos herederos del convento siguieron cumpliendo las mismas condiciones y términos establecido entre los Figueroa y las religiosas franciscanas, además siguieron gozando de los mismos privilegios: conservar siempre el patronato transmisible a sus sucesores con derecho a introducir hasta trece religiosas sin dote, o el derecho a interrumpir la clausura de las religiosas hasta cuatro veces para visitar a la abadesa y demás miembros de la orden.
En cuanto a la construcción; se trata de un edificio compuesto por iglesia, claustro y diversas dependencias monacales. La iglesia, construida en piedra sillar de excelente cantería, es de planta rectangular, de una sola nave con cabecera poligonal, conocida «iglesia cajón», está dividida en tres tramos, siendo más corto el tramo central. Los arcos principales son ligeramente apuntados y apoyan sobre ménsulas con cabezas de ángeles, las tres bóvedas de los tramos son de crucería estrellada con nervios muy finos que descansan sobre ménsulas de diversos trazado.
Por otra parte el edificio presenta contrafuertes que llegan hasta la cornisa y un basamento en talud. La portada principal está en la fachada del oeste, casi frontera al Palacio de Fabio Nelli. En ella diferenciamos una composición de arco de medio punto moldurado que descansa sobre tres columnillas de delgados fustes que a su vez rematan con capiteles de características góticas.
En la propia portada destacan los rastros de varios blasones ; los de los Tovar, Sandoval y Enríquez rematados con corona, signo de título nobiliario, y que probablemente correspondan a los marqueses de Valverde que eran Figueroa y Tovar.
Por último, en el interior destaca, además de los revisitemos de yeso imitando a sillería, un coro, situado a los pies, que se cierra con un antepecho de yesería formado por pilastras y celosías de tema geométrico de herencia mudéjar.