ALICIA HERGUEDAS NIÑO  |  Fotografías: David Vicente Torrico y Alicia Herguedas Niño.

David Vicente Torrico es Doctor en Comunicación por la Universidad de Valladolid. Actualmente disfruta de una beca postdoctoral en la misma, donde también ejerce como profesor en el área de Periodismo. Destaca su participación en el reconocido grupo de investigación OCENDI (Observatorio del Ocio y el Entretenimiento Digital).

También por su colaboración en los talleres medioambientales de Climántica, un proyecto que enseña temas relacionados con el cambio climático a los jóvenes. El profesional es experto en el tema de su tesis doctoral ‘El cambio climático en el cine. ¿Representación social o ficción argumental?’.

P: De todos los temas que podría haber elegido, ¿por qué eligió el cambio climático?

R: Probablemente no te sorprenda. Por una película, el documental Una verdad incómoda de Al Gore. Estaba terminando mis estudios y tenía que enfrentarme al temido TFG, y después de que un profesor nos pusiera el documental en clase lo tuve claro.

Hay miles de problemas en el mundo: violencia, corrupción, guerras, refugiados, colectivos que luchan por sus derechos, etc.  Son líneas de investigación apasionantes y, sin duda, muy necesarias, pero este tema, el del clima, nos afecta a todos. Como bien decís los jóvenes cada viernes este es nuestro único planeta y si lo dejamos morir… Bueno, ya sabes, lo demás pasaría a un segundo plano.

P: Parece que en esta lucha por la concienciación y la toma de acción siempre tienen el protagonismo el mismo tipo de personas. Menciona esto en su intervención en el Día del doctor de la UVa. ¿A qué cree que se debe?

R: Creo, sinceramente, que no se han hecho bien las cosas, pero que en este último año se han dado pasos importantes. A menudo pensamos que alguien (de arriba) debe arreglar nuestros problemas porque ellos tienen los medios, ya sea en forma de poder político o económico. Sin embargo, cada uno de nosotros somos verdugo y víctima a la vez, ya que en un mundo con 7.000 millones de personas cualquier pequeño gesto, repetido millones de veces, supone un punto de inflexión.

Nosotros, como periodistas, tenemos el deber de contarlo, de no limitarnos a repetir el discurso que nos ha traído hasta este punto crítico, de alertar (por supuesto), pero también de ayudar a tomar partido, de mostrar ejemplos positivos, de fomentar el espíritu crítico en los consumidores. Es un momento apasionante para los comunicadores y tenemos que aprovecharlo porque quizás no se repita.

P: Has elegido un mundo, el del cine, y un tema, el cambio climático, que no suelen ir juntos pero que deberían ¿qué te ha llevado a esa decisión?

R: Te sorprendería la cantidad de películas que hay sobre el cambio climático. Yo en mi tesis escogí únicamente aquellas que se proyectaron en las salas comerciales, pero en Internet hay cientos de proyectos. Y si miramos fuera de nuestras fronteras, en otros idiomas… Una locura.

Debo reconocer que fue una apuesta arriesgada, porque habitualmente vemos películas para evadirnos, para relajarnos, o simplemente para disfrutar. Ese es el gancho de mi investigación, el tratar de analizar con un espíritu crítico qué tipo de mensajes nos envían los responsables de las cintas. Es probable que el público medio se quede en las hazañas del héroe para salvar el planeta, pero el mensaje de fondo que encierra este tipo de relatos puede ser muy poderoso.

En mi tesis recuerdo pasajes históricos como la manipulación desarrollada por la propaganda nazi o la lucha por los derechos y libertades de los afroamericanos, unos movimientos que se apoyaron en el cine para llegar de manera decisiva al gran público.

P: El cine no es el único arte en el que se ha manifestado esta preocupación. De no haber elegido el cine como medio a analizar, ¿qué medio hubiese escogido?

R: Creo, y no descarto hacerlo algún día, que escogería el mundo de los videojuegos. Se trata de un sector que año tras año bate récords de ventas y mejora en cuanto a la experiencia del usuario. He trabajado con prensa, con televisión, incluso con redes sociales, pero creo que la capacidad de inmersión que ofrece el mundo del videojuego, en el que ya no solo ves al héroe en pantalla sino que tú eres el propio protagonista, es un recurso que debemos aprovechar.

P: En los discos de Mägo de Oz titulados Gaia se encuentra una canción que se llama ‘Atlantia’ que trata la relación del ser humano y la tierra. La canción termina con la siguiente oración: ‘Cuando los hombres escupen al suelo se escupen al suelo’. Después suena un pitido indicando que el planeta ha muerto. ¿Qué piensa de esto?

R: Que desde que tengo uso de razón escucho (y admiro) a Mägo de Oz. Son muchos los artistas que aprovechan su visibilidad para lanzar al público mensajes de este tipo: Leonardo Di Caprio, Joaquim Phoenix, Jane Fonda, Emma Watson… Y en España vimos a Javier Bardem y Alejandro Sanz en la cumbre del clima. Me parece positivo, ya que son contenidos que se pueden viralizar fácilmente y acercar este problema a un público no especialmente sensibilizado. Respecto a la música, no sé si ‘Atlantia’ llegará a tener la repercusión del ‘We are the world’ de Michael Jackson, pero mientras sirva para concienciar a su público… ¡Bienvenido sea! Personalmente me quedo con ‘La costa del silencio’ y la crítica al desastre del Prestige.

P: Respecto a las protestas a nivel mundial, muchas lideradas por jóvenes estudiantes, ¿han llegado a influir en el mundo artístico o viceversa?

R: Las manifestaciones han sido una bofetada en la cara de políticos y empresarios, y han servido para poner el foco de atención en la emergencia climática. También es cierto que podríamos haber aprovechado mucho mejor ese tirón y haber celebrado asambleas, talleres o actividades más prácticas. Respecto a la influencia en el arte creo que aún es pronto, más allá de los libros y documentales que han aparecido en torno a la figura de Greta Thunberg. Hoy, por ejemplo, la BBC ha anunciado que va a hacer una serie sobre ella.

P: En su intervención en el Día del doctor mencionas que la gran mayoría de material cinematográfico viene de EEUU, un país que niega la existencia del cambio climático. ¿Por qué un país con tanto peso económico y político puede permitirse tener esa postura?

R: Que Estados Unidos, o más concretamente Hollywood, domina la industria cinematográfica en occidente no es ninguna novedad. Hay otros mercados igual de potentes, como India o Nigeria, que no encuentran esas facilidades para llegar a nuestras pantallas, y seguramente su mensaje sobre el cambio climático sería muy interesante, por tratarse de zonas y culturas tan lejanas.

En la política norteamericana juegan un papel fundamental los lobbies, es decir, empresarios del mundo de los combustibles fósiles, pero también propietarios de medios de comunicación, banqueros, industria automovilística, etc. Estos grupos condicionan la agenda medioambiental del país, y aunque con Barack Obama se habían producido importantes avances, con Donald Trump hemos retrocedido décadas, y esto arrastra a otros países como China o Brasil.

Por suerte, como decía Al Gore en la película que mencionaba al principio, los políticos son unos recursos renovables cada pocos años. Esperemos que los próximos sean mejores, porque sus decisiones nos afectarán a todos. El planeta no entiende de fronteras.

P: Canadá es un país que muestra una imagen amable y preocupada por el cambio climático. Su presidente muestra también otra cara, la de querer construir un oleoducto que atravesaría tierras indígenas. ¿Cómo se puede estar en la primera fila de un movimiento social pero a la vez realizar esas políticas?

R: La solución no es sencilla, ya que probablemente la mayoría de nosotros no querría renunciar a su confort y bienestar. La clase media de China e India está creciendo a pasos agigantados, y la población africana sigue aumentado, con lo que el nivel de consumo global va a crecer. Nuestro reto como civilización debe ser encontrar fórmulas respetuosas con la naturaleza que favorezcan el desarrollo, y parece que, por el momento, ninguna es 100% inocua.

P: A pesar de las adversidades, los pueblos indígenas nunca han dejado de luchar por la tierra. ¿Por qué no tienen una repercusión mayor?

R: Probablemente sean silenciados por los mismos que los invadieron, pero nos salimos del tema. En el cine tienen un papel testimonial; en la prensa, sobre todo a raíz de las últimas cumbres climáticas, empiezan a tener una mínima presencia. Es una lástima, porque llevan en su sangre lo que nosotros pretendemos entender ahora, esa armonía con el entorno.

P: ¿Qué representación le falta al cine que todavía no se haya visto respecto al cambio climático?

R: En la tesis me atreví a hacer un catálogo de recomendaciones que podrían ayudar a elaborar un mensaje más efectivo en términos de concienciación medioambiental. Por ejemplo, debemos potenciar la visibilidad de la mujer y de los jóvenes, pero también de los países menos desarrollados y las poblaciones indígenas; debemos representar nuestro entorno, nuestros seres queridos, nuestras inquietudes, porque solo así nos identificaremos con los personajes.

Debemos cambiar la imagen clásica del cambio climático, ligada al deshielo y los huracanes, para situar el problema en su contexto, no solo explicando las causas y señalando a los culpables, sino también proponiendo soluciones. Por ello, debemos transmitir un mensaje positivo, en el que el ciudadano se sienta capacitado para adoptar soluciones efectivas en la lucha contra la emergencia climática.