MARCOS RAMALLO SEBASTIÁN  |  Fotografía: PIXABAY

Nuestro modo de vida, nuestras rutinas y, sobre todo, nuestra forma de comunicarnos han cambiado como consecuencia de la revolución tecnológica que hemos vivido en las dos últimas décadas.

Sin duda, las tecnologías móviles, en particular los teléfonos con cámara, han hecho posible que cualquier ciudadano pueda crear contenidos y, cuando se encuentra en el lugar adecuado, en el momento oportuno y equipado con el equipo apropiado, contar lo que de otro modo quedaría en el olvido. Millones de personas en todo el mundo tienen estos instrumentos en sus manos, y están sacando a la luz los crímenes cometidos contra los derechos básicos de las personas. Permiten a los ciudadanos denunciar públicamente esas violaciones, lo que ayuda a que el mensaje se difunda a través de los medios de comunicación.

Origen del concepto

El término «periodismo participativo» saltó a la palestra en la primera década del siglo XXI como una extensión de la profesión desarrollada para hacer frente a la desconfianza que los medios de comunicación habían infundido en la sociedad. Este término recibe, además, otras denominaciones como periodismo ciudadano, público, democrático e incluso de denuncia.

Gracias a las oportunidades que brindaban las nuevas tecnologías digitales, la participación de los ciudadanos en el proceso informativo promovió una mayor apertura en la configuración de la agenda pública, aumentó la diversidad de fuentes frente a los monopolios corporativos y, en definitiva, dio un nuevo impulso al periodismo.

Modelo de ciudadana sujetando un periódico

Al ser más sencillo publicar una foto o un dato aportado por un testigo que enviar un equipo de expertos al lugar de los hechos, los propios medios de comunicación se han beneficiado de esta nueva posición del ciudadano como fuente informada.

Algunos ejemplos que corroboran esta interacción entre medios y usuarios a lo largo del tiempo son las personas que presenciaron los trágicos atentados del metro de Londres en julio de 2005, la matanza en el instituto de Virginia en 2007, el accidente aéreo en el río Hudson en 2009, el terremoto de Haití en 2010 y las protestas ciudadanas en el norte de África y Oriente Próximo en 2011, donde se subieron vídeos a Youtube y fotos a Flickr.

En el caso de España, El Comentario TV fue el primer ejemplo de periodismo ciudadano del país. El periodista asturiano Juan Vega fue quien tomó la iniciativa. Dado que la libertad de expresión y el derecho a la información están descaradamente monetizados en la sociedad actual, los objetivos de este sitio web eran (ya que no es un medio activo en la actualidad) transformar el periodismo ciudadano en una herramienta al servicio de tales derechos.

Participación ciudadana en los medios de comunicación

Una ciudadana fotografiando en la calle

Los medios de comunicación también han diseñado nuevas formas de interacción y comunicación con los usuarios. Se puede hablar de dos tipos de participación. En primer lugar, de una más estructural, donde son los propios medios envían contenidos a través de sus propios canales; la participación de los ciudadanos se produce en forma de comentarios, foros o encuestas; e incluso se da cabida a la recepción de consejos por parte de las audiencias y una defensa, en este sentido, por parte del medio al lector.

Por otro lado, podemos hablar de una participación más espontánea de los ciudadanos a través de las redes sociales, mensajes de texto, el correo electrónico y llamadas telefónicas.

Además, ahora podemos hablar de interactividad comunicativa, que implica la intervención humana y puede suponer una relación entre el usuario y el medio, entendido esta vez como una entidad y no como un soporte, o entre distintos usuarios (chats, foros, correo, RRSS); y de interactividad selectiva, que se basa en la relación del usuario con el contenido, en el sentido de que tiene la capacidad de elegir la información que desea consumir (contenidos a la carta, hipertexto, SMS).

Entonces, ¿es el periodismo participativo un nuevo derecho del siglo XXI?

La respuesta es afirmativa. Los efectos positivos del periodismo participativo en cuestiones como los derechos humanos no se pueden negar.

Los contenidos generados por los ciudadanos pueden ser especialmente útiles en circunstancias extremas, como ante abusos de poder o en naciones con gobiernos que imponen una férrea censura, actos terroristas y guerras militares.

El papel de los periodistas ciudadanos ha sido crucial para reconstruir los hechos y poner en marcha medidas eficaces de gestión de crisis en lugares donde la prensa tradicional está prohibida, ya sea porque se encuentran en medio de un conflicto armado o asediados por causas medioambientales imprevistas.

Si esta información generada por los ciudadanos se produce de forma constante a lo largo del tiempo, este testigo ocular (que a menudo sirve de informador involuntario) se convierte en un periodista ciudadano que con frecuencia forma alianzas con el periodismo tradicional al proporcionar imágenes de una región o de unos acontecimientos que los medios de comunicación tradicionales se niegan a cubrir.

Dado que el fin último del periodismo debe estar relacionado con el desarrollo y la mejora de la calidad de la información, el periodismo debe entenderse como una colaboración a favor de la información complementada, en un trabajo conjunto, por periodistas profesionales y ciudadanos. Este valor de colaboración entre periodistas ciudadanos y periodistas profesionales es absolutamente necesario.