ALICIA GARCÍA RECIO | Fotografías: Alicia García Recio
“La estructura del sistema económico hace que se produzca una parte de la población sobrante”. Así comenzaba la ponencia de Irene Escudero Ledesma, educadora social por la Universidad de Valladolid y estudiante del Máster de Exclusión social en la Universidad de Murcia. Con esta actividad del 29 de febrero en la Facultad de Educación y Trabajo Social, cerraban las Jornadas sobre diversidad sexual organizadas por Alternativa Universitaria.
Estas proyecciones, charlas y talleres alcanzan ya su 14ª edición, comenzaron en 2003 y se crearon con la intención de dar visibilidad al colectivo del LGTB+ en la universidad. “En un principio surgió para dar un espacio para que se hablara de temas que nunca se hablan en la universidad”, explica Nadia, una de las organizadoras de las jornadas. “Abrir un espacio para hablar de temas que normalmente no podemos aprender como tal en nuestras titulaciones y que creemos que son fundamentales para cualquier formación, ya que tiene que tener una visión feminista, una visión transfeminista y el LGTB+”.
La charla titulada ‘Intervención educativa: violencia contra entidades no normativas’ buscaba mostrar la realidad de la violencia que está presente desde el colegio y tratar de dar soluciones, en especial en el ámbito educativo, para erradicarla. Además, se trataba de la quinta actividad del ciclo, que también incluía temas como el rechazo hacia la bisexualidad, tanto por el colectivo heterosexual como el homosexual.
La violencia hacia las personas que “no cumplen el rol tradicional que se espera de una relación, de una familia”, en palabras de Irene, es un hecho. Según cifras oficiales, de los 1.285 delitos por odio denunciados en 2014, 513 fueron motivados por la orientación sexual e identidad de género, lo que supone un 40% de los casos.
Pero, ¿qué lleva a esto? ¿Por qué se agrede a un determinado tipo de personas? La violencia es parte de nuestra sociedad, el comportamiento violento está en nuestra estructura, pero es el mundo exterior el que hace que salga. “Según vas dejando a un lado ciertos patrones normativos, te vas desplazando del círculo hasta que finalmente acabes fuera y seas excluido. La violencia aparece como un regulador de las diferencias internas de la sociedad”.
En otras culturas y otras sociedades, este sistema se reproducía también en los sacrificios. Para ello se escogía a una persona que no cumplía los patrones ideales de la comunidad, por lo que no tenía a nadie que la defendiera. Actualmente, se aprende este tipo de violencia desde la cuna con la familia y en la escuela, ya que se establece y se construye una idea sobre el “enemigo”: “La persona que agrede se va a creer un defensor de la comunidad”.
“La educación tiene que ser una de las herramientas clave para superar la cultura hegemónica”, proclamaba Irene como idea principal para llegar al fin de esta violencia. La sociedad ha ido avanzando, pero se están tomando decisiones que no se reflejan en las aulas: “La diversidad del alumnado no se representa dentro de las aulas. Está fracasando porque los niños sufren acosos, violencia física, suicidios… y la palabra más recurrente para insultar y ejercer violencia es ‘maricón’”.
En los últimos tiempos han surgido críticas hacia el sistema educativo, por lo que muchos padres han decidido no llevar a sus hijos a la escuela. Irene, por su parte, no cree que esto sea la única respuesta posible: “Las familias y el profesorado deben darse cuenta de qué se está ofreciendo y de cómo se ofrece”. Una de las soluciones es adecuar los contenidos a los intereses del alumnado o los participantes para que pueda revertir en su crecimiento personal. “Establecer líneas bidireccionales, no por ser profesionales somos los únicos que podemos poner una vía de aprendizaje”.
También está la posibilidad de acercar la realidad a los niños, no hablar de cosas lejanas o ambiguas, de leyes que no se pueden cambiar porque están impuestas. “Creen que no pueden actuar para cambiar las normativas, que son superiores a ellos. Por lo tanto hay que invitarles a que no hay que tener esos comportamientos violentos porque hay que velar por el bien de cada persona. Invitarles a tomar protagonismo mediante un mensaje transformador y crítico”.