MELANIE ESCUREDO SILVA | Fotografía: Sandra Fernández Lombardía
‘‘Un joven de infancia rural, de la España profunda, que soñaba con escribir en periódicos desde que tenía conciencia y cuyos hijos eran tres: Alicia, Atleti y Transición’’. Con esta frase dio comienzo la pasada tarde del 5 de abril la presentación del libro Siete caras de la Transición, escrito por Juan Antonio Tirado. Esta breve introducción fue recitada en la librería vallisoletana OLETVM por el articulista de El Norte de Castilla Jesús Nieto, que estaba en compañía de Guillermo Garabito, actual columnista en ABC.
Los asistentes pudieron disfrutar de mucho más que una simple y corriente exhibición de un nuevo libro, era una entrevista a dos bandas. Los periodistas asaltaban al escritor con un sinfín de preguntas, cada cual más reflexiva. Preguntas a las cuales Tirado no dudaba en responder mediante chascarrillos y un lenguaje de calle, haciendo a los espectadores muy fácil la comprensión de un tema tan intrincado como es la Transición.
¿Cómo conseguir frescura en un tema tan tratado? La respuesta la encontramos en su técnica, la recreación de la Historia a partir de recuerdos, anécdotas y archivos de hemeroteca; dejando casi de lado historiadores y catedráticos; ensalzando el columnismo frente al editorial. ‘‘Será que la cabra tira al monte, por el oficio de periodistas’’, exclama Tirado. Ahora podemos explicárnoslo un poco más.
Siete caras de la Transición trata un total de, como bien dice el título, siete personajes que retumbaron en aquella época: Arias Navarro, Juan Carlos I, Adolfo Suárez, Manuel Fraga, Torcuato Fernández-Miranda, Santiago Carrillo y Carmen Díez de Rivera. ¿Cuál de estos nombres destacó en la presentación? El de Manuel Fraga. Lo dividió en dos personalidades distintas: uno autoritario e intransigente y otro liberal y aperturista.
Fue el creador de El País con una idea clara: que le sirviera para ser el hombre del cambio. ‘‘Si en algún sitio se trató mal a Suárez, fue en El País’’, apuntó Tirado alegando que el entonces articulista del periódico, Ricardo de la Cierva, escribió la famosa frase: ‘‘Qué error, qué inmenso error’’. Con ella denunciaba que, esperando un gobierno de transición, se toparon con otro de Franco. El autor defiende que en El País jamás se reconocieron los méritos de Adolfo Suárez, poniendo como únicos protagonistas de la transición al Rey y al pueblo.
Como bien indicó el articulista Jesús Nieto, ‘‘el libro es la crónica sentimental de alguien que mamó ese tiempo’’. Por ello, era necesario preguntarle al autor qué imágenes conservaba de manera nítida, aquellas que ayudaron a construir la obra. Tirado señaló como el más ferviente el discurso de Arias en el entierro de Franco, pero no muchas más, ya que dice no ser una persona de imágenes, sino de conceptos y pensamientos: ‘‘Todo el concepto de la Transición lo tengo muy dentro. Estaba al tanto de que se estaban produciendo unos acontecimientos fundamentales para la Historia. Era un observador y una persona que formaba parte de ese paisaje, de esa imagen. Vivía con el miedo que todos vivían, sobre todo en el ambiente rural andaluz: el terror a una posible guerra civil’’.
«Durante la Transición, vivía con el miedo que todos vivían: el terror a una posible guerra civil».
Tomando como ejemplo la pregunta de las imágenes que constatan la memoria, Nieto proyectó la misma que Garabito, el periodista más joven. ‘‘No tengo ninguna imagen nítida, pero sí el recuerdo. En esto estoy de acuerdo con Juan Antonio Tirado: la Transición no estuvo ni bien ni mal hecha, se hizo lo que se pudo para evitar que los tanques salieran a la calle. Evitar un conflicto entre las dos ‘Españas’, que no eran dos, si no veintidós’’, expuso.
¿Existe realmente una similitud entre la Transición y la actualidad, la cual llaman ‘segunda transición’? El autor no titubeó. Sin una sola mueca de duda, aseguró que la segunda transición es una invención que no empezó con Podemos ni con Cospedal, sino con la victoria por mayoría absoluta de Aznar. Para explicarlo más profundamente, dio un paso atrás en la historia: ‘‘Yo la Transición la fijo entre el 75 que muere Franco y el 78 que se aprueba la Constitución. Lo que viene después de eso es una democracia. ¿Incipiente? Sí, pero lo es. Pasado ese puente de tres años, en el 95-96 llega la gran corrupción. ¿Debemos culpar a la Transición de ello? No, ahora la política sigue su devenir, no estamos en la segunda transición’’. Añadió a este testimonio que esa denominación es más bien una metáfora con la que él no está de acuerdo, pero que, si así fuera, ¡bienvenida!
Tras unos cuarenta minutos de diálogo, se abrió el turno de preguntas. Un integrante del público, que además había sido compañero de prensa, radio y televisión con el autor, le inquirió sobre cuál había sido el medio que mejor había tratado la Transición. ‘‘La radio fue un medio fundamental. Mientras en otros países de Europa es un mero reproductor musical, aquí es un medio de masas. Estaba y está muy metida en la vida de los españoles; es un fenómeno español’’, respondió el autor. Para ilustrarlo dio algunos ejemplos como Radio Nacional Española (RNE) o la Cadena SER, que supieron ponerse a la altura de la calle, entrar en contacto con los españoles.
‘‘Las radios de la Transición eran radios de relato democrático, lo que decían te llegaba al alma’’ .
Para finalizar el acto, el autor hizo un espectacular símil entre la película Casablanca y la Transición: ‘‘No había un camino concreto para llevar a cabo la Transición, solo una idea. Se hizo sobre la marcha. Esto es como Casablanca, que se hizo sin guión. Se iba improvisando cada tarde con unos actores que no sabían que papel representaban ni si lo estaban haciendo bien. El Bogart de la Transición era Adolfo Suarez, además era también un gran fumador’’, concluyó.