ALEJANDRA ABAD GARCÍA  |  Fotografía: Alejandra Abad

Muchas personas se preguntarán si el nacimiento de la desinformación es una cuestión actual o de hace mucho tiempo.

Este lunes 13 de marzo se ha celebrado la IV JORNADA DE ALFA INFORUVA en la sala Lope de Rueda en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid. En esta ocasión han acudido como invitados Sergio Arce García y Camela Ríos.

El nacimiento de la desinformación se sitúa en el Antiguo Egipto. Entre 1920 y 1930 se desarrolló una teoría, la llamada aguja hipodérmica que consistía en tratar a todas las personas de forma igual, todo el mundo era igual. No todo el mundo se cree las cosas de la misma forma, eso es evidente.

Karl- Heinz realizó revistas a partir de 1950, aumentando la profesionalización de las técnicas de desinformación. En el año 2000, todo el mundo empezó a ser consciente en que el negocio estaba en los datos de las personas. Se empiezan a clasificar a las personas conforme a los me gusta que pulsan con la finalidad de las empresas de vendar más. En 2011, a través de Facebook se hacía vida la social, por ejemplo, el hecho de quedar con amigos. Se empezaron a estudiar y realizar diversos análisis de las redes sociales de las personas.

Es el caso de China cuando un banquero invirtió gran cantidad de dinero y creó una red para potenciar el meme. Se trataba de una red machista en la que los usuarios eran anónimos masculinos. El usuario anónimo femenino para poder participar debía enviar una fotografía de su torso sin vestimenta. Por su parte, Inglaterra creó Cambridge Analytica que, a través de recoger datos estratégicos para los procesos electorales, recabó hasta 80 millones de datos de personas y un número muy elevado de campañas. Cambridge Analytica también realizó su trabajo en el Brexit y en las elecciones de Estados Unidos. Todo esto, acabó debido a las publicaciones de diversos periódicos advirtiendo de su existencia y ahí se paralizó y clausuró su actividad.

Para poder hacer un recorrido por la desinformación, es importante prestar atención a algunos conceptos. ¿Qué es el filtro burbuja? Se trata de que las personas ven en sus redes sociales aquellas cuestiones que les gusta. Son los algoritmos los que ofrecen al público aquello que le gusta, el filtro burbuja.

Granovetter creó una teoría que se basaba en que para extender una idea en un determinado grupo de la sociedad, no es necesario convencer a todo el mundo. Es suficiente con convencer a un número pequeño y con el tiempo todas las personas se posicionarán de igual forma. Se han creado mecanismos que conocen la vida de una persona en función de los me gusta, con 70 me gusta se sabe de la vida de una persona como lo sabe un buen amigo.

Después de esto aparecen nuevas técnicas: Machine learning, busca patrones; la Teoría de las redes realiza conexiones entre los usuarios y análisis de clúster que agrupa a los usuarios en función de sus gustos y preferencias.

“No habléis de fake news, hablad de desinformación” resaltan profesores a sus alumnos. En la actualidad se usa el término FIMI, Foreign Information Manipulation and Interference Threats, para referirse a la desinformación.

Existe una fundación, la llamada DISARM, que es la base de la Unión Europea y de la OTAN para analizar la desinformación. Elabora un perfecto plan estratégico, planifica los objetivos y realiza un exhaustivo análisis de la audiencia. Así se determina quiénes somos y se publican noticias o desinformaciones especificas con los datos recopilados. DISARM, desarrolla narrativas y los contenidos (imágenes, webs…). Posteriormente establece activos sociales (activos ignorantes) y establece legitimidad (expertos falsos) para finalizar con un perfecto microtarget (clickbait, anuncios).

Se está produciendo con todo esto un cambio de cultura, y cuestiones de las que no se hablaban se están tratando con más profundidad. “Todas las técnicas de desinformación funcionan y están yendo a por los que intentamos mostrarlas”, señala Sergio Arce.

Los futuros periodistas y en general, la sociedad debe tener presente que la desinformación vive cerca en el día a día. Esta presente en nuestros móviles, en nuestras redes sociales, en nuestra mente.

En la actualidad, los periodistas tienen un factor plus, que hace décadas los profesionales de la información no tenían y son las redes sociales. Estas afectan tanto a sus informaciones como a sus investigaciones. Su aparición, fomentó el diálogo entre las personas de una sociedad. En el año 2012, Facebook habilitó la opción de compartir información y todo cambió. La cantidad de información aumentó de forma muy considerable.

En estos días todo se puede comprar; seguidores, me gusta, publicaciones compartidas, entre otros. Es decir, que, aunque la desinformación nazca antes del 2000, todo su panorama cambia en ese año con el nacimiento de las redes sociales.

Los periodistas deben adaptarse a este nuevo panorama periodístico. En el caso de Carmela Ríos, la cual, era la encargada de la sección de las redes sociales y ella misma señalaba que estaba bastante perdida. Es por esto, que realizó un curso en Madrid de verificación de información. Gracias a esto, obtuvo muchos instrumentos y herramientas que le ayudaron a cubrir diferentes sucesos.

En esta adaptación, España, es un país que está muy atrasado. Nuestro país lleva retraso en el ámbito de la desinformación. Sin embargo, Rusia está muy interesada en este tema. Han realizado diversos informes para la OTAN porque muchas cuestiones “no les cuadraban”.

Las personas, en el conjunto de la sociedad necesita debatir, compartir temas. Es necesario fomentar una conversación sana en la sociedad que ayude a realizar un buen uso en redes. Es por ello por lo que la mejor solución a la desinformación es dudar, dudar y volver a dudar. Cuanta menos cantidad de profesores y medios se usen para combatir y mostrar la desinformación, será positivo ya que significará que todas las personas han asimilado de forma correcta y automática la manera de analizar la desinformación.