Lorena Arias Duque | Fotografía de Pixabay
El viernes 24 de noviembre comenzó en Gaza la tregua de cuatro días entre Israel y Palestina, durante la cual se ha liberado a rehenes y presos de sendos países. El acuerdo llegaría a su fin este lunes 27 de noviembre, si bien ambas partes del conflicto no descartan extenderlo a través de nuevos pactos.
A lo largo de los cuatro días fijados para la liberación, la cobertura mediática ha sido intensa. Gracias a ello, se ha podido conocer el desarrollo del acuerdo y el número de personas liberadas, así como sus identidades. Sin embargo, el valor de esta información reside, en gran parte, en la rigurosa consideración de los Derechos Humanos de los afectados; lo que quizá hayan ignorado algunos medios.
Ejemplo de ello son publicaciones como la del pasado sábado en La Vanguardia: un artículo titulado «Así ha sido la liberación de los primeros rehenes tras el pacto entre Israel y Hamás», donde se han expuesto numerosas fotografías de los liberados. Entre ellos se encuentran ancianas con rostro desconcertado, mujeres con sus hijos menores de edad, personas lesionadas, gente transportada en vehículos, etc.
Las mismas imágenes se muestran en diarios como el Heraldo de Aragón o El País. En este último, se puede reproducir un cortometraje sobre la liberación de algunos rehenes que se reencuentran con sus familias; momentos claramente íntimos que capturan las cámaras para los medios de comunicación.
La cuestión que interesa, por encima de todo, es si estas imágenes han sido tomadas con la autorización de sus protagonistas o si, por el contrario, se han pasado por alto sus derechos al encontrarse en situación de vulnerabilidad.
En la Constitución española, se garantiza «el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen» y, en el caso de un menor de edad, establece que «el tratamiento de sus datos personales únicamente podrá fundarse en su consentimiento cuando sea mayor de 14 años», mientras, necesitará el de sus tutores legales. No obstante, fuera de España, parece lícito, a ojos de ciertos medios y periodistas, utilizar la imagen de menores y de otras personas sin su previo consentimiento, tal y como ha ocurrido durante la liberación de rehenes y presos en Gaza.
La defensa de los Derechos Humanos de todas las personas es necesaria para un periodismo justo, objetivo y respetuoso. Mientras esto no ocurra, seguirá existiendo una fuente que nutra el sensacionalismo y la distorsión de los hechos.