PAULA REBOLLO ANDRADE | Fotografía: Paula Rebollo |
La librería La Otra tiene la inquietud de propiciar encuentros mágicos que nos hacen bien. Ese propósito de su propietaria, Arantxa Mateo, se volvió a confirmar el anterior jueves 4 de abril gracias a la llegada de la poeta María Sánchez, que presentaba su último título: Fuego la sed. La veterinaria de campo regresaba donde una vez ya hablara de su Tierra de mujeres, encuentro del que creía que no había pasado tanto tiempo, algo habitual “cuando una se siente como en casa”. En esta ocasión, la poeta y arquitecta Violeta González, autora de Mi casa de nadie (Difácil), era la encargada de presentar y coordinar el acto.
La vallisoletana comenzaba preguntando por el significado del título y esto traía la niñez a la mente de María Sánchez. Revelaba que, como premio en cada fin de curso, su familia le regalaba un libro. No fue hasta que “dos profesores que fueron luciérnagas” le “abrieron el universo” cuando conoció a las que son las aliadas de todos: las bibliotecas. Fuego la sed brota de un libro que descubrió entre las signaturas, Tigre la sed (Hiperión).
«Para mí la poesía no entiende de prisas, tiene otra respiración”
El reciente librito editado por La Bella Varsovia se (y nos) interroga sobre las consecuencias del cambio climático, mas nunca desde el catastrofismo o la culpabilización: “Me espantan los discursos que riñen y sentencian a las personas de la calle”. Además, la situación del planeta a su autora le llega dentro por sus raíces en un pueblo de Andalucía. Ese contacto con la naturaleza le condujo a hablar con la voz de los animales y los paisajes, que cuestionan a las personas. “Quería romper una jerarquía y no escribir desde arriba”, sostenía.
“Escribes a través de todos los tiempos”, observaba Violeta González, creadora también de un blog: Pájaro Corsario. María Sánchez reconocía como suya esa forma verbal esférica, que le llevó a incluir la defensa de la Memoria Histórica en sus versos. “No puede haber un mañana sin un ayer”, sentenciaba. Y es que el pasado se trata de un tema ya presente en otras de sus publicaciones y proyectos, como Almáciga, que recupera palabras del entorno rural antes de que desaparezcan.
Ser veterinaria de campo y trabajar con especies en peligro de extinción es inseparable de su labor como poeta. “Están en peligro de extinción porque no son rentables para el sistema”, lamentaba. Y criticaba esos supuestos progresos de la ciencia que se han llevado por delante tantas vidas de animales. Por eso, Fuego la sed es un poemario interdisciplinar, con base en descubrimientos científicos. Entre ellos, que las aves en los espacios urbanos han aumentado el volumen de sus cantos para hacerse oír o que los animales se asustan más que antes de las personas. Quizás antes tales cambios se deben “ruralizar las ciudades”, como indicaba la autora de Tierra de mujeres.
«El poema me tiene que dar permiso para escribirlo»
Hacia el final del encuentro, la poeta andaluza reflexionaba: “Vivimos en tiempos que premian la urgencia y la inmediatez”. “También la productividad absoluta”, añadía Violeta González. Ambas compartían de nuevo otra sonrisa cómplice antes de proseguir con la lectura de poemas. Y con el resonar de los versos entre las estanterías… se extendían los murmullos de aprobación entre los asistentes.
En la librería La Otra contaba la felicidad de su familia al ver la lluvia tras tantos meses, que achacaron rápidamente a la publicación del poemario. “Un conjuro para atraer la lluvia”, deseaba María Sánchez que fuese Fuego la sed. Ya está encaminado a serlo.