La pregunta es: ¿qué es el cine?

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ALBA CARBAJAL ARIAS  |  Fotografías: Alba Carbajal Arias y Sandra Donda Merino |

Un cúmulo de gente se amontona en la entrada del Salón de actos Lope de Rueda en la Facultad de Filosofía y Letras. Los organizadores van preparando la sala en la que ya esperan los dos ponentes que inaugurarán una serie de conferencias con un planteamiento común: “¿qué es el cine?”. El ambiente se crea solo, la sala se llena y Mercedes Miguel, profesora del área de Periodismo y una de las organizadoras del evento, comienza su intervención con la respuesta para esa pregunta que resonará durante esta semana por las paredes de la facultad.

El cine no es cuestión de estética o de estilo, se trata de un orden semántico en el que el contenido y la forma están relacionados. El cine tiene la capacidad de comunicar gracias a la cámara que se interpone entre el referente y el texto. El problema es que, aunque representa la realidad, es ya un reflejo del pasado. “Una mirada, un encuadre, un punto de vista desde el que vamos a concebir los acontecimientos… El texto no puede reducirse a la intención del autor, nuestra forma de verlo también cuenta”, explica Miguel.

La expresividad del cine nos permite ponernos en el lugar de otro y generar mundos ficticios. Pero esta tarea no es sencilla: hay que conducir al espectador hasta que consiga empatizar con los personajes, ambientar la situación de forma que sienta lo que ellos sienten y poder recrear los mundos ficticios como si fueran una realidad. Esa es la verdadera magia del cine.

A continuación, Miguel trata de explicar esa expresividad del lenguaje en unos fragmentos de dos filmes históricos: El acorazado Potemkin y El espíritu de la colmena. Ambas tienen algo en común y es que están protagonizadas por mujeres presas de algún tipo de desgracia.

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Las luces se apagan y un pequeño fragmento de la obra de Sergei M. Eisenstein estremece al público. Muestra el desgarro de una mujer herida por los soldados mientras el carrito de su bebé, fuera del campo de visión de la madre pero no del espectador, va cayendo por unas escaleras. Las luces vuelven a encenderse para recibir la explicación de Miguel: “es un fragmento que por muchas veces que vea, siempre me forma un nudo en la garganta”, comenta la profesora. Este es un claro ejemplo de un director que ha conseguido recrear ese ambiente de desolación y ese desgarro de la mujer herida a pesar de los escasos recursos del cine de 1925 en comparación con la actualidad.

Las luces vuelven a desvanecerse, esta vez para contemplar la obra de Víctor Erice, que destaca principalmente por el ambiente que ha conseguido crear. Aparecen personajes derrotados e incapaces de reaccionar, con las miradas perdidas. El humo del tren los envuelve en el ambiente y crea un tiempo que no trascurre en la pantalla, sino en el espectador. Es un ambiente desolador y desarraigado que el director ha conseguido recrear en esta película de 1973. “El cine es el arte de lo indecible, lo que no se puede expresar con palabras, es un misterio que se encuentra delante de nosotros”, concluye Miguel.

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Cuando cesan los aplausos, presentan a Francisco Javier de la Plaza Santiago, segundo ponente del día y profesor del departamento de Historia del Arte en la Universidad de Valladolid. Tras agradecer el cálido recibimiento de Miguel, De la Plaza comienza su discurso.

“No he querido renunciar nunca a mi condición de espectador ingenuo”, alega el profesor. La presencia del cine en épocas anteriores a la televisión, a Internet, a los videojuegos, a este mundo audiovisual, era muy distinta. El cine tenía una presencia solemne que fascinaba a sus espectadores. Las nuevas tecnologías han sido un gran avance, pero, en ese sentido, el ponente afirma ser bastante antiguo, pues prefiere las carpetas de cartulina a los ficheros de un ordenador.

Las luces se vuelven a pagar, esta vez durante más tiempo. Los fragmentos ahora son los de dos películas. La primera es Secrets of a soul de G. W. Pabst. A algunas personas les puede parecer más una conferencia sobre psicoalásis, algo más cercano a los sueños que a la realidad, ya que en la obra, un hombre afila su navaja de afeitar, se dirige al tocador donde se encuentra su esposa y, al proceder a afeitarle el pelo de la nuca le hace un corte accidentalmente al escuchar los gritos procedentes del vecindario. Pabst consigue plasmar el surrealismo de los sueños y psicoanalizar, a través del lenguaje cinematográfico, la compleja mente humana.

El siguiente película es Tristana de Luis Buñuel basada en la homónima obra de Benito Pérez Galdós. En este filme el director es capaz de mostrar lo que imagina, una historia que no es real porque está en su cabeza, y por ello es considerada una de las obras más complejas y completas de Buñuel, un director capaz de representar el mundo de los sueños e introducir a su público en las inquietudes y personalidades de los personajes.

La conferencia termina con este fragmento Tristana. Se cierran las puertas y finaliza así una inauguración digna de una jornada cinematográfica que hará pensar a sus oyentes sobre la cuestión vigente: «¿qué es el cine?».

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