Seguridad, sonrisa y cómete el mundo

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NORA ARAGÓN y ALBA CAMAZÓN

Fotografías: Alba Camazón

Infografía: Alba Camazón

Sí, nosotras también -al igual que tú y que otros tantos- nos hemos preguntado muchas veces cómo se debe hacer una entrevista de trabajo: cómo ir vestido para causar mejor impresión, cómo comportarse delante del entrevistador, qué es conveniente decir y qué no… Y, precisamente hace unos días, hemos recibido respuestas a todas estas preguntas. El sitio: un camión montado por Santander Universidades en la entrada misma de la Facultad de Filosofía y Letras. El momento: las 17:40 de la tarde del 9 de octubre.

Es increíble lo que puede articularse dentro de una sencilla plataforma con un par de ordenadores y unas paredes de cartón. Al llegar, nos registramos en unas pantallas táctiles y nos sentamos en una butaca blanca en la sala de espera. Sobre la mesa, unos caramelos de colores y varios papeles en los que se describen las dos empresas ficticias: una compañía industrial y un gabinete de comunicación. No lo dudamos ni un segundo: el gabinete es para nosotras. Nos asignan una de las cinco salas, la número tres. Qué casualidad, nuestro número favorito. Eso tiene que significar algo. Sale un chico, con un libro naranja bajo el brazo, y sonríe. «Suerte», susurra.

Es nuestro turno. Entramos en una pequeña sala con algunos micrófonos y cámaras repartidas por los diferentes rincones donde nos recibe un hombre alto, moreno. Fernando, dice llamarse. La camisa a cuadros y la corbata nos recuerdan al color corporativo de la empresa en la que trabaja. De hecho, todo lo que hay a nuestro alrededor tiene esas reminiscencias: los bolígrafos, la estantería, el pequeño reloj que se sitúa sobre la mesa… Parece que lo han hecho a propósito, el rojo transmite seguridad y fuerza. Eso sí, cada uno tiene su lugar. La silla del jefe es más grande y cómoda que las nuestras. Para que nos vayamos acostumbrando a tener un superior, suponemos. Le estrechamos la mano y comenzamos. Aunque pensábamos que los nervios iban a disolverse, siguen ahí. «¿Por qué quieren trabajar para nuestra compañía?«, suelta sin darnos tiempo a prepararnos. Empezamos bien… pero bueno, qué más da, ya que estamos aquí… tampoco perdemos nada. «¿Qué tienen ustedes que no tengan otros candidatos?» Nos miramos pensando lo mismo: ojalá tuviéramos algo más de tiempo para pensar, aunque lo llevábamos preparado: idiomas. Es lo único que podemos aportar como estudiantes de periodismo, ¡si acabamos de terminar las prácticas!

[Fernando Touchard, después de la entrevista]

Nuestro posible futuro jefe se va reclinando sobre su silla a lo largo de la entrevista, en posición de poder, mientras nosotras continuamos estiradas, alerta. Sabemos que lo peor ya ha pasado cuando concluye con un: «Os llamaremos la próxima semana». Sonríe y nos estrecha la mano. Lo único que nos apetece en ese momento es salir de allí, así que recogemos nuestras cosas y cerramos la puerta con suavidad.

Las mismas butacas de antes están esperando a que, nerviosas, nos sentemos a esperar el veredicto. No nos da tiempo prácticamente ni a coger un caramelo para templar los nervios cuando, de repente, se abre la puerta y vuelven a llamarnos. Cuando entramos por segunda vez, el entrevistador parece otra persona: lejos de la imagen de hombre formal con que ha evaluado si somos aptas o no para ese hipotético puesto de trabajo, nos sonríe y se presta a ayudarnos resolviendo nuestras dudas y revisando los puntos fuertes y débiles del simulacro de minutos atrás.

Intentamos llevarle a nuestro terreno hablándole de InformaUVa, de que somos redactoras de la revista y deseábamos hacerle unas preguntas. Está muy ocupado, espera a otra persona para realizar un simulacro. Aguardamos, entonces. No hay prisa. O, al menos, no para nosotras. Porque para los responsables de formación sí: son las 18:05 y su AVE parte hacia Madrid a las 18:30. Así que aprovechamos la aglomeración de personas y maletas para preguntar. Son 170 los jóvenes que han pasado por sus salas en estos días. «No dábamos abasto», sonríe, preocupado, el gerente de desarrollo de negocio y nuestro ficticio jefe, Fernando Touchard. «Lo más importante en una entrevista de trabajo es tener seguridad en uno mismo, ser honesto, tener las ideas claras y transmitir una imagen que vaya acorde con el puesto solicitado, ya que en la primera impresión que des, dejarás tu marca«, matiza el equipo. Los gerentes se pisan entre ellos, cada uno otorga más valor a un rasgo concreto. «La mayoría de las personas no prepara la entrevista y eso les perjudica», explica la responsable de formación de Trabajando.com, Matilde Cuevas. «Muchos jóvenes utilizan un lenguaje muy coloquial con los entrevistados», añade Touchard.

Los idiomas cobran cada vez más importancia, especialmente en el sector servicios. «El nivel C1 de inglés está comenzando a ser esencial para la mayoría de los trabajos», señala el equipo. «A veces empezamos a hablar en inglés para constatar que el candidato es capaz de desenvolverse con fluidez porque muchos no consiguen mantener una conversación».

Cuando salimos a la luz de la calle, descubrimos que el mundo sigue su ritmo habitual: dos ancianos pasean tranquilamente, varios estudiantes parlotean en la entrada de la facultad… Pero también nos damos cuenta de que ya no somos las mismas chicas que entraron atacadas por los nervios en la sala. Ahora estamos mucho más seguras de nosotras mismas y de cómo actuar en una entrevista de trabajo.