JAVIER PÉREZ FRAILE  |  Fotografía: Pixabay

Seguro que alguna vez te ha pasado la situación de ver una película y, de repente, escuchar una voz que te resulta un tanto familiar. No sabes de quién es, pero estás completamente seguro de que la conoces. Este fenómeno es lo que se conoce como el efecto “esa voz ya la he oído antes”. Detrás de esa sensación hay toda una industria fundamental en el cine: el doblaje en España. Con una trayectoria importante, este sector del cine vive un momento de cambio entre la nostalgia, la precariedad y la amenaza de las nuevas herramientas de generación de voces a través de inteligencia artificial.

Un oficio con historia

El doblaje de producciones audiovisuales lleva casi un siglo implantado en nuestra sociedad. Empezó en la década de 1940, cuando el régimen franquista obligó a doblar todas las películas extranjeras. Lo que nació como una forma de censura acabó convirtiéndose en una extensión muy relevante de la industria del cine y la televisión española.

Con el tiempo, el doblaje español comenzó a ser considerado uno de los mejores del mundo. Doblar un producto audiovisual no es únicamente trabajo de voz, también incluye memoria, interpretación, concentración y técnica, entre otras muchas cuestiones.

Constantino Romero (voz de Darth Vader), Vera Bosch (voz de la actriz Zendaya), Michelle Jenner (voz de Hermione Granger) o Paula Ribó (más conocida actualmente como Rigoberta Bandini, voz de Mérida en Brave) son solo algunos de los muchos nombres que forman parte de esta gran industria. Pero no son los únicos: detrás de cada producción también hay traductores, técnicos y directores que trabajan para que el producto final sea perfecto.

El fenómeno de “esa voz me suena”

Ese momento en el que reconoces una voz sin saber de quién es tiene una explicación muy sencilla: en la industria del doblaje español, los actores de doblaje suelen trabajar en producciones diferentes y muy diversas. Es por eso por lo que la misma voz puede ser Batman, Daryl Dixon (The Walking Dead) y Capitán América. En todos estos casos hablamos de la voz de Claudio Serrano.

Otro ejemplo de este caso es Vera Bosch (mencionada previamente). Bosch es la voz recurrente en la mayor parte de proyectos de Zendaya (KC Agente Especial, Euphoria, El Gran Showman, etc.), y también ha prestado su voz a personajes como Eloise Birdgerton (Los Bridgerton) o Ricitos de Oro (El gato con botas: El último deseo).

Es un hecho que las plataformas y las redes sociales han ayudado a que los espectadores conozcamos y pongamos cara y nombre a esas voces que escuchamos en nuestras películas y series favoritas. Al fin y al cabo, la familiaridad con lo que escuchamos es también un factor de relevancia en cuanto al gusto personal por esa producción que estamos viendo.

Una profesión que no siempre tiene el valor que merece

Aunque el doblaje español es muy reconocido, trabajar en ello no es nada fácil. La llegada de las plataformas de streaming y el rápido consumo de contenidos ha provocado que los plazos de producción sean mucho más cortos, y las condiciones, por tanto, bastante peores.

Según los actores de doblaje de Los Simpson en una entrevista para El País, ahora “no cobramos ni una milésima parte de lo que produce nuestro trabajo”. Muchos profesionales denuncian sueldos bajos, falta de reconocimiento e intrusismo laboral por parte de celebridades. En el año 2017, varios actores de doblaje españoles acudieron a la huelga para pedir mejores condiciones y una actualización de su convenio.

A todo esto se suma un nuevo desafío: la inteligencia artificial. Cada vez existen más herramientas que pueden crear la voz de una persona real, y en esas herramientas las utilidades son cada vez más precisas, profesionales y accesibles. El trabajo del doblaje se ha visto notablemente amenazado por estos avances, ya que, en algunas ocasiones, las empresas prefieren emplear este tipo de recursos debido a que sale más rentable en términos económicos.

Esto abre un debate complicado: ¿quién es el dueño de una voz creada con inteligencia artificial? ¿Puede una máquina “interpretar”? La ausencia de un marco regulatorio claro respecto a esto ha generado incertidumbres complejas sobre la titularidad, el consentimiento y los derechos del intérprete.

¿Versión original o doblada?

El clásico debate: ¿ves las películas en versión original o dobladas? En los últimos años ha crecido el número de espectadores que prefieren ver las películas y las series en versión original. Las plataformas de streaming permiten elegir fácilmente el idioma y los subtítulos, y para algunos espectadores, así se conserva mejor la labor de los actores.

Aun así, el doblaje es aún la opción más elegida en España. Según un artículo de 65YMás.com, solo el 5% de los españoles ven las películas en versión original. Por otra parte, los expertos del centro de formación audiovisual 35mm ofrecen algunos beneficios por alternar el consumo de películas en versión original y dobladas, como el aprendizaje de idiomas, una mayor autenticidad o el fomento de la concentración.

En realidad, el doblaje no pretende imitar ni sustituir la interpretación original. Su objetivo es recrear la emoción y adaptar los matices del personaje a otro idioma. Por eso, aunque algunos espectadores prefieran la versión original, el doblaje sigue siendo una forma de arte que forma parte de nuestra cultura audiovisual.

El futuro del doblaje

Aunque el sector se enfrenta a grandes retos y cambios que alteran su funcionamiento, el doblaje en España sigue vivo y evolucionando. Nuevas voces se forman cada año y las tecnologías, si se emplean con buen uso, pueden ser una ayuda más que una amenaza. Al final, lo que mantiene viva a esta industria es el sentimiento y la emoción humanos, y eso es algo que la inteligencia artificial no puede ni podrá igualar.