JUAN FERRERUELA GARCÍA | Fotografía: Pixabay
A lo largo de todos los siglos, la música siempre ha sido nuestro momento de paz y distracción de la realidad. Con ella nos sumergimos en un mundo del que no queremos salir.
Si a eso se le une el concepto de amor, ya no hay palabras que puedan describirlo.
Antes de entrar al siglo XXI, muchos artistas relatan con sus voces los sentimientos más puros que puede experimentar el ser humano, de una manera tierna pero a la vez pasional. Tenemos de ejemplos a cantantes como Raphael, Julio Iglesias y Rocío Jurado, que empezaron sus carreras en el franquismo, Olivia Newton-John en Estados Unidos y The Beatles en Reino Unido.
Los años 90 fueron el máximo apogeo del género romántico con cantantes como Alejandro Sanz, Luis Miguel, Whitney Houston, Celine Dion, y una larga lista de cantantes.
Hoy, en 2025, los tiempos han cambiado y hemos avanzado en muchos temas, pero no en otros. En el caso de la música, se ha producido una metamorfosis de lo poético a lo meramente comercial.
El género que se ha hecho con el reinado de la música, del público y hasta de las productoras ha sido el reggaeton, con cantantes como Maluma, Bad Bunny, Anuel AA, etcétera. También se han consolidado otras fusiones como la música urbana mezclada con el dance y el reggaeton de Bad Gyal.
No voy a mentir, yo también soy consumidor de la música actual, entre las cuales está el reggaeton (aunque más de los comienzos) y la suelo escuchar, pero lo que ocurre ahora es que se transmite una narrativa obscena, con vulgaridades y toda clase de términos que no voy a mencionar, y muchas parejas las exhiben en sus stories de Instagram como si fuera la mayor declaración de amor jamás dada.
¿Cómo va a ser romántico poner a tu pareja una canción que lo que hacer es reducir a la mujer como un mero objeto? O, peor aún, ¿cómo puede gustar una canción llena de obscenidad y vulgaridad?
No voy a meterme en los gustos musicales de cada persona, pero a través de esto se puede ver la involución que hemos tenido. Y lo más triste de todo es que seguramente haya gente que quiera dedicarse a la música, pero no les den la oportunidad porque las discográficas quieren llamar la atención de la juventud y de las redes sociales.
 
			 
		