La sección de ‘El Artículo’, creada para albergar cualquier creación periodística realizada por alumnos y profesores de la titulación de la UVa, se estrena con una entrevista al letrista pop Diego Vasallo.
El texto es obra de dos estudiantes de 5º de Periodismo: Itziar Reguero Sanz (texto), e Isabel Sanz Sobaler (fotografías). Desde Inform@UVa damos las gracias a ambas compañeras por su participación.
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Diego Vasallo (San Sebastián, 1966) es un intérprete y compositor que saltó a la fama a mediados de los 80, junto a Mikel Erentxun, con el grupo Duncan Dhu. Veinticinco años después, el donostiarra visitala Facultad de Filosofía y Letras de la UVa para relatarnos cuáles son las claves para seguir con la misma ilusión con la que empezó y, a su vez, contarnos cómo se ha sumergido en la pintura, vocación que tuvo dormida desde su infancia.
P.- En los años 80 comenzó tu andadura por el mundo de la música pero, ¿en qué momento supiste que te querías dedicar a ello?
D.V.- La música se cruzó en mi camino de una forma bastante casual; no la música en sí, ya que yo era muy melómano, sino montar un grupo y empezar a tocar, a grabar discos… Fue como suelen surgir el resto de grupos: te juntas con un grupo de amigos, empiezas a ensayar, surgen canciones y poco a poco va tomando forma. Empecé a ver claro que me podía dedicar a esto cuando empezamos a realizar conciertos y cada vez había más oportunidades de tocar, volver a grabar…la cosa comenzaba a funcionar en el año 1986 – 87, más o menos.
P.- En tu trayectoria desde Duncan Dhu, pasando por Cabaret Pop hasta tu último disco, Canciones en Ruinas, has explorado diferentes estilos de música. Esta evolución, ¿a qué es debido?
D.V.- (Risas) El paso de los años tiene que servir para algo, ¿no? Yo no soy de los que se interesan por algo y se quedan estancados el resto de su vida. A mi me gusta la exploración, la investigación…soy muy curioso y no sólo con la música. En este aspecto, yo siempre he sido un culo inquieto y he probado muchos estilos, aunque de algunas cosas que he hecho estoy más satisfecho que de otras. En toda carrera hay un tanto por ciento de aciertos y otro de errores pero forma parte del proceso.
P.- Por tanto, no volverías a hacer la música que realizaste en el pasado.
D.V.- Ahora mismo no. No me veo escribiendo las canciones de Duncan Dhu. Tener 46 años no es lo mismo que tener 18 o 20. (Risas). El transcurso de la vida te cambia la mente, los intereses, la inspiración y, en definitiva, la forma de hacer las cosas.
P.- Esa inspiración que necesitáis los compositores para crear, ¿se busca o se encuentra? Es una curiosidad; quiero decir, te sientas una tarde a componer, a escribir, a crear… o lo haces según sus circunstancias personales, sentimientos, el día a día.
D.V.- Hay mucho mito con lo de la inspiración de los artistas (risas) pero yo creo que sí hay algo de verdad en todo ello. En mi caso, me gusta crear de una forma bastante intuitiva, sin que pase por un proceso de reflexión muy intenso. Para crear algo de una manera espontánea la mente tiene que estar en un estado un tanto especial, concreto. No puedo pasar de venir de hacer la compra a ponerme a crear. Hay que preparar la mente para que surjan las cosas. Es algo parecido a la meditación; una especie de sensación, de vibración interior especial. Tú lo notas. Esto también hay que buscarlo, hay que alimentarse de cosas que te motiven: pinturas, lecturas, paisajes, poemas…que propician la posterior creación.
P.- ¿Qué sentimientos te inspiran más a la hora de crear?
D.V.- Aquí hay otro gran mito y es el del artista torturado, que la obra de arte brota del sufrimiento. Esto no sucede siempre, pero, en muchos casos las obras surgen de conflictos internos bastante importantes. Se me viene a la cabeza un artista que me fascina: Francisco de Goya. Cuando él empieza a crear obras más personales, está en un proceso anímico y mental bastante complejo y de ahí surgen, en mi opinión, las obras más potentes de su carrera. Hay circunstancias en las personas que causan un shock y esto, si se enfoca bien, se puede traducir en creación.
P.- ¿La creatividad es infinita o se pierde con el paso de los años?
D.V.- Más que perderse, es una cuestión de etapas. Normalmente, cuando estás muy bien no tienes tanta necesidad de expresarte porque la vida te lo está dando todo.
P.- A día de hoy, con la grave crisis a la que estamos asistiendo en el mundo de la música, ¿crees que la música vende por su estética o por su contenido?
D.V.- La música de consumo ha existido siempre, al igual que las propuestas más alternativas, más arriesgadas. Lo dañino es que sólo se difundan masivamente propuestas un tanto insustanciales o superficiales. En esto, creo que los Medios de Comunicación tienen una gran responsabilidad, ¿por qué no dar la oportunidad a otras propuestas? Hay autores y música de calidad, pero muchas veces les falta el altavoz para que su voz se escuche. Aquí hay que apelar al criterio de los medios; están muy banalizados, tienen muy poco contenido, los mensajes son superficiales…no hay más que ver la televisión de hoy en día.
P.- Cambiando un poco de tema, además de músico, desde hace unos años eres pintor de corte expresionista. ¿Un arte llevó al otro?
D.V.- Mi primera vocación desde que era un chaval era la pintura. La música fue algo casual. Era el típico crío que me pasaba horas dibujando. Además, iba a una academia desde que tenía 9 o 10 años. La música fue más tarde; en mi adolescencia. Lo único que he hecho hace una década es retomar una vocación que la tenía ahí desde siempre un tanto dormida por circunstancias de mi vida y porque, la verdad, no tenía mucho tiempo. Ahora me estoy tomando en serio la pintura.
P.- En la actualidad, ¿te decantas por la música o por la pintura?
D.V.- Realmente me encantaría compaginar ambas, pero es bastante complicado porque requieren métodos de trabajo muy diferentes. La pintura es una actividad constante, solitaria y tienes que ir al estudio cada día. La música, por el contrario, es más caótica. Se pueden escribir canciones en cualquier sitio: en casa, de viaje o en un hotel. También es más colectiva; se crea con otros músicos sobre todo a la hora de hacer un disco. Yo lo que hago es dedicarme cada etapa a una de las dos. Si estoy preparando un disco o conciertos, sé que durante unos meses no voy a pintar. Cuando termino ese proyecto vuelvo a la pintura, con muchas ganas porque me gusta encerrarme y estar otro periodo de tiempo dedicado sólo a ello.
P.- Para terminar, ¿tienes algún proyecto en mente en cualquiera de tus facetas como artista?
D.V.- Yo estoy siempre de proyecto en proyecto. Ahora estoy en una agrupación realizando música en directo y estoy totalmente inmerso en ello. Hemos hecho ya una actuación en Madrid y vendremos a Valladolid en abril, al Café España. Cuando acabe, de cara al otoño, mi intención es ponerme a pintar todo lo intensamente que pueda.