IAGO CASTRO-PÉREZ  |  Fotografía: Antonio Rubio  |

El trabajo de Antonio Rubio sobre la desesperación tras el crimen ha ganado el concurso de microrrelatos celebrado por Inform@Uva. La revista organizó este evento con motivo del Día del Libro. El relato ganador ha destacado por encima del resto, algo que demuestra el dominio literario del estudiante del Grado de Periodismo.

Rubio ha pasado de no presentarse al concurso a convertirse en el ganador del mismo. Según ha afirmado a la revista, ‘hacía mucho que no escribía, por eso quise ponerme a prueba‘. Toda buena historia tiene su proceso y el autor del relato ha querido compartirlo con Inform@UVa. ‘Se me venían historias de ese tipo por la noche, así que elegí la que me parecía menos rara y la escribí’.

El estudiante de periodismo ha descrito como difícil concentrar una historia en un número de palabras reducido. Sin embargo, ha destacado que la clave es ‘hacer un resumen con los aspectos más importantes sin que pierda el sentido la historia’. Desde la revista queremos darle nuestra más sincera enhorabuena y compartir su trabajo a continuación.

Microrrelato de Antonio Rubio, ganador del concurso

Él sabía que era inocente, siempre lo supo. Aquella tarde la policía apareció en su casa cuando salía de la ducha y lo arrestaron. Recordaba vagamente que había acabado su jornada en la guardería y que hacía calor. En la ducha cantó Space Oddity. Dos días después fue condenado por asesinar a cuatro niños en un parque cercano a su casa. Cuando volvía del trabajo siempre pasaba por ese parque y siempre se fijaba en un hombre alto con sombrero. Este hombre siempre estaba en el mismo sitio, en un banco viejo de metal, con su sombrero marrón. A veces le miraba y le sonreía, no parecía un mal tipo. Sin embargo, por su culpa llevaba 16 años encerrado injustamente. Pero por fin saldría. Por fin, dentro de pocas horas, volvería a su casa. Todo habría acabado.
Al pensar en su libertad le invadió el odio. Nunca había odiado a nadie, pero se le vino a la cabeza la sonrisa de aquel hombre con sombrero. Sin duda tenía que estar loco para asesinar a esos cuatro niños. Empezó a sentir calor por todo el cuerpo, esto hizo que su frente sudase. Iba a matar a ese hombre. Ignoró las consecuencias. Por su culpa lo había perdido todo. Además, aquel hombre era un loco, y a nadie le gustan los locos. Los locos están mejor encerrados o muertos. Mataría al hombre del sombrero.
Llegó el momento, salió de ahí. Nadie había venido a buscarle, ya que había perdido todas las relaciones en el exterior y no tenía familia. Miró al cielo y caminó. De repente lo vio todo blanco, el mundo entero. Luego negro. Al final abrió los ojos y despertó atado y sudando en la cama de siempre. Frank había soñado otra vez. La medicación le hacía soñar.