ESTEFANIA CHAMORRO / Imagen: Estefanía Chamorro
“Inmigracionalismo” se dice del sensacionalismo en las noticias sobre la inmigración o la manipulación informativa sobre la inmigración tendente a producir miedo, odio o confusión. La Red Acoge ha presentado este martes en FyL su cuarto informe sobre el tratamiento que realizan los medios de comunicación sobre la información referida la inmigración. El estudio “Inmigracionalismo 4” viene de la mano de Begoña Rodríguez, de la asociación Procomar Valladolid Acoge, quién comenta que “cada vez se nos exige más ser periodistas todoterreno, no hay tiempo y recursos para dar el tratamiento a la información como se merece”. Tras la presentación del informe, InformaUVa pudo charlar con Begoña.
¿Cree que los medios de comunicaciones han avanzado en lo últimos años en el tratamiento de la inmigración?
Se están dando avances, pero son avances a medias. Por ejemplo, en cuestiones del lenguaje, si comparamos los datos que teníamos el año pasado con los de este sí que han mejorado. El número de noticias en las que han aparecido expresiones como “inmigrante ilegal” o “avalancha” son mucho menores mientras que en 2014 eran uno de nuestros caballos de batalla, en ese sentido si ha habido una mejora. Esto no significa que tenemos que dejar de trabajar en ese sentido, la cuestión de la crisis de refugiados no creemos que se esté tratando de la manera más justa; muchos medios se están basando en un discurso de citas, en categorizar a personas, en dividirlas en cajones de “inmigrantes económicos”, “refugiados”, etc. Como si se tuviese que crear algún tipo de distinción entre ellos. Esa categorización lleva a deshumanizar esta realidad, deberíamos hacer todo lo contrario como sociedad y el periodismo debería abogar por la cohesión social.
¿Considera que España es de los países en los que más triunfa en inmigracionalismo?
No, el inmigracionalismo no es algo que, por desgracia, se dé solo en nuestro país. Nuestro estudio se ha centrado sobre todo a nivel nacional, pero en los inicios hemos recogido algunos ejemplos de cómo en Reino Unido se ha alimentado de cara al Brexit cierto discurso racista y xenófobo.
¿En qué grado considera que el público es responsable de este fenómeno?
No me atrevería a hablar de responsabilidad o culpabilidad, pero sí sería muy útil que todos nosotros fuésemos un poco más críticos con la información que consumimos, especialmente en el caso de la inmigración. Intentamos exigir un periodismo de calidad, más justo, que se acerque a ese ideal de objetividad. Como sociedad deberíamos estar más atentos y hacer más presión, que no se quede solo en la actividad de algunas asociaciones.
¿Cómo es posible curar el inmigracionalismo?
No hemos dado cuenta a lo largo de los informes de que no existe una fórmula mágica, una pauta que resuelva todo y que convierta a las noticias en algo maravilloso y completo. De cara a los periodistas si creemos que una de las claves para ver si se está dando el inmigracionalismo es consultar que dice el manual y el libro de estilo. Hacer pruebas como “he incluido la nacionalidad, vamos a ver si quitándola cambia la noticia, a ver si ayuda a comprender la noticia igualmente”. Sabemos que no es fácil; la rutina periodística, las condiciones laborales… muchos medios no son los mejores aliados, pero, en la medida de lo posible, si todos los periodistas hicieran esta reflexión creemos que el resultado sería mejor.
¿Crees que el inmigracionalismo va por oleadas? ¿Qué los dramas sobre inmigración se sustituyen unos a otros olvidando a los anteriores?
Es cierto que vemos que determinados temas adquieren cierta relevancia y luego son olvidados; en 2014 las muertes en el Tarajal ocuparon muchas portadas, cada vez que había saltos en la frontera sur se hablaba mucho de ello, el año pasado fue Ailan, ese niño en la orilla de una playa turca provocó ese debate, aunque la imagen de ese niño no debería haberse empleado… Se habla un tiempo, pero últimamente nos hemos cansado un poco de tantas cifras y la lentitud de la UE hace que tampoco se avance. Se cae en el error de ensalzar algunas historias y olvidar otras cuando, en realidad, debería darse cierto equilibrio entre ellas. Debería haber un equilibrio entre cifras e historias.
¿Crees que las nuevas generaciones de periodistas son conscientes de este fenómeno?
Estuvimos dando una charla el año pasado sobre el informe anterior y se generó mucho debate. Algunos estudiantes no se habían para a reflexionar sobre esta cuestión y la veían como un dato más que no era dañino y eso no llamó mucho la atención. La formación es lo ideal y la especialización vuele a ser la clave. Por desgracia, cada vez se nos exige más ser periodistas todoterreno, no hay tiempo y recursos para dar el tratamiento a la información como se merece. Nuestra máxima como periodistas debe ser aspirar a la objetividad, al respeto y a la diversidad.