GABRIELA DE GREGORIO NEBOT  |  Fotografía: Pixabay

En Europa, el derecho a una vivienda involucra a gobiernos, instituciones y ciudadanos desde hace décadas. La Unión Europea estableció marcos legales en todos los países miembros para garantizar el alojamiento seguro y accesible. Sin embargo, miles de personas siguen sin hogar por desigualdad, crisis económica y políticas insuficientes.

Leyes y marcos internacionales

La normativa internacional establece la base del derecho a la vivienda. El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales reconoce que toda persona debe acceder a un «nivel de vida adecuado», incluyendo alimentación, salud y vivienda. A nivel europeo, el Pilar Europeo de Derechos Sociales, principio 19, declara que toda persona tiene derecho a una vivienda y a apoyo frente al sinhogarismo.

La Carta Social Europea (artículos 16 y 31) obliga a los Estados a implementar políticas públicas que aseguren vivienda adecuada para todos. Mientras, la FEANTSA recuerda que los gobiernos deben emplear «los máximos recursos disponibles» para prevenir la falta de vivienda y garantizar inclusión.

Las causas de la falta de vivienda

Pese a los marcos legales que reconocen el derecho a una vivienda digna, muchas personas siguen sin hogar en Europa. La primera causa es la dificultad para acceder a vivienda asequible. En ciudades como París, Berlín o Madrid, los precios de alquiler y de compra se disparan, mientras los salarios y las ayudas sociales permanecen bajos. La vivienda social no alcanza para cubrir la demanda y los programas de alquiler protegido solo ayudan a un número limitado de personas. Esto deja a muchas familias en riesgo de quedarse sin un lugar donde vivir.

Otro factor importante es la ineficiencia de las leyes. Los mecanismos que deberían proteger a las personas frente a los desahucios a veces no funcionan bien debido a la burocracia, la falta de coordinación entre servicios sociales y la ausencia de datos precisos sobre quienes viven en la calle. Esto provoca que muchas familias y personas queden desprotegidas y no reciban la ayuda necesaria.

Por otra parte, la movilidad dentro de la Unión Europea genera un problema adicional. Ciudadanos que se trasladan de un país a otro muchas veces quedan fuera de las redes de apoyo social y de los programas de vivienda. Esto aumenta su vulnerabilidad y dificulta que puedan acceder a soluciones estables.

Otro problema es la criminalización de la falta de vivienda. Algunas ciudades imponen multas, desalojos o sanciones a las personas que viven en la calle, sin ofrecer alternativas habitacionales. Estas medidas no solucionan el problema y, en muchos casos, solo desplazan a las personas de un lugar a otro, aumentando su vulnerabilidad.

Además, la vulnerabilidad social y la salud agravan la situación. Personas con discapacidad, enfermedades mentales, adicciones o problemas de salud crónicos tienen más dificultades para encontrar y mantener una vivienda estable. Aunque existen programas como Housing First, que ofrecen primero la vivienda y luego el apoyo social, estos aún se aplican de manera limitada en muchos países. Esto significa que quienes más lo necesitan no siempre reciben ayuda efectiva.

Impacto social y económico

La falta de hogar genera graves consecuencias sociales y económicas. Las personas sin vivienda enfrentan riesgos de salud, violencia y exclusión social. No pueden acceder con facilidad a educación, empleo o servicios médicos, lo que dificulta su integración. Esto también afecta a la economía. Aumenta los costes en salud pública, servicios de emergencia y programas sociales. Además, se pierde productividad y las ciudades enfrentan mayores desafíos en planificación y seguridad.

Aunque Europa cuenta con leyes que reconocen el derecho a una vivienda digna, la realidad demuestra que la brecha entre norma y práctica persiste. Para acabar con este problema, se necesita políticas preventivas, programas integrales y seguimiento continuo, garantizando que la vivienda deje de ser un privilegio y se convierta en un derecho tangible para todos los ciudadanos europeos.