CRISTIAN ZAMARRÓN MARTÍN | Fotografía: Pixabay |
Cada vez son más los países que ejercen violencia frente a aquellos que se manifiestan en forma de protesta.
Casi seguro que todos y cada uno de nosotros hemos acudido en alguna ocasión a cualquier tipo de protesta. Sin ir el más lejos el pasado fin de semana, el centro de la ciudad de Madrid acogió una manifestación en solidaridad con el Estado de Palestina.
Existen manifestaciones de muchos tipos, en un mismo momento se pueden dar dos manifestaciones a la vez con dos fines totalmente opuestos, por ejemplo, una manifestación a favor de la amnistía y otra en contra de esta.
Si encendemos la televisión y ponemos el telediario de cualquier canal, ya sea Telecinco, Antena 3, Televisión Española, etc, es muy probable que nos topemos con una noticia sobre una manifestación de cualquier tipo durante la emisión de este.
La protesta es un derecho de todos y cada uno de los ciudadanos residentes en un país, siempre y cuando se trate de una protesta de forma pacífica. Todos tenemos derecho a manifestarnos por una causa que consideremos justa o injusta, por estar a favor o en contra de una ley, de una norma, etc.
Si hablamos de España, la gran mayoría de las protestas son de tipo pacífico, es rara la ocasión en que en nuestro país la población salga a manifestarse de una manera violenta.
Según los datos que nos ofrece Amnistía Internacional, son más de 85 los países en los que la policía, el ejército o las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado competentes reprimen a los manifestantes de forma violenta, usando contra ellos/as materiales como porras, gases lacrimógenos, granadas, etc.
La violencia ha experimentado un aumento notable en los últimos años durante las protestas ciudadanas a lo largo de todos estos países, en algunos de ellos ya no es que se use la violencia como forma para reprimir una protesta pacífica, sino que en muchos casos el derecho de protesta esta siendo prohibido o vetado. Por ejemplo, en nuestro país vecino, Francia, se han prohibido las manifestaciones en apoyo a Palestina, lo cual supone una agresión contra los derechos humanos y un ataque hacia la libertad del país.
En estos años recientes se ha impulsado el uso de armas menos letales para reprimir a los manifestantes durante una protesta ciudadana, pero esto no es suficiente, ya que por ejemplo en España las balas de goma que usan los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se han cobrado la vida de una persona y la cantidad de 24 heridos de gravedad en los últimos 20 años, algunos de ellos con daños en el sentido de la vista, según los datos de Amnistía Internacional.
Protestas que acabaron peor de los que se esperaba:
No hay que echar la vista muy atrás para observar casos en los que se actuó de manera abusiva sobre los manifestantes en un acto de protesta.
- El 1 de mayo de 1886, los trabajadores de Estados Unidos salieron a la calle con el objetivo de conseguir que se intentase cumplir la norma de trabajar un máximo de 8 horas al día. Las fábricas de ciudades como Chicago se paralizaron. La policía actuó de manera violenta contra los manifestantes causando 6 muertos y decenas de heridos graves a lo largo de la ciudad.
- En el año 2011 miles de manifestantes salieron a protestar a las calles de la ciudad de Saná (capital de Yemen) en contra del Gobierno del país. Las protestas se saldaron con un total de 8 muertos y más de mil heridos, 20 de ellos siendo malparados de bala.
La violencia es cada vez mayor, si la policía, el ejército o las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de un país arremeten con violencia contra los manifestantes, estos responderán con más violencia. Se trata de la pescadilla que se muerde la cola. Con violencia se reprime y con violencia se responde. Esta claro que uso de la fuerza abusiva no es la solución en ningún caso.
Mientras una protesta sea actuada y controlada de manera pacífica por quienes la promueven, ningún país tiene el derecho de disolverla y mucho menos de forma violenta, aunque vaya en contra de sus intereses. La protesta no es un privilegio, es un derecho de todos/as y cada uno de nosotros/as, que no se nos olvide.