El documental ‘All the Souls’ arroja su mirada crítica sobre la explotación humana en Nepal

0
23
Adrián Arranz  | Fotografía: Pixabay

La trata de personas continúa siendo una de las heridas más profundas de Nepal, un país que convive con un contraste desgarrador entre su riqueza cultural y la vulnerabilidad cotidiana de miles de personas. Después del terremoto que asoló Nepal en 2015, la trata se ha incrementado. Cada año entre 6.000 y 12.000 mujeres y niños son presa de este oscuro mercado en Nepal. En este punto, el documental All the Souls, del director Roberto Lozano, supone una puesta en escena necesaria de lo que se oculta tras la palabra “trata”.

Nepal se ha convertido en uno de los lugares del mundo donde más personas se encuentran en riesgo de caer en la trata, especialmente mujeres y menores de zonas rurales. La explotación sexual sigue siendo uno de los destinos más frecuentes, pero no es el único. Muchas víctimas se ven obligadas a trabajos forzados, servidumbre doméstica o empleos fraudulentos en países donde acaban endeudadas, aisladas y sin acceso a protección. El precio de una niña varía de 150 a 25.000 dólares, esa es la gravedad de la situación.

En el caso de Roberto Lozano, que expuso su documental el pasado martes 11 de noviembre en la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid, el tema le conmovió cuando viajó a Nepal. Viendo el país descubrió los numerosos casos de explotación y su incremento tras el terremoto. Por eso se decidió a crear el documental. Su cámara acompaña historias reales de quienes han sufrido engaños, explotación y pérdidas. Lo hace con una cercanía que obliga al espectador a mirar de frente lo que habitualmente preferimos no ver. Con su narrativa honesta y su sensibilidad, la obra desvela lo que muchas veces se reduce a datos fríos en informes oficiales, que detrás del fenómeno hay vidas rotas e identidades fragmentadas.

La situación que atraviesa Nepal nos recuerda que el periodismo y la investigación tienen un papel fundamental en la denuncia de injusticias. Aunque sean lejanas geográficamente, deberían resultar inaceptables para cualquiera que crea en la dignidad humana. Por eso documentales como All the Souls, más allá de buscar un premio o una consonancia artística para que el visionado resulte ameno para el espectador, están ahí para mostrar una realidad de nuestro mundo. Informando y denunciando estos casos nos obligan a preguntarnos qué podemos hacer nosotros, desde aquí, para no ser espectadores pasivos. Frente a la indiferencia, el conocimiento.