Adrián Arranz | Fotografía: Humaniza (te)
La Facultad de Comercio de la Universidad de Valladolid acogió este viernes el encuentro “El impacto del arte”. Una jornada organizada por el grupo Humaniza(te) en colaboración con la UVa con el propósito de reivindicar el valor de las humanidades y el arte. La cita reunió voces del ámbito académico, artístico y literario en una tarde dedicada a explorar cómo la creación artística es capaz de desafiar al tiempo. Enlazando el arte en el pasado, presente y futuro como dice el eslogan de la organización.
El acto, presentado por varios miembros, incluyendo al presidente, de Humaniza(te), tuvo lugar a las 18:00 horas del viernes. En él hubo cuatro ponencias hablando de temas muy diferentes, pero relacionados con el arte y su pervivencia en el tiempo. Con ese punto de partida, la jornada avanzó entre las diferentes disciplinas de los ponentes, que coincidieron en la idea de que el arte no desaparece, sino que se transforma.
El primero en intervenir fue Alonso Martín, graduado en Estudios Clásicos. Analizó el mito de Aquiles en Escira a lo largo de la historia del arte y la literatura. A través de autores como Ovidio, Estacio, Dante Alighieri, Tirso de Molina o Calderón de la Barca, Martín demostró cómo una figura mitológica de la Grecia antigua sigue presente siglos después, reinterpretada según la sensibilidad de cada época. Además de las 7 obras literarias que presentó, también mostró varios cuadros conservados de la antigüedad en lugares de todo el mediterráneo. Su ponencia subrayó la capacidad del arte para conservar y reinterpretar los símbolos del pasado, adaptándolos a nuevas formas de expresión.
Desde un enfoque completamente distinto, el doctor Oswaldo Ledesma, especialista en turismo, abordó el papel del arte urbano en la revitalización de las ciudades. A través del ejemplo del proyecto Puerto Street Art, en el municipio tinerfeño de Puerto de la Cruz, explicó cómo el arte puede servir también como motor social y turístico, transformando espacios degradados en lugares de encuentro. La propuesta de Ledesma planteó una reflexión sobre la evolución del arte y su capacidad de adaptación a los lenguajes contemporáneos.

El tono cambió con la intervención de María Sotelo, doctora en Filología y poetisa vallisoletana, castronuñera concretamente, que ofreció una declamación poética. A través de versos íntimos y simbólicos, reivindicó el papel de las mujeres y de varios colectivos minoritarios en España. Uno de ellos, “La niña barro”, sobre cómo ha cambiado el papel de las mujeres desde que hace cincuenta o sesenta años las abuelas tenían que transportar el agua en cántaros sobre sus cabezas. Sotelo pone en valor la palabra como arte vivo, capaz de conectar las vivencias personales con la memoria colectiva. Su lectura poética aportó uno de los momentos más emocionantes de la jornada.
Cerró el ciclo Javier Burrieza, historiador y profesor de la Universidad de Valladolid, con una exposición sobre el patrimonio histórico-artístico de los conventos vallisoletanos. Burrieza trazó un recorrido por los edificios religiosos del casco histórico, como el Convento de las Brígidas o el Monasterio de las Salesas. Poniendo de relieve su valor arquitectónico e histórico, así como los riesgos que afrontan ante el paso del tiempo. Su intervención sirvió de recordatorio de que el arte no solo se contempla, también se conserva y se protege.

A pesar de la diversidad de temas, el encuentro “El impacto del arte” dejó una sensación común: el arte es una forma de permanencia. Desde los mitos clásicos y muros de conventos hasta los versos contemporáneos y el arte urbano, la creación artística sigue actuando como hilo conductor entre generaciones. En un momento en el que las humanidades luchan por mantener su espacio, iniciativas como la de Humaniza(te) demuestran que el arte continúa siendo un refugio y una necesidad.










