ANTONIO RUBIO MARTÍNEZ  |  Fotografía: Pixabay  |

El perfume es una novela histórica que recorre los lugares y rincones más inmundos de la Edad Media francesa. Durante nuestro recorrido a través de las páginas de esta obra conocemos la sociedad francesa, cómo es y cómo se comporta. Además, se nos muestra el oficio de la perfumería. Cómo se extrae el aroma de las flores, recogidas por temporeros italianos, y se mezcla minuciosamente hasta dar con el perfume deseado. Es posible hacerse una idea de cómo ese aristócrata, convertido en maestro perfumista, analiza el perfume para separar cada olor.

Nos encontramos en el siglo XVIII, en un mercado de pescado de París. Estamos en uno de los lugares más apestosos de la ciudad más grande de Europa en esa época. Es en este escenario donde Patrick Süskind sitúa, dos siglos después en 1985, el nacimiento de un niño capaz de reconocer, separar y almacenar en su mente todas las esencias que huele. Incluso las imperceptibles para una persona común.

Seguimos el desarrollo de una magnífica idea convertida en la historia de Jean-Baptiste Grenouille, quién pronto se da cuenta de la capacidad olfativa que posee. Un don que, a su vez, se convierte en una condena. La idea obsesiva de elaborar una esencia que eclipse a cualquier otra en el mundo lo lleva a vivir con ese único propósito.

A medida que Grenouille pasa de mano en mano de diferentes mentores, provoca desenlaces fatales a los mismos, pero nunca provocados por él. No tiene odio, se limita a obedecer con tal de aprender. El subtítulo de la obra es Historia de un asesino. Algo que nos indica como nuestro protagonista se acabará convirtiendo en un criminal debido a su obsesión.

Desde que este nace, crece y consigue sobrevivir como puede, Süskind describe al protagonista como un ser casi despreciable, ‘una garrapata’ que se aferra a la vida. Vemos a Grenouille como una criatura que no puede amar ni ser amado, que desconoce la existencia de ningún dios y es casi inmune al dolor y al miedo. Es una persona insignificante por fuera, pero con un gran plan en su interior. Un propósito que haría correr despavorido a quien lo viese, en lugar de mostrarse indiferente ante su presencia como acostumbra a hacer la gente con la que se cruza.

Sin embargo, llega un momento en el que el lector puede olvidar que nuestro perfumista acabará cometiendo algún asesinato. El autor nos mete en la vida de Grenouille, nos enseña cómo piensa, cómo vive y lo que siente. Es posible sentir incluso lástima por él, incluso llegar a comprender su comportamiento. No es hasta que su obsesión le lleva a convertirse en un homicida cuando recordamos que su historia es la de un asesino. Todo ese proceso es crucial para comprender las causas y procedimientos de su actuación.