Ainara Álvarez González | Fotografía: Pixabay |
En los últimos años, el auge de los juegos digitales ha dado lugar a un fenómeno innovador: su uso como herramienta de expresión emocional y el apoyo al tratamiento de diversos problemas psicológicos y cognitivos. Desde el tratamiento de enfermedades, como el autismo o la depresión, hasta su función como una vía para la autoexploración, los videojuegos están demostrando ser mucho más que una forma de entretenimiento.
Expresión emocional y autoexploración
Los videojuegos ofrecen un espacio único y seguro en el que los jugadores pueden expresarse emocionalmente de forma libre. A través de los personajes, las narrativas y los mundos virtuales, los usuarios tienen la oportunidad de expresar pensamientos, sentimientos y conflictos, algo que puede resultar especialmente útil para aquellos que encuentran difícil comunicar sus emociones de manera verbal.
El entorno digital brinda un espacio en el que los jugadores pueden explorar y procesar sus propios estados emocionales, ayudándoles a comprender mejor sus reacciones y a reflexionar sobre sus propias vivencias.
Mejora cognitiva
Algunos juegos digitales están diseñados para mejorar distintas funciones cognitivas, como la memoria, la atención, la toma de decisiones y el razonamiento lógico. Juegos de rompecabezas y simulaciones, por ejemplo, favorecen el desarrollo de habilidades ejecutivas del cerebro, como la planificación, la resolución de problemas y la multitarea.
Estos beneficios pueden ser particularmente útiles en personas con trastornos como el TDAH, ya que los videojuegos estimulan la capacidad de concentración y la organización mental, habilidades que también se pueden transferir a la vida diaria.
Apoyo psicológico y socialización
Lejos de la imagen tradicional del jugador aislado, los videojuegos en línea y los esports han demostrado ser una fuente importante de apoyo social, ofreciendo a los jugadores un sentimiento de pertenencia a una comunidad. Esta interacción social no solo mejora la conexión entre individuos, sino que también contribuye al desarrollo de habilidades psicológicas como la autorregulación, la competencia y la socialización, especialmente en personas más introvertidas o con dificultades para establecer vínculos en el mundo real.
Además, al enfrentar desafíos y obstáculos dentro de los juegos, los jugadores aprenden a manejar la frustración, experimentar el fracaso y trabajar en la superación personal, lo cual favorece una mentalidad de crecimiento. Este proceso puede ser particularmente útil en el tratamiento de trastornos como la depresión, la ansiedad y la baja autoestima. Los videojuegos también ofrecen distracción y alivio del estrés, creando experiencias relajantes que permiten a los jugadores desconectarse del mundo real. Por ejemplo, Animal Crossing permite disfrutar de un ambiente tranquilo y sin presión, lo que facilita la relajación y la mejora del bienestar emocional.