RAÚL FERNÁNDEZ, NICOLÁS NÚÑEZ Y JESSICA FERNÁNDEZ  |  Fotografía: Ídem  |

La idea preconcebida de los jóvenes en la actualidad está muy lejos de ser una imagen real de los mismos. Los datos hablan por sí solos, son una generación más abierta, tolerante y solidaria. El tiempo ha hecho que la forma de vida y las preocupaciones sean totalmente nuevas y todo ello en medio de una explosión tecnológica que absorbe como un tornado todo a su paso. La visibilización de muchos de los problemas a través de las redes sociales hace a los jóvenes sentirse más cercanos a ellos. La conciencia de grupo les ha hecho poder sentirse útiles para otros y les ha acercado al voluntariado.

​La principal premisa del voluntariado es que todo el mundo tiene cabida. La gran variedad de tipos de voluntariado que se pueden realizar es infinita. Cualquier persona puede encajar en  alguna y servir de ayuda. Por eso los perfiles son muy dispares y cambiantes. Cruz Roja cuenta con actividades en las que los jóvenes encajan y disfrutan. Las inquietudes o motivaciones de cada voluntario son diferentes pero todos tienen en común el sentimiento de solidaridad con los demás.

“Valoran mas tu tiempo que tu”

El voluntariado es la herramienta perfecta para conectar ese creciente sentimiento de conciencia de grupo a problemas reales. España es uno de los países que más capital humano voluntario ofrece a los países externos y las actividades nacionales son diarias. Según la Plataforma de Voluntariado de España hay en torno a unos 2’6 millones de voluntarios en el país. Los jóvenes ocupan un gran porcentaje y son un pilar fundamental de esta acción.

 

 

 

“Una vez que entras en esto, sientes que no puedes irte”

María lleva 6 años de voluntaria con solo 21 años y se ha encontrado historias de todo tipo. A lo largo de todos esos años la ley que protege estas actividades ha ido variando hasta la de nuestros días. Actualmente, la ley que se encuentra vigente es La ley 45/2015, de 14 de octubre. Ha supuesto un antes y un después para el reconocimiento y la protección de la acción voluntaria. 

María comenzó su andadura en el voluntariado, con la anterior ley,  en una recaudación de alimentos a los pies del Estadio José Zorrilla. Con solo 14 años se introdujo en proyectos de voluntariado como: «Operación Kilo” y la Carrera Ríos de Luz entre Culturas.

Su gran primer proyecto y el que le marcó de por vida fue un campamento con la asociación Red Íncola donde ayudaba a niños, normalmente inmigrantes y excluidos socialmente, con actividades escolares, juegos e incluso implicaban también a las familias para que conociesen de primer mano el problema de sus hijos.

“Acabas  y te pones a llorar, pero no porque se acabe, sino porque es muy agradecido”

A pesar de terminar bachiller y empezar la carrera de periodismo en la UVa, María no dejó de lado el voluntariado y supo organizarse. Como cuenta, el tener tanto tiempo libre le hacia no sentirse productiva y no le gustaba, por ello, siempre ha estado ligada a alguna asociación y dispuesta a seguir ayudando a los niños.

Tras 4 años de voluntariado y una gran satisfacción por ello, se seguía encontrando con preguntas y frases como: ‘¿Cuánto cobras por estar allí?’, ‘no estas cobrando nada cuando debería estar pagado’, o, ‘se están aprovechando de ti’. Pero el voluntariado va mas allá del dinero, es mostrar la otra cara, de que no solo es trabajo, sino que recibes algo a cambio. Y para realizar un voluntariado no necesitas formación o pensar que no igual no vales para ello, solo necesitas ganas.

“Ya es hora de que vayan quitando las barreras y de que se tenga en cuenta nuestra opinión”

Una de las asociaciones de voluntariado con las que colabora Cruz Roja es la Pastoral Universitaria de Valladolid. La diócesis a la que pertenece la asociación tiene un convenio con la Universidad de Valladolid por lo que los jóvenes que participan en las actividades de voluntariado tienen la posibilidad de obtener 3 créditos de libre configuración.

Mercedes Pérez y Soledad Losada son las personas a cargo de la Pastoral Universitaria. Según Mercedes la gran mayoría de los voluntarios son alumnos de Derecho, seguidos por Ingenierías y Medicina, además de algunos de Económicas. La afluencia a la que se han visto sometidas este año ha obligado a ampliar sus lugares de trabajo. ‘Cuando eran grupos más chiquitos hacíamos las formaciones aquí mismo [en la sala en la que se realiza esta entrevista], pero como este año somos más pues abajo nos prestan los salones de la catedral que son muy grandes y es donde nos estamos reuniendo este año para las reuniones’, explica Mercedes.

Para conseguir los 3 créditos que ofrece el convenio con la Universidad, se han de completar 40 horas. Dedicando tan solo una hora a la semana durante el primer cuatrimestre se realizan 20 horas teóricas, de formación; y otras 20 horas prácticas en forma de distintas acciones y proyectos de voluntariado, durante el segundo cuatrimestre del año.

Marta Holguera y Natalia Gutiérrez forman parte de la plantilla de Cruz Roja Juventud, en Valladolid. Ambas han ido asumiendo más y más galones en la asociación desde que entraran a ser voluntarias hace unos años, siendo aún menores de edad. Ambas trabajan ahora haciendo lo que un día hacían sin ningún tipo de beneficio, más allá del sentirse llenas y felices por ayudar.

En Cruz Roja Juventud lamentan que la participación de jóvenes en el voluntariado no sea la misma ahora que antes de la pandemia. Actualmente, trabajan en campañas de promoción o llamamiento para que los jóvenes conozcan la asociación, lo fácil que es ayudar y los beneficios que les puede aportar.

“Los jóvenes que vienen aquí se caracterizan por querer aportar y ayudar desde lo que quieren y pueden”

“La solidaridad es capaz de traspasar cualquier barrera”

La ambición de los jóvenes por entregarse a esta ayuda humanitaria traspasa las barreras del ámbito nacional. Aquí entran en juego los voluntariados jóvenes a nivel internacional. Muchos son los que deciden prepararse y trasladarse a otros países donde su ayuda pueda tomar un camino y un significado diferente.

Hacer un voluntariado en el extranjero conlleva un mayor tiempo de preparación que un voluntariado nacional. Es una experiencia que puede llegar a cambiarte la vida y tu forma de entenderla hasta entonces.

Existen diferentes ofertas de voluntariado para jóvenes en el extranjero:

  • Voluntariado cultural: trabaja para recuperar la cultura o historia de un país o difundirla
  • Voluntariado deportivo: favorecer la integración y aumentar el interés por las actividades deportivas
  • Voluntariado educativo: Programas de alfabetización o educación inclusiva
  • Voluntariado para la salud: Enseñar hábitos que mejoren la calidad de vida
  • Voluntariado en casos de emergencia: Ayuda en casos de desastre natural o conflicto

“Es un problema al que todo el continente le da la espalda”

Estibaliz tiene 21 años y realizó el voluntariado, que tuvo lugar en verano de 2019, en el campo de refugiados afganos de Malakasa, en Atenas. La ONG con la que colaboraron fue REMAR. Los refugiados en este campo huyen de la guerra de Afganistán, conocida hoy por la caída de Kabul a manos de los Talibanes en 2021.

‘El trabajo transcurrió bastante intenso, aunque sin trifulcas hasta la última semana en la cual tuvimos que abandonar el campo en situación de urgencia puesto que hubo una agresión por parte de uno de los refugiados a un voluntario’, declara Estíbaliz.

La duración del voluntariado fue de 3 semanas, y las actividades dentro del campo dependían de las necesidades de las familias. Principalmente había tres puestos de asignación el curto de lavadoras, la cantina y la tienda.​

“Es un punto de vista desde dentro”

Álvaro decidió irse un mes con 18 años a la ciudad de Battambang en Camboya a ejercer voluntariado. El lugar de residencia de los voluntarios fue la casa de una familia de profesores, todos ellos voluntarios también.

El enfoque de la actividad era impartir clases en el colegio de la familia mañana y tarde. El colegio y la familia ofrecían la oportunidad de vivir en primera persona la vida del país mientras ayudaban a los demás. Además, la necesidad de comunicarse con el resto les servía para practicar el idioma.

La experiencia no solo fue la satisfacción de servir de ayuda. También existían momentos de tiempo libre para conocer la cultural y los diferentes sitios de la ciudad y así, socializar y desarrollar el aprendizaje en el idioma.

La generación perdida a la que definen como vaga, egoísta y poco ambiciosa ha conseguido encontrarse a sí misma en el voluntariado. El mundo de las redes sociales ha permitido acercar la ayuda humanitaria. Cada vez son más los jóvenes que se convierten en ‘la generación encontrada’.

Este reportaje pertenece a Raúl Fernández, Nicolás Núñez y Jessica Ferández, alumnos de 3º curso del grado en Periodismo de la Universidad de Valladolid. Publicado originalmente en: La generación encontrada