ANDREA GUTIÉRREZ CORTINES  |  Fotografía: David Sánchez  |

La Fundación Joaquín Díaz reúne los últimos cinco siglos de Valladolid mediante una colección de grabados y fotografías convertidos en testigos del paso del tiempo de la ciudad del Pisuerga. ¿Qué mejor manera para dejarnos llevar por las calles de Valladolid de hace 50 o 100 años que la fotografía? Bajo el nombre de Memorias de una ciudad, el propio Joaquín Díaz, musicólogo, folclorista y patrono de la fundación que lleva su nombre, trae a la capital de Castilla y León una exposición que se presenta como un viaje a través de Valladolid.

La muestra recorre algunos de los lugares que representan o han representado a los vecinos del sitio, una reflexión sobre cómo se elevan las ciudades y sobre cómo, de esta manera, se forma la personalidad del lugar.

Entre los protagonistas de esta exhibición se encuentran la Plaza Mayor, Campo Grande, la Estación del Norte o el río Esgueva, conocidos lugares de Valladolid, a los que se suman los edificios desaparecidos de la ciudad como el Teatro Pradera o el Mercado de Portugalete.

El objetivo principal de esta exposición es, como explica el propio Joaquín Díaz, mostrar a las personas mayores la ciudad de su infancia y a los jóvenes, la evolución urbanística de la ciudad pucelana. Además, pretende enseñar imágenes poco conocidas del proceso de transformación y desarrollo de la ciudad.

La casa Revilla cuenta, como añadido, con una serie de libros, revistas y postales que complementan los grabados, ilustraciones y fotografías de la colección, la cual comienza con imágenes de 1867, bajo autoría de Jean Laurent. Estas muestran un Valladolid desconocido para muchos de los ciudadanos de Valladolid: coches tirados por caballos, farolas de gas e, incluso, el descarrilamiento del conocido ‘tren burra’ en la salida de la calle San Ildefonso. La exposición permanecerá abierta hasta el día 27 de mayo de 2018 en la Sala Municipal de Exposiciones de la Casa Revilla, con entrada gratuita.