DANIEL CABALLERO DE PAZ | Foto: Marina Lajo
La música se ha convertido en un elemento indispensable en la vida de las personas. Es parte de la cultura popular y del día a día, presente en los medios, en la publicidad, en centros comerciales, en las reuniones con amigos, en las fiestas, etc. No obstante, su verdadera importancia reside en lo que la música significa y produce en quienes la escuchan.
Esta significación es fundamentalmente de base psicológica, y arraiga mucho en lo que produce, como estímulo sonoro, sobre unas y otras personas. No obstante, se ha demostrado que escuchar canciones y música tienen otros tantos efectos más allá que la transmisión de ideas, de sentimientos, de mensajes y emociones. Es más: la exposición a esta armonía de sonidos, independientemente de los géneros que se escuchen, contribuyen a mejorar la forma en que el cuerpo responde ante el dolor, la enfermedad, y la pérdida de la memoria.
Beneficios psicológicos de escuchar música
Primero, hay que identificar que existen distintos acordes, instrumentos, velocidades y géneros que transmiten una u otra emoción. La combinación seleccionada juega un importante papel a la hora de comunicar y transmitir información, pensamientos, emociones, etc. Algunos experimentos han concluido en la idea de que la gente que utiliza determinados tipos de música rinde mucho mejor en actividades físicas de alta exigencia, o presenta mayor capacidad para concentrarse o ser más creativos.
La psicología ha tratado de explicar cuál es la relación que existe entre la escucha de diferentes géneros y la provocación de determinados estados de ánimo. Algunos de estos efectos son:
Generador de placer
Esta idea fue enunciada por Emery Schubert, músico e investigador de Nueva Gales del Sur (Australia). La música hace posible la activación de recuerdos (el factor evocador que permite anexar un recuerdo a determinados acordes o melodías). Además, libera dopamina, que es la hormona de la felicidad. Esta combinación permite que las personas se vean más preparadas para afrontar el día, mucho más optimistas y fuertes. Ello también la convierte en una fuente indispensable de relajación y ocio.
Fuente de motivación
Dado que existe un lazo unitario entre quienes escuchan música y las emociones que perciben en el momento de la escucha. Múltiples estudios que se han realizado en Universidades de Austria y Reino Unido, han concluido en el poder de la música para despertar sensaciones y recuerdos, pero especialmente en la potenciación y refuerzo de los mismos que su exposición produce. Por tanto, no es tanto su factor generador como su capacidad de reafirmación.
También se ha señalado la influencia que tiene la música sobre la motivación de las personas como una fuente de potenciación sobre habilidades como la creatividad en actividades de ocio o la comodidad en momentos de trabajo duro (especialmente deportivos).
Potenciador del optimismo y la autoestima
Según una síntesis publicada por la Secretaría de Educación de Veracruz, la música puede aplacar las emociones negativas. Dado que son evocadoras, y generan dopamina (la hormona de la felicidad), las melodías y canciones pueden combatir la procrastinación frente a determinadas actividades, y a construir una percepción más poderosa sobre el mundo, lo cual hace más llevadero el día de quien las escucha. A su vez, eleva su autoestima al hacerle partícipe de los estímulos sonoros beneficiosos y positivos.
Estimulante de la empatía
Según un estudio realizado por Sara Fernández Collado, Psicología (Universidad de Valencia), «existen sociedades sin escritura, pero ninguna sin música«. Es decir, no se puede concebir una sociedad que no se exprese a través del lenguaje melódico. Permite compartir y comunicar emociones, permite una alta implicación emotiva. Es una herramienta poderosa, cooperativa y unitaria, que permite cohesionar a todos los que la escuchan bajo el mismo sentimiento, haciéndolos partícipes de un mismo estímulo.
Cuando las personas se congregan en determinados centros de reunión social en los que se ha puesto música, se tiende a una mayor conexión con el entorno, lo que hace menos introvertidas a las personas que la escuchan en el mismo espacio y tiempo, y les permite comprenderse de forma más inmediata. Es lo que se conoce como el efecto «contagio»: la extensión de una emoción producida por la música sobre una masa de individuos reunidos.
Beneficios clínicos de la música
No solo la música ejerce beneficios sobre la psique y la percepción de la vida cotidiana, sino que también sirve como poderoso instrumento terapéutico, didáctico y analgésico. Es el valor médico que tiene la música, lo que la convierte en algo que va mucho más allá de la mera armonía de sonidos y de tonos. Algunos de estos efectos son:
Reducción del estrés y la ansiedad
Según señala Alvar Ocano en la Vanguardia. Favorece la reducción del cortisol a escala hormonal, lo cual a su vez limita las jaquecas y la migraña, sumado a la reducción de la presión arterial.
Además, es aconsejable utilizar la música como una fuente de relajación para los bebés precoces. Desde que el niño crece como feto en el útero materno, se ha demostrado que ya existe cierto rango de reacción del pequeño a los estímulos musicales y sonoros, permitiendo reducir el estrés y la agitación en etapas prematuras del desarrollo, lo que realza el carácter natural de la música.
Beneficios sobre la memoria
Dado el perfil sencillo y memorable de la música, tiene además fuerte uso pedagógico. Tanto es así, que se ha empleado como fuente de tratamientos en personas que padecen síndrome de autismo, o enfermedades como el alzhéimer o el párkinson. Investigaciones también han demostrado que la música ayuda a los niños a interactuar mucho mejor con su entorno y a desarrollar habilidades cognitivas y comunicativas desde temprana edad (además de contribuir al desarrollo de las competencias lingüísticas).
Reducción del dolor o efecto analgésico
Como se ha explicado previamente, la musicoterapia se ha empleado como una táctica efectiva en la reducción del dolor. La revista de salud y bienestar webconsultas ha destacado que los pacientes que emplean canciones o melodías agradables durante tratamientos largos (especialmente los propios del cáncer o la recuperación de una cirugía), como analgésico para la reducción del dolor. Ello, principalmente, porque permite desviar la atención del paciente del foco de dolor al estímulo sonoro.
Prevención de enfermedades
La música no solo influye sobre la mente, sino también sobre el cuerpo. La exposición a determinados tipos de música repercute sobre la forma en que el cuerpo desarrolla anticuerpos. Como es el estado anímico es el que indica al cuerpo cómo ha de sentirse, y a la inversa (recuérdese el lema mens sana in corpore sano), la música puede provocar emociones que a su vez estimulan el sistema inmunológico, haciendo a los oyentes más fuertes y resistentes frente a determinadas dolencias.
Más allá de esto, los beneficios no son solo aplicables a quienes escuchan la música, sino también a quienes la producen. Muchos artistas y compositores pretenden dar una imagen, evocar un sentimiento o despertar un recuerdo. A través del lenguaje de la composición, son libres de transmitir una u otra idea. Mediante el uso de determinados acordes, las letras, la tonalidad o la instrumentalización, tienen el poder de penetrar la conciencia de quienes la escuchan. Por no hablar del beneficio económico que reporta a sus creadores producir piezas musicales que son parte de la cultura diaria y que producen una gama tan elevada de efectos positivos.