LUIS MIGUEL GALLEGO DE LA FUENTE | Fotografía: Reporteros Sin Fronteras |
Los ataques a periodistas se han vuelto cada vez más habituales en nuestras vidas diarias, desde tirarles objetos hasta insultos que no deberían ser dichos en una sociedad civilizada. Parece ser que el informar crea disconformidad entre ciertos grupos, que en vez de respetar a la persona, prefieren humillarla hasta conseguir su objetivo de impedir que haga su trabajo.
La situación es preocupante. Hoy en día, muchos individuos creen que tienen el poder de tratar a los periodistas como objetos si no dicen lo que ellos quieren y buscan. Para ellos son como latas con las que jugar a dar patadas. Olvidan el punto importante de que son personas y tienen sentimientos, lo que significa que los actos de maldad afectan y duelen.
En Brasil el presidente Jair Bolsonaro amenazó a un canal de noticias brasileño por emitir informaciones en su contra, acusándoles de traidores e insultándoles. Algo bastante parecido pasa también en Estado Unidos donde Donald Trump cada vez que se siente atacado, acusa a los periodistas de crear fake news y de hacer un trabajo pésimo. Esto solo es la punta de un iceberg que va mucho mas allá. Hay países donde informar sobre sucesos que no gusten al gobierno o vaya en contra de ciertas empresas te puede llevar a la cárcel, con largas penas de hasta diez años. Es el ejemplo de la reportera China Huang Xueqin, detenida por el Gobierno chino a causa de informar sobre las protestas de Hong Kong y acusada de ‘causar problemas’, ha sido condenada a 10 años.
El Estado tampoco es perfecto en nuestro país, con toda la escalada de odio en una parte de Cataluña. Este conflicto deja numerosas agresiones a periodistas. Las últimas a dos reporteras que tuvieron que aguantar amenazas, insultos y agresiones físicas únicamente por hacer su trabajo: informar de la situación.

En una sociedad este tipo de acciones no se deberían permitir. Parece que la mayoría de los países han olvidado que existe algo llamado derecho a la libertad de expresión, recogido en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. No es normal que la única defensa que tienen en muchos casos sea una organización como Reporteros Sin Fronteras, la cual se encarga de interceder en su ayuda contra cualquier tipo de agresión o condena a las que hayan sido expuestos sin ningún tipo de explicación. Esta falta de seguridad es inadmisible.
Esto evoca la pregunta: ¿Hacia qué tipo de sociedad nos dirigimos? La respuesta es que hacia una muy oscura, en la que si no dices lo que el poder quiere no esperes ningún tipo de ayuda por su parte. En la que al periodista se le puede insultar por tratar de contar los hechos. En la que el negocio importa más que las personas y la información.