Red Ponzán: Anarquistas españoles en la II Guerra Mundial

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LUIS GONZÁLEZ CARPIZO  |  Fotografía:Mayela de Castro |

Los anarquistas siempre han sido los grandes olvidados de la historia. En España, el papel antifranquista de la CNT siempre ha sido sepultado por el PCE que aglutinó los cuadros de intelectuales del antifranquismo. Algo similar ocurre con los anarquistas españoles en la II Guerra Mundial

Las actuaciones españolas en la II Guerra Mundial se dieron en apoyo a ambos bandos, por un lado la infame División Azul compuesta por voluntarios que lucharon hombro con hombro con los nazis en el frente oriental europeo. Por otra parte, La Nueve tuvo un papel fundamental en la liberación de París de manos nazis. Pero es poco conocido el papel del grupo de anarquistas conocido como Red Ponzán o Grupo Ponzán

A diferencia de los anteriormente citados contendientes, el Grupo Ponzán no fue un participante bélico en el conflicto. Por el contrario, el grupo integrado por españoles, en su mayoría anarquistas, dedicó sus esfuerzos a la liberación y recogida de individuos en situaciones extremadamente problemáticas. 

Para comprender lo que representó el Grupo Ponzán hay que seguir los pasos del individuo que da nombre al grupo. Francisco Ponzán, nacido en Oviedo en 1911, se destacó desde su juventud por su espíritu rebelde. A los 14 años se decidió por estudiar magisterio y convertirse así en maestro. Fue ahí, durante sus estudios que se abrió para Ponzán el camino al anarcosindicalismo. La influencia de su profesor Ramón Acín abrió a Ponzán el camino hacia su militancia, siendo ambos partícipes de diversas protestas y movilizaciones.

El golpe de estado militar sorprendió a Ponzán en Huesca, de la cual tuvo que huir dado el control por parte del ejército sublevado. Es ahí que comienza la historia antifascista de Ponzán. Francisco Ponzán formó parte del Consejo Regional de Defensa de Aragón (CRDA). Al ser disuelto el CRDA, Ponzán se integró en el Servicio de Información del X Cuerpo del Ejército y en el Servicio de Información Especial Periférica.

Es al finalizar la Guerra Civil, tras la derrota republicana que los opositores al régimen de Franco tuvieron que exiliarse. Tal fue el caso de Francisco Ponzán. Ponzán, exiliado en Francia, decidió no quedarse de brazos cruzados. Tras escapar del campo de concentración de Vernet, Ponzán se instaló en Toulouse. Fue en Toulouse donde comenzó a reclutar un grupo de guías y pasadores cuya finalidad era la de lograr que personas escapen de España a través de los Pirineos. Es a través de esta organización que Ponzán y su equipo ayudaron a escapar de España a Francia (y en algunos casos de Francia a diversas partes del mundo). A cambio, Ponzán obtenía armas y dinero para la lucha contra Franco y el Franquismo.

En 1941, con la invasión Nazi de Francia el ya constituido Grupo Ponzán se pone al servicio del Red Pat O’Leary. Es a través de dicha colaboración que Ponzán y sus compañeros comienzan una aventura por la cual construiran una red cuyo objetivo principal era el de rescatar a los aviadores estrellados en territorio francés y conducirles a un territorio seguro. Les dotaban de ropa, comida y documentación para cruzar los Pirineos y posteriormente desde Portugal o Gibraltar reincorporarse a territorio Aliado.

La colaboración con el Red Pat O’Leary le valió a Ponzán el contacto con los servicios de inteligencia de Inglaterra, Francia y Bélgica. Esto con la finalidad de lograr aliados para su lucha antifranquista. Lo cual a su vez provocó un distanciamiento de Ponzán con el Consejo General del Movimiento Libertario en el exilio. Gracias a la actuación del grupo, alrededor de 3.000 personas fueron salvadas y un número indefinido de servicios de correo fueron puestos en marcha. 

Por desgracia, las historias heroicas no siempre tienen el final que merecen. En 1942, Ponzán fue detenido y reingresado en Vernet de donde logró escapar. Pero la alegría duró poco, el 28 de abril 1943 Ponzán fue detenido en Toulouse y puesto en manos de la Gestapo

Justo dos días antes de que los alemanes abandonaran la ciudad, Ponzán fue sacado de la cárcel y fusilado en Buzet-Sur-Tarn. Después de su ejecución, su cuerpo fue calcinado impidiendo así realizar su último deseo: “Deseo que mis restos sean trasladados un día a tierra española y enterrados en Huesca, al lado del profesor Ramón Acín”.

No solo no pudo cumplir su último deseo. A Francisco Ponzán jamás se le realizó un homenaje en su tierra, ni se le dió el reconocimiento que merecía por parte del gobierno español. A diferencia de Francia, Reino Unido o Estados Unidos cuyos gobiernos y ejércitos condecoraron a título póstumo a Ponzán. Por su parte, el Ayuntamiento de Toulouse decidió homenajear a Francisco Ponzán dedicando a este un paseo. Para el recuerdo y para la historia quedan todas las personas evadidas por el Grupo Ponzán entre las que se encuentran: militares de alta graduación, políticos, científicos, familias judías…