ALBERTO DOMINGO SÁEZ | Fotografía: Pixabay |
El papel que ejerce el periodismo se refleja, en muchas ocasiones, en consecuencias directas para los círculos de poder. Por ello, la información cobra un valor más relevante con poderosas incógnitas. Muchas veces, que la gente conozca la realidad de los hechos perjudica a los grandes de lo más alto de la pirámide, como los que desveló WikiLeaks.
El ejemplo más claro se encuentra en la expansión de la COVID-19. La poderosa y prestigiosa OMS no cumplió su verdadera función y se sabe que podía haber evitado miles de muertes y contagios. Más relevante en la historia está el caso de Julian Assange, el fundador de Wikileaks. Se trata de una página de filtraciones que logró durante años poseer titulares de medios de todo el mundo, gracias a la publicación de documentos confidenciales, que sacaron a la luz grandes escándalos políticos y financieros. Para muchos, se convirtió en símbolo de la libertad de prensa y del periodismo de investigación. Pero, para otros, como el gobierno de EE.UU., cruzó líneas rojas al publicar datos sensibles que podrían suponer ‘una amenaza a la seguridad nacional’.
Se fundó en 2006 y publicaba documentos e imágenes que generalmente filtraban fuentes no identificadas públicamente. Lo hacían el fin de revelar escándalos y casos de corrupción que se consideraban de interés público.
Según las palabras del fundador, se especializaban en ‘permitir a periodistas o informantes que han sido censurados en presentar sus materiales al público’. Su época de auge llegó con la filtración masiva de material clasificado del ejército estadounidense sobre las guerras de Afganistán e Irak. A esto se le conoce como Cablegate y se trató de la filtración de más de 700.000 documentos diplomáticos de EE.UU. El Departamento de Justicia de EE.UU. calificó como ‘una de las mayores filtraciones de información clasificada en la historia de EE.UU.’
Los documentos, que afectaban a un gran número de países, se difundieron de manera simultánea por algunos de los principales periódicos de EE.UU., Reino Unido, España, Francia o Alemania. Washington acusó a la exsoldado y analista de inteligencia del Ejército Chelsea Manning de estar detrás de estas filtraciones, que provocaron un gran escándalo en todo el mundo.
Washington sostiene que Assange ayudó a Manning a descifrar la contraseña necesaria para entrar en computadoras del departamento de Defensa, pues estaban conectadas a SIPRNet, una red del gobierno de EE.UU. que se utiliza para organizar documentos y comunicaciones clasificadas. Assange y WikiLeaks, por su parte, insisten en que la filtración ayudó a exponer crímenes de guerra basados en el lema del sitio web.
El problema de un medio independiente que es capaz de poner en jaque a un Gobierno es uno de los debates que interesan a los grandes grupos de influencia en un país. Por ello, este es el ejemplo más claro de cómo unas filtraciones pueden crear una seria inestabilidad en el país.