AINHOA ORTEGA GUTIÉRREZ | Fotografía: Wikimedia Commons
María Corina Machado, política venezolana y considerada una de las principales figuras de la oposición al chavismo, ha ganado el Nobel de la Paz por “su incansable trabajo promoviendo los derechos democráticos para el pueblo venezolano”, según las palabras del comité noruego.
Se impone de esta manera a su gran contrincante al puesto, Donald Trump. Esto puede verse como una jugada política con críticas hacia el mandato de Maduro. En un momento de máxima tensión donde a la crisis política interna se le une la presión del extranjero que amenaza su soberanía.
Es importante para ello recordar los ataques a las embarcaciones en el Caribe pertenecientes a Venezuela, poniendo como excusa su presunto vínculo con el narcotráfico, causando decenas de muertes y elevando tensiones entre ambas regiones.
Este galardón busca volver a despertar a la población mundial, que recuerden las acciones que ha tomado Machado a lo largo de los años para levantar la voz en contra de un régimen que atenta contra los derechos humanos y ve por un interés económico de unos pocos. Hay que recordar que este año Maduro se autoproclamó vencedor de unas elecciones que estaban condenadas desde el principio.
Lo que más llama la atención es que la opositora no haya abandonado el país y se haya enfrentado con resiliencia a las amenazas que el gobierno le ha dado.
El pueblo venezolano busca con este reconocimiento que se le preste atención cuando levanten la voz, cuando denuncien todo lo que se vive en el territorio y buscar un cambio efectivo y definitivo. Venezuela lleva 26 años en las garras del chavismo y su gente ha tenido que vivir cómo una región próspera y con mayor proyección en toda América Latina se iba quedando atrás en avances tecnológicos, sociales y con una moneda que ha terminado no valiendo nada.
Por lo pronto, tocará esperar los siguientes movimientos de Machado en su lucha de acabar con el chavismo en su país.










