PATRICIA FERNÁNDEZ SACRISTÁN | Fotografía: Unsplash |
Nos encontramos inmersos en un mundo de continuos cambios, una era marcada por la velocidad y la obsesión por la inmediatez. Vivimos en un entorno digital acelerado cuyas sinergias han permitido ir más allá de lo que nuestra imaginación habría podido llegar. Un mundo en el que el factor multiplicador de la tecnología ya es un millón. Quizá un mensaje de un ciudadano a través de Twitter haga cambiar el sentido del gobierno. La reflexión sería qué tipo de mensaje o qué tipo de infoxicación sufrimos.
No es posible comunicar y llegar a los lectores en un contexto en el que la actualidad no permite enfocar una perspectiva necesaria para encuadrar los hechos, donde las presiones del propio medio se materializan en un exceso de energía negativa. La rapidez de la información supera al carácter cambiante de la realidad. El ser humano se equivoca si cree que esta es la vía que deriva en el buen periodismo.
Emerge como reacción a este mal consumismo y saturación informativa lo que se conoce como Slow Journalism o periodismo lento. Un tipo de periodismo que apuesta por una información de calidad, y lo más importante, profundizada e investigada en un largo periodo de tiempo. Surge como una necesidad en el periodismo que se acaba por convertir en su propio reto, ya no se trata simplemente de informar desde la objetividad sino de captar la atención y conseguir una información que remita a los orígenes del periodismo del siglo XX: a Tom Wolfe o a Nellie Bly con ese gran periodismo de investigación.
A pesar de que parece un término nuevo, el periodismo slow no es un fenómeno reciente. Su planteamiento nace en la filosofía mediática del buen periodismo desde Azorín a Kapuscinski, quienes ya habían reivindicado un periodismo que busca la excelencia en la comunicación basándose en unos estándares que ahora mismo definen la identidad de este periodismo cocido a fuego lento. Fórmulas a aplicar por el periodista para repensar la temporalidad y desacelerar los ritmos vertiginosos de la vida moderna, fórmulas que permitan conectar con el ser humano encontrando sitio en su memoria. Es decir, ofrecer al lector, como valor añadido, un orden coherente y cargado de profundidad que le cautive y le haga repensar.
Para Gloria Rosique y Alejandro Barranquero, doctores en periodismo, los partidarios del periodismo lento son aquellos que superan el paradigma digital de actualización 24/7, reivindican un periodismo de largo formato basado en la calidad y el rigor y por último, censuran la novedad y la inmediatez dando paso a los intereses y necesidades humanas. Asimismo, se aplican todas estas técnicas que lo definen, si alguien está desinformado es porque quiere estarlo.
La revista 5W surgió en 2015 como un proyecto colaborativo a través de Verkami, una plataforma de micromecenazgo o financiación colectiva. En tan solo un año, publicaron su primera revista en formato en papel: Después de la guerra. De la misma manera, apostaron por un formato digital cargado de contenido audiovisual, con la característica de ser accesible a todo el mundo. Pero sobre todo con un contenido que se estructura con un eje hipermediático donde el reportaje multimedia es el centro de atención.
Se definen como un grupo de “periodistas ambulantes”, recuerda a los famosos mukrakers de pleno siglo XX, con ganas de pensar, escribir y fotografiar. Su objetivo principal es situar un periodismo de calidad por encima de los 140 caracteres que marcan la lectura de gran parte de la sociedad actual. Nada más y nada menos que querer escribir para los que quieren leer un poco más y de esta manera: explicar al mundo las 5W del periodismo.
El equipo “emérito” de trabajo está formado por su director, Agus Morales, quien se define como “escribidor” o mal escritor; su editora gráfica, Anna Surinyach, fotoperiodista freelance autora del documental web Éxodos; su redactora y responsable de negocio, Maribel Izcue, periodista enamorada por los viajes; su redactora y responsable de redes, Marta Arias, periodista freelance; su reportero y coordinador para África, Xavier Aldekoa, autor de Océano África; su reportero y coordinador para Asia, Igor G. Barbero, apasionado por contar con palabras lo que ve; su reportero y coordinador para Oriente Medio, Mikel Ayestaran, especializado en zonas de conflicto y autor de Gaza, cuna de mártires; su reportero y coordinador para Europa, Pablo R. Suanzes, quien nunca pensó en el periodismo; y por último, su responsable web, Quim Zudaire.
No solo estas nueve personas son el alma del proyecto, sino que está formado por una decena de colaboradores dispersa por todo el mundo. Todos ellos luchan por poner la lupa en lugares remotos, descubrir nuevos planetas, contar pequeñas historias y grandes explicaciones. 5W es una forma diferente de saber lo que pasa en el mundo. ¿Sabes lo que no son? Ruido. “5W no es ruido. Quiere ser música”, o así se definen ellos.
La revista gira en torno a la publicación de una revista al año en formato papel. Haciendo alusión al nombre, las secciones de la revista responden a esas 5W: Who, los protagonistas (entrevistas y perfiles); What, los hechos (apuntes en la libreta y seguimiento de temas de actualidad); When, el tiempo (claves para entender lo que pasa); Where, el lugar (laboratorio multimedia); y Why, la explicación (reportajes a fondo).
No solo 5W se enmarca dentro de este fenómeno, sino también entre estas “publicaciones lentas”, se enmarcan revistas como Jot Down, La Marea, Delayed Gratification o Yorokobu, entre otras.