ALEJANDRA SALAZAR PAZ  |  Fotografía: Débora Salazar  |

Marcado por las nuevas restricciones, Álvaro García (Valladolid, 1993) es uno de los muchos hosteleros desamparados de la ciudad de Valladolid. Su casa, el «Be Funky» es uno de los negocios más afectados y uno de los puntos de encuentro más comunes entre los jóvenes, donde la fiesta de cada jueves constituía un rito habitual en la normalidad prepandémica. García comenzó su aventura en el sector a los 16 años, cuando trabajaba en discotecas y pubs nocturnos. A los 24 años y tras llevar más de ocho años de experiencia a su espalda, le ofrecieron la oportunidad de abrir junto a su socia lo que hasta ahora estaba siendo su fuente de ingresos.

Pregunta. Tanto usted como su socia llevan mucho tiempo en el bar, ¿qué cosas positivas destacaría de ello?

Respuesta. Lo cierto es que hace poco hicimos los tres años en el Be Funky. De esta aventura podría destacar que hice de mi trabajo un hobby. Siempre me ha gustado, llevaba soñando con ello desde pequeño. También agradezco la oportunidad de haber conocido mucha gente y el haber crecido mucho tanto a nivel personal, como laboral. Además, he aprendido a gestionarme a mí mismo y, en consecuencia, un negocio.

P. ¿A qué se debe la decoración y el ambiente de Oriente Medio que tiene el bar?

R. La verdad es que la decoración estaba ya cuando cogimos el bar. Nos gustó tanto su apariencia, que no hicimos ningún tipo de cambio, ni reforma. Todo lo contrario, fomentamos aún más el estilo árabe. Cuidamos al máximo cada detalle; la iluminación, la fuerza de los colores, el contraste de las texturas y estampados… Además complementamos lo que ya traía con lámparas y farolillos. Para terminar de unificar todo el entorno, decidimos simular la cabina del DJ con una puerta árabe.

Cabina del DJ de Be Funky/ Fotografía: Débora Salazar
Lámparas de decoración del Be Funky/ Fotografía: Débora Salazar

P. ¿Qué tipo de clientela frecuenta el bar?

R. La verdad es que tenemos mucha suerte porque, desde que abrimos hace tres años, ha frecuentado nuestro bar mucha gente y tenemos clientes muy fieles. Los jueves se dedican más a los universitarios. Adaptamos las fiestas y sesiones de música a su gusto y lo cierto es que tienen gran acogida. A pesar de que los fines de semana también hay público universitario, la media de edad suele ser de 22 en adelante, así que ahí el género es algo más ambiguo. Sinceramente, el rango de edad bastante amplio.

P. Cuando el Gobierno decretó por primera vez el Estado de Alarma el 15 de marzo ¿qué fue lo primero que se le pasó por la cabeza?

R. Desde el primer momento estuvimos comprometidos con mirar la salud de la plantilla y de los clientes. Si a partir del sábado ya no se podía abrir, nosotros decidimos cerrar desde el viernes, nos adelantamos un día.

P. ¿Pudo abrir el bar con total ‘normalidad’ cuando Valladolid llegó a la fase 1 del plan de desescalada? Ya que, en esta fase, el Gobierno permitió el consumo en terrazas y, en la siguiente, también en el interior.

R. Nosotros no pudimos abrir porque solo teníamos la licencia de ocio nocturno. Delante de nuestro bar tenemos la plaza San Miguel, e intentamos pedir la licencia de terraza para poder abrir en Fase 1, ya que como ocio nocturno sólo nos correspondía abrir en la Fase 3. Pero, al mandar la documentación al Ayuntamiento, tardaron varios meses, hasta mediados de septiembre y ya no hacia buen tiempo. Por lo que sólo pudimos abrir entre 15 y 20 días en julio y con un aforo bastante reducido y sin pista de baile. Además, teníamos que hacer una adaptación constante, ya que durante todas las semanas cambiaban las normas respecto a la hostelería.

P. ¿De qué manera ha afectado a su vida cotidiana en todos los ámbitos el no haber podido abrir el bar?

R. Llevamos unos ocho meses sin abrir, con lo cual cada vez se está haciendo más duro no poder seguir con el negocio. A ello, se añade la incertidumbre de no saber cuándo podremos reabrir con total normalidad. Desde luego que hay muchos momentos en los que te encuentras desanimado y frustrado por lo que estamos viviendo y por la incertidumbre del futuro, pero nunca perdemos la esperanza.

P. Si tuviera la posibilidad de gestionar la pandemia con respecto al tema de la hostelería, ¿cómo lo haría? ¿Qué medidas implantaría?

R. Yo lo hubiera gestionado de otra manera, con la imposición de otras medidas. El sector de la hostelería ha sido el más perjudicado de todos. Desde el primer momento que salieron los reglamentos de reaperturas, siempre hemos estado adaptándonos. Yo lo que hubiese hecho sería castigar al bar que no cumpliera con las medidas decretadas por el Gobierno con una sanción de 1 mes o más, según la gravedad. Pero nunca hubiera usado al cierre de la hostelería como método para frenar la pandemia.

P. ¿Cree que las medidas se han ensañado en especial con la hostelería? ¿Por qué?

R. Sí, hemos sido uno de los sectores más afectados. No creo que seamos los culpables de la expansión, porque nosotros dentro de nuestros locales obligamos a cumplir con las normas decretadas por Sanidad; uso de la mascarilla y de los dosificadores de geles hidroalcóholicos que proporcionamos, además del respeto de la distancia de seguridad. Nos hemos adaptado constantemente.

P. ¿Cómo percibe el futuro de la hostelería en Valladolid?

R. La verdad es que de una manera muy triste, habrá muchos hosteleros y familias que tendrán que cerrar sus puertas. Llevamos muchos meses en el punto de mira, pero un año ya es mucho tiempo. De la hostelería vive mucha gente y preveo un panorama desolador. Aunque quiero pensar que todo esto pasará algún día y volveremos a la normalidad

Paredes del Be Funky/ Fotografía: Débora Salazar

P. ¿Cómo de afectado se ha visto en la facturación? ¿Tenía planes de futuro con respecto a seguir creciendo en este mundo? 

R. Los meses que hemos tenido el bar cerrado, nuestra facturación ha sido nula. Cuando nos dejaron abrir durante 20 días, nos bajó muchísimo la facturación, casi más de un 70%. Y sí, tenía ganas de seguir creciendo en este mundo y quería dedicarme por completo a ello, ahora esta decisión tendrá que esperar un tiempo.

P. ¿Qué es lo que más echa de menos de tener abierto el bar?

R. Lo que más echo de menos es el ‘salseo’. Con esto me refiero a la preparación del local antes de abrir cada noche y todo lo que conlleva; las reuniones con mi socia y mi plantilla,  con los proveedores… Pero sobre todo, abrir las puertas del bar y que la gente disfrute de una gran noche dentro del local.

P. ¿Cuándo cree que podrá reabrir el bar y qué miedos tiene respecto a ello?

R. No sabemos muy bien cuando vamos a poder reabrir el bar con total normalidad, o si lo vamos a llegar a abrir para el próximo año con total normalidad, tenemos la esperanza de que llegue el día de poder abrir como antes, pero no podemos poner una fecha fija. Hasta que no tengamos la doble licencia -que es la de cafetería– no podremos. Nuestra gestoría actual ha mandado la solicitud y ahora el ayuntamiento debe decidir si nos la dan o no y estamos a la espera de una respuesta.