SEMINCI
ANDREA NAVARRETE DEHOLLAIN | Fotografía: Andrea Navarrete |
La brisa, la arena, ella camina lentamente por la playa y en la lejanía se escuchan las olas del mar. Se detiene y admira una estatua de Marilyn Monroe, icono de la figura femenina norteamericana. Una mujer radiante, risueña y muy diferente a la historia de unas pequeñas niñas cuya infancia se quedó perdida en el continente asiático.
La película es Angels Wear White y está dirigida por Vivian Qu, una mujer nacida en China que también desempeña el papel de productora y escritora. Ha sido galardonada previamente en dos festivales internacionales y ahora llega con una nueva obra que busca reivindicar el papel de la mujer. No es el feminismo, no es la violencia de género, es el caso de dos niñas pequeñas que sufren de un encuentro traumático con un hombre adulto en un motel.
La pieza audiovisual busca transmitir el sufrimiento de las niñas sin necesidad de visualizar el morbo, es decir, es un perfecto ejemplo de cómo mandar un mensaje psicológico al espectador. No hay necesidad de sangre o violencia física, es más que suficiente la cara de la pequeña Wen llorando en el baño, personaje encarnado por la actriz Zhou Meijun.
Aunque carece de un recurso tan importante como la música, el hilo conductor son los planos medios, los diálogos breves y los mensajes contundentes. La niña sufre un abuso pero su examen médico se vio adulterado. Mia, una joven que no tiene permiso de trabajar, presencia este suceso y se mantiene en silencio para no perder su puesto, papel que interpreta la actriz Shi Ke.
El recurso musical, que tan poco se emplea, se convierte en necesario. No obstante, cuando se utiliza es fundamental. Mia va en su moto y suena de fondo la música mientras la brisa corre; por fin ella es libre. Con esta escena cierra la película. No es casualidad que es redonda, abre con Shi Ke y concluye de la misma manera. Aunque comienza con la estatua de la mujer rubia y el vestido volátil, termina con otro recurso, con ella paseando en la moto azul y un vestido blanco, justo al lado del camión que lleva a Marilyn Monroe.
Hay una presencia importante del uso de la tecnología en los niños, todo queda registrado con la cámara del móvil. Además, es un recurso que siempre está presente ante esta sociedad precaria en diferentes ámbitos como las instalaciones, colegios, edificios. Los escenarios de la película representan una clase social baja, y es donde reina la corrupción, los abusos y los vicios, entre otros aspectos negativos del día a día.
Los planos están grabados para hacer sentir al espectador muy cerca de la historia con planos cerrados, primeros planos, o incluso detalle. Es esencial, a nivel visual, la escena donde a Wen le hacen el examen médico. Para quien está sentado al otro lado de la pantalla, es como acompañarla en este terrorífico recorrido. Sus piernas, el estribo de la camilla ginecológica, la mascarilla del médico, cómo se aproximan a revisarla…, es una niña.
Aunque las transiciones entre escenas suelen ser bruscas, forma parte de cómo está producida la pieza. Rústica y elaborada de manera rudimentaria, la cotidianidad del día a día, el espectador comprende en qué mundo se mueven estas mujeres. La intención principal es mostrar la compleja realidad de la mujer.
Un drama que trasciende lentamente, de la productora 22 Hours Films, es un abanico de valores y sentimientos lo que presenta la directora. El lado oscuro de la sociedad se ve perfectamente ejemplificado en la película. Es la importancia de la heroína lo que Qu rescata. Porque la mujer parece estar siempre subordinada al hombre.
“No tengas miedo, solo somos tú y yo, yo confío en ti y tú en mi”.
La escena con la que se tiene que quedar el espectador es el de las niñas riendo, gritando, siendo pequeñas, siendo niñas. Y con el hecho de que Mia no sabe qué edad tiene, pero tiene claro que ella nació en verano, en la playa, con el ruido del mar y las olas.