ANA JOSÉ BRAÑA ALBILLO Y ELENA DE VEGA RAO
Fotografías: María Rosa Gómez Chaguaceda
‘El arte que vino del Norte’ es el título de un curso de formación organizado por el Centro Buendía y el Instituto de Historia Simancas dirigido tanto a los estudiantes de Grado de Historia del Arte y de Doctorado como a quienes estuvieran interesados en el tema. Las ponencias de este curso, impartidas entre el 17 al 26 de noviembre de 2015, tuvieron lugar en la Sala de Juntas de la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid, junto a una sesión extraordinaria celebrada en el Museo Nacional de Escultura. Ha estado coordinado por María José Redondo Cantera, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid, y ha contado con la colaboración de Francisco Javier Domínguez Burrieza y de Victoria Alonso Cabeza, miembros del Departamento de Historia del Arte.
Los objetivos del curso fueron plantear y analizar la aportación que, procedente de países situados al norte de los Pirineos, existe en el arte español. Este adquiere, así, una dimensión más rica al no entenderse como una creación autóctona y endogámica, sino abierto al impulso que llega de otras zonas, favorecido por una red de comercio que impulsó el transporte tanto por tierra como por mar. Gracias a los intercambios artísticos en una época en la que los viajes eran más frecuentes de lo que se imagina en la actualidad, los artistas que vinieron del Norte desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo del arte de la Corona de Castilla. Así sucedió con Felipe Bigarny, establecido en Burgos y procedente de Borgoña, o con Juan de Juni, uno de los escultores más importantes del foco vallisoletano, pero también procedente de Borgoña.
Tales aportaciones se pusieron de manifiesto en cada una de las conferencias, que corrieron a cargo de profesores y especialistas españoles, a los que se unió un profesor belga, experto en el arte flamenco que se realizó para España.
Hilario Casado Alonso, de la Universidad de Valladolid, abrió este ciclo. En su intervención se ocupó de las relaciones comerciales y culturales entre Castilla y el noroeste de Europa a finales de la Edad Media e inicios de la Edad Moderna. Las redes de comunicación establecidas -sobre todo, entre Burgos, Flandes e Italia- constituyen el cauce de este trasiego de obras y artistas a través las rutas comerciales. Todo ello favorecido por el florecimiento económico que se produjo en los siglos XV y XVI y el gran crecimiento de las ferias. A ello contribuyó también el avance de la tecnología en la agricultura y, sobre todo, en el transporte naval y terrestre.
[Hilario Casado Alonso, Didier Martens, María José Redondo Cantera y Pedro Luis Echeverría Goñi]
De la Université Libre de Bruxelles (Bélgica) se contó con Didier Martens, quien analizó el retablo flamenco que se conserva en la Colegiata de Castrojeriz (Burgos), como ejemplo de mestizaje cultural. En una capilla del citado templo se encuentra un retablo realizado en Brujas y encargado por Juan González Gallo, donde se funde una estructura española con unas tablas pintadas de estilo flamenco.
Pedro Luis Echeverría Goñi, de la Universidad del País Vasco, mostró la decisiva contribución de los maestros de la talla galos en el Renacimiento “a la francesa” en Navarra. Este modelo se plantea como alternativo al italiano e incluso al flamenco y tiene tanta presencia que, tanto en Navarra como en Aragón, abarca todas las manifestaciones artísticas.
Miguel Ángel Zalama, profesor de la Universidad de Valladolid, trató la colección de pinturas y tapices flamencos de Isabel la Católica. Revisó dos errores que persisten: el de considerar de forma aislada a Isabel la Católica como mecenas de las Artes, sin tener en cuenta a Fernando el Católico; y en segundo lugar, el de la importancia otorgada a los cuadros de esta época, olvidando del gran valor que alcanzaron los magníficos tapices de Flandes.
Procedente de la Universidad de Burgos, René Jesús Payo Hernanz habló sobre obras y artistas de procedencia nórdica en Burgos. La importación de obras artísticas se debía a mecanismos de encargo o a mecanismos de importación masiva de las ferias. Subrayó la importancia de los artistas del Norte en Burgos, como Juan de Colonia, Gil de Siloé, Felipe Bigarny o Juan de Langres.
Ramón Pérez de Castro, de Universidad de Valladolid, se ocupó de la presencia cotidiana de obras importadas de Flandes y Alemania en el patrimonio mueble de Castilla y León. Son piezas que no están en los museos, sino en las iglesias parroquiales o en conventos de clausura. Los gremios que las realizaban estaban muy bien organizados con unas reglas estrictas: todas las esculturas pasaban controles de calidad de sus materiales compositivos, y de la talla. Se les añadía una marca de control de taller.
Teresa Laguna Paul, de la Universidad de Sevilla, desarrolló el tema de las imágenes realizadas en barro cocido por escultores franceses en Sevilla. Destaca a dos artistas que son fundamentales en dos etapas distintas: la influencia y el cambio en los periodos artísticos de los siglos XV y XVI. Lorenzo Mercadante de Bretaña y Miguel Perrin, de Francia, se establecen y trabajan en Sevilla. Mientras que a Mercadante lo encontramos en las esculturas en barro cocido que se hacen en la fachada de Poniente, Miguel Perrin hizo las esculturas del cimborrio encargadas por el Cabildo y las que faltan en las portadas.
[Retablo flamenco de La Colegiata de Castrojeriz]
Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera, de la Universidad de Cantabria, se centró en el Retablo de la Virgen de Belén en Laredo como ejemplo de la llegada de obras de arte flamenco a los puertos del Cantábrico. De gran tamaño y excepcional calidad para una parroquia, no sólo es el más importante de esta época en la zona de Cantabria, sino que también es uno de los más interesantes y completos, así como de mayor riqueza iconográfica entre los existentes en España de procedencia nórdica. El profesor Aramburu-Zabala propone relacionar el retablo con la familia Velasco, que en estos momentos ejerce su influencia por estos territorios.
También procedente de la Universidad de Cantabria, Aurelio Barrón García puso de relieve la figura de Arnao de Bruselas y de otros escultores flamencos en la Rioja y en el País Vasco. Es una región en la que se encuentran numerosos artistas flamencos y franceses, probablemente por la cercanía con la frontera.
Del arte flamenco en la ciudad de Palencia y del protagonismo de los obispos se ocupó Julián Hoyos Alonso. Trabajaron varios artistas de gran relevancia como es Juan de Flandes en el Retablo Mayor de la Catedral de Palencia. Uno de grandes mecenas en esta época en Palencia fue Juan Rodríguez de Fonseca.
Irune Fiz Fuertes, de la Universidad de Valladolid, trató la influencia de los grabados germanos y flamencos en la pintura castellana aproximadamente entre 1480-1550. Se distribuyeron en España a través de las ferias de Medina del Campo y Medina de Rioseco, pero los artistas también viajaron y compraron estampas que pasaron de mano en mano. Comenzaron a hacerse cuadernos solo de grabados donde los artistas copian dichos grabados unas veces literalmente y otras escogen partes. Por eso el hablar de la historia del grabado es hablar de la historia de la pintura.
[Asistentes al curso]
María José Redondo Cantera, de la Universidad de Valladolid, planteó la aportación francesa en la escultura castellana del siglo XVI. La obra de muchos de artistas procedentes de diferentes zonas de Francia está presente en las catedrales y lugares de importancia, como el hospital de los Reyes Católicos de Santiago, donde trabaja Nicolás de Chantèrene. Hubo escultores de menor significación, como Jacques Bernal, pero con ellos también llegan los artistas de gran importancia, como Felipe Bigarny. En Zaragoza entra en contacto con Alonso Berruguete, al que se le había encargado el sepulcro de Juan de Sauvage. Juan Picardo realiza el sepulcro de don Juan Manuel para su capilla funeraria en el convento de San Pablo de Peñafiel. También sobresale Juan de Juni. En ocasiones se vieron envueltos en grandes rivalidades por conseguir los mejores encargos en las ciudades importantes.
José Ignacio Hernández Redondo, por su parte, desarrolló su intervención en el Museo Nacional de Escultura. Se ocupó de la presencia de Flandes y Alemania, a través de obras, artistas e influencias, en los fondos expuestos del Museo. Y qué mejor lugar y modo para ver de cerca estas obras. Sala tras sala analizó las obras de estos artistas o influencias en otros ya nacidos en España que se impregnaron del gusto y de la forma de hacer del arte flamenco.
María Dolores Campos Sánchez-Bordona, de la Universidad de León, desarrolló el tema ‘Impresos y grabados foráneos en los inventarios de bienes (particulares) castellanos del siglo XVI’. Es el resultado de un Proyecto de Investigación sobre inventarios particulares, a través de los que se busca la forma de vivir que tenían en los hogares. Gracias a estos inventarios podemos saber qué obras compraban y si eran originales o copias por el valor pagado en la almoneda.
El profesor José Luis Cano de Gardoqui García, de la Universidad de Valladolid, que puso fin al ciclo, se ocupó de los oficiales flamencos al servicio de Felipe II que llevaron a cabo las cubiertas las casas y palacios que el monarca decide construir durante la segunda mitad del siglo XVI en Madrid y sus alrededores. En ellos influyó el Norte de Europa en la construcción de cubiertas de pizarra, de gran pendiente, con torres rematadas por chapiteles, lo que conoció una gran difusión, sobre todo en la arquitectura madrileña. Se abandonó la cubierta de teja árabe y triunfó la cubierta empizarrada. La pizarra no era un material utilizado en España, por lo que no había oficiales que supieran trabajarla. Por este motivo, se trajeron de Flandes. Esta decisión de Felipe II supone un giro en la arquitectura española de la época, en la que se incorpora una imagen traída del Norte de Europa.
[Almudena Pérez de Tudela, María José Redondo Cantera y José Luis Cano de Gardoqui García]
[Ana José Braña Albillo, Elena de Vega Rao y María Rosa Gómez Chaguaceda forman parte de la asociación Reunart de la Universidad de Valladolid. Han colaborado con InformaUVa con una crónica de las jornadas ‘El arte que vino del Norte’, organizadas en Valladolid entre el 17 y el 26 de noviembre por el Centro Buendía y Instituto de Historia Simancas].