CLARA NUÑO GÓMEZ Y JAVIER SANZ GARCÍA
Fotografías: Clara Nuño y Javier Sanz
Son las seis de la tarde, es casi de noche, otoño, hace frío. Dos jóvenes periodistas se paran ante el bar de la cita, La Rata Escarlata, entran y se piden una caña.
Ella debe estar a punto de llegar: Beatriz Esteban, una mujer polifacética. Estudió Filología Inglesa e Hispánicas y un máster en Traducción. Se dedica a traducir videojuegos, RR.SS. El lenguaje es su herramienta de trabajo.
Es alguien que ha editado durante años el fanzine ‘Ramalazo’, que tuvo una gran acogida en el ambiente vallisoletano. Alguien que se atrevió a lanzar un ‘podcast’ feminista llamado ‘Hacia el sur del Atlántico’. Alguien que, ahora, lleva la comunicación de la candidatura Valladolid Toma la Palabra.
Una persona normal, vaya, cuyo trabajo despierta la curiosidad de los dos reporteros.
Tres cañas, la barra de un bar y una ristra de preguntas es lo que queda de ese encuentro de una tarde de otoño.
«Un ‘fanzine’ marica apto para punkies»
Para quiénes no lo conozcan, ¿qué es Ramalazo?
Ramalazo es ‘el fanzine marica apto para punkies’, que básicamente surgió de un grupo de gente que militábamos en Fundación Triángulo, el único colectivo LGTB que había por aquel entonces en Valladolid. En ese colectivo hacíamos un activismo tradicional y queríamos hacer algo desenfado, de expresión propia. Un proyecto que sirviera también para nuestros amigos, ya que a los que nos gusta la militancia pura y dura, ‘guay’, pero a otros colegas no hay quien les meta en un colectivo ni a tiros.
La gracia de esto era hacer algo atractivo para otro tipo de activismos, así que empezamos con una tirada en blanco y negro, siendo siempre nuestro objetivo que fuera gratuito porque para nosotros lo importante era que la gente se lo encontrara en los bares y leyera un ‘fanzine’ que le interesara, se preguntara si lo había escrito gente homosexual o no y se interesara de todas formas. O sea, para nosotros lo importante es que fuera gratis para llegar a la gente.
El contenido no era meramente homosexual, era para que cualquiera que lo leyera se sintiera identificado, o sea que, ¿podría ser uno de los objetivos del ‘fanzine’ mostrar una mayor visibilidad al colectivo gay vallisoletano? Dado que Valladolid es considerada gris, de derechas, cerrada… ¿Era una manera de abrir una grieta?
Nuestro objetivo era participar de esa cultura alternativa que existe en Valladolid, que a lo mejor no se conoce fuera y que, incluso, a veces, nosotros mismos la infravaloramos. Y la verdad es que está muy bien. Así que pretendíamos aportar nuestro granito de arena. El tema es libre, el ‘fanzine’ está divido en pequeños espacios y cada persona elige el suyo y ahí vuelca las inquietudes que lo atenacen en ese momento, sobre lo que quiera. Si bien es cierto que a veces se ha escrito sobre las relaciones personales y el LGTB, otras ha sido cualquier otro el tema. Incluso hemos propuesto a otros colectivos que hablaran en el ‘fanzine’.
¿Fue difícil coordinar a un grupo de personas para mantener una periodicidad en su emisión?
La primera temporada duró un año y era mensual. Lo doblábamos y repartíamos nosotros, éramos solamente un grupo de cinco o seis personas pero estábamos muy motivados, veníamos de un activismo tradicional, cosa que te da mucha disciplina y te hacer estar muy implicada. No es que fuera algo difícil, pero evidentemente es cansado. Y luego, en la segunda temporada, que ha ido desde 2008 hasta el año pasado, ya nos lo doblaban en la imprenta y, en vez de ser mensual, se lanzaba cada dos meses. Eso nos liberaba de trabajo. Ahora nos hemos tomado una pausa porque es muy trabajoso encontrar financiación y ese ha sido el principal problema del ‘fanzine’, puesto que al ser gratuito necesitas a alguien que te lo financie.
¿De qué se nutría?, ¿de subvenciones o anuncios?
Siempre hemos querido ser completamente independientes de las instituciones, sobre todo por nuestra militancia previa. Muchos colectivos sociales en época de bonanza han tenido subvenciones, pero en el momento en el que no ha habido dinero y se han sucedido los recortes, muchos de ellos se han quedado cojos y para nosotros era importante no depender de instituciones y hacer lo que quisiéramos a nivel de contenidos. Porque en el momento en que dependes de otros llega la censura. De hecho, cuando empezamos era la temporada de las pintadas de «alcalde payaso», imagínate que hubiéramos dependido del dinero del Ayuntamiento [se ríe]. En resumen, nuestra financiación venía de un pequeño espacio publicitario en la parte de atrás y con aporte de otras personas. Además, hacíamos una fiesta de presentación, temática, de cada número, que era la parte más divertida.
Se dice que vuestras fiestas temáticas causaban bastante revuelo, llamaban la atención. ¿Puedes contarnos en qué consistían, cómo presentabais el nuevo número?
Intentábamos que la fiesta tuviera que ver con la portada. Por ejemplo, en un número hicimos una ruta turística por los sitios ‘antiturísticos’ de Valladolid, los de la especulación, que aquí ha habido de sobra. Y acababa la fiesta en el Barrio España, que es el barrio abandonado por las instituciones. Hicimos una ‘paellada’ con la asociación de vecinos y unas postales de los sitios más feos de la ciudad y la gente las compraba [ríe, divertida, al recordarlo].
Eran fiestas un tanto irreverentes.
Sí, era cuestión de reírse de lo más feo de Valladolid, que acababa mostrando su lado más bonito: la colaboración entre los vecinos, el buen humor, la reivindicación… También hicimos ‘un vermú’ en Semana Santa. Construimos un altar y un confesionario. Recuerdo que el número 27 fue también muy ‘guay’, en honor a la generación de los veintisiete; ya sabes, aquellos artistas musicales que murieron a esa edad, Amy Winehouse, Jimmy Hendrix, Kurt Cobain… Nosotros teníamos la duda de si en esa edición moriríamos o no (con guasa), así que organizamos un sepelio con una ruta guiada por las esquelas de esta gente. Fue divertido.
¿Tuvisteis problemas cuando el ‘fanzine’ se hizo famoso con las instituciones o el Ayuntamiento [de Valladolid]? Alguien que considerase inadecuado vuestros contenidos y quisiera pararos los pies.
La verdad es que era un ‘fanzine’ de 500 copias y se distribuía en los bares y locales que nos gustaban. O sea, no sé hasta qué punto ha tenido incidencia y, aunque ha sido bastante crítico con el anterior Ayuntamiento, nunca nos ha llegado ningún tipo de mensaje. Lo más raro que nos ha pasado fue que nos escribió la Biblioteca de San Nicolás diciéndonos que, por ley, toda publicación está obligada a mandar una copia a la biblioteca, pero pasamos de ello. Esto es un ‘fanzine’, yo no sé hasta qué punto pensaron que esto estaba publicado oficialmente, nunca se ha vendido.
¿Qué ha sido de Ramalazo en la actualidad?
Igual que en la primera temporada hicimos un parón porque varias personas acabamos la carrera y nos tuvimos que ir fuera, como pasa siempre, esta vez ha sido por motivos laborales. Además, militamos en más cosas y, evidentemente, la campaña electoral ha supuesto un parón para alguno de nosotros, pero también lo necesitaba el propio proyecto, que ha supuesto muchísimo trabajo. A veces, hace falta parar para volver a empezar con más ilusión. Pero puedo anunciar que estamos a ver si nos reunimos y en 2016 yo creo que volveremos.
¿Resurgirá de sus cenizas?
Sí, claro, nos quedamos en el número 32 y en el 33 resucitaremos, que tenemos muchas ‘coñas’ con las religiones.
El ‘podcast’ feminista que llega a Radio 3
Querríamos preguntarte ahora sobre el feminismo y el ‘podcast’ Hacia el Sur del Atlántico. En primer lugar, saber cómo te acercaste al mundo feminista, ya que hay gente que se define como feminista, pero, sin embargo, otros afirman defender la igualdad de sexos pero que siente cierto repudio por el tema del feminismo porque ha sido muy manido, mal interpretado… y militar realmente en el feminismo debe ser algo duro. ¿Cómo fueron tus inicios?
Mi motivación fue, básicamente, que había militado en miles de cosas y nunca había tocado de una manera más directa el feminismo, no había leído demasiado sobre el tema. Entonces, para mí el ‘podcast’ comenzó como un proyecto personal de autoformación, de empezar a leer y aprender. Tuve la sensación de que había que integrar esa lucha en todas las demás y que a mí no me había dado tiempo ni a estudiarlo, ni a integrarlo y desarrollarlo.
Es verdad eso de que el feminismo tiene muy mala prensa porque vivimos en una sociedad heteropatriarcal a la que no le interesa que los oprimidos le planten cara. Para ello se han creado mitos en torno a las ‘feminazis’ o eso de que ‘el feminismo es lo mismo que el machismo pero al revés’, cuando en realidad es todo lo contrario. El feminismo lo que busca es una sociedad igualitaria que se base en otros valores que no sean la dominación. En ese sentido, ha sido para mí una militancia muy gratificante, sobre todo porque me he dado cuenta de que se puede tener un discurso anticapitalista, ecologista… muy fuerte, pero que en las relaciones personales es dónde realmente pueden aplicarse los conocimientos de feminismo y aprender de las propias relaciones en el día a día, en la calle. No es tanto un activismo teórico del que aprender, sino que lo puedes aplicar en tu rutina. Creo que es muy liberador y te cambia la vida.
¿Cómo surgió el ‘podcast’? ¿Fue creación propia o tuviste más apoyos? ¿Por qué surgió? ¿Cuándo te decidiste a crearlo? Y¿Y por qué lo llamaste Hacia el sur del Atlántico?
Digamos que la radio siempre me ha gustado, la escucho mucho. En ese momento, decidí elegir un ‘podcast’ en lugar de un ‘fanzine’ porque varios amigos tenían programas en JOCE Valladolid, en Onda Expansiva. Yo iba a sus programas a ver cómo lo hacían y me entraron ganas de crear algo propio. A parte de que me gusta mucho la música y era una manera de hablar del feminismo, de hablar sobre esos textos que yo estaba leyendo y compartir mí proceso de formación dando difusión a la música que me ‘molaba’.
Lo llamé ‘Hacia el sur del Atlántico’ porque hay una canción que me gusta mucho que repite esa frase y, así, ya tenía la sintonía hecha. Pero sobre todo, porque el feminismo me ha supuesto un viaje, ya que, generalmente, das por hecho una serie de verdades, de estructuras en tu sociedad sobre cómo tienen que ser las relaciones y, de repente, ves la luz y te das cuenta de que existe otro mundo completamente distinto. En este caso, el mundo feminista igualitario. Es, metafóricamente hablando, un viaje de Occidente a Oriente, a otro tipo de cultura, a otra sociedad perfectamente factible.
Al principio comenzaste el ‘podcast’ con la radio que has mencionado, la radio libre de JOCE Valladolid para pasar a editarlo de forma autónoma e independiente, ¿por qué cambiaste? ¿Cuál fue la motivación para pasar de un estudio ya montado a hacerlo todo por ti misma?
Es cierto que comencé en Onda Expansiva, pero aun así era yo misma quién llevaba los controles, la edición… lo hacía todo. Así que básicamente fue una cuestión de comodidad, ya que así no tenía que desplazarme hasta allí. Sobre todo por mi trabajo y mis circunstancias, ya que me resultaba muy complicado complementarme con el horario y el estudio. Es decir, era meramente práctico, me apetecía hacerlo en casa y, también, como un deseo casi vital de la autosuficiencia, de la independencia. Un ‘yo con mis medios voy a hacer lo que sea’.
De hecho, el programa transición lo hice con un móvil. Pero luego en mi casa tengo una mesa, cosa que me interesaba. Tener una mesa y unos ‘micros’ para hacer radio donde yo quisiera. Un tanto heredera de la radio ‘Ahora Soy’ del 15 M, que emite allá donde quiera con un ordenador y una mesa. Yo quería jugar a eso. Por ejemplo, en la campaña [de Valladolid Toma la Palabra] hicimos un programa de radio en Fuente Dorada y luego he estado en Murcia dando un taller, enseñándole a la gente que con pocos medios puedes hacerte oír.
Tu programa triunfó. De hecho, conseguiste que fuera emitido en Radio 3. ¿Cuál era el contenido que ofrecía? ¿Por qué crees que triunfó? ¿Cómo conseguiste irte acercando poco a poco al público?, ¿Cuál era tu ‘target’?
Inicialmente el ‘target’ eran mis colegas, no esperaba que tuviera una incidencia mayor de unas cincuenta personas.
Pero llegaste hasta Radio 3.
Sí, he ido ya unas tres o cuatro veces. El éxito ha sido sorprendente puesto que era un proceso personal. Me leía y un libro y lo contaba. Hacía programas temáticos sobre, yo que sé, mujer y bicicleta, ‘fanzines’, ecología… temas que me interesaran. Pero es verdad que en el mundo del feminismo alternativo hay un compañerismo increíble, la gente te escucha con mucho interés y le da promoción a lo que haces. Además me preocupaba de entrevistar a gente de otros programas, gente que yo admiraba, que seguía su trabajo y se generó una red importante. Creo que parte del éxito es la humildad, la falta de pretensiones, esa naturalidad, porque no tenía mayor aspiración que la de ‘era mi tiempo libre y punto’.
Lo de Radio 3 fue un regalo, es la radio que más escucho y que más me gusta y el programa que más escucho, que es coordenadas, me invitó. He participado ya varias veces con ellos, hablando del programa, pero también de cosas que hemos hecho aquí. Creo que también ha servido para poner a Valladolid en el mapa.
Les has dado un altavoz.
Sí, otra gente activista que me ha dicho: «‘Joe’, Valladolid, pensábamos que era facha y mira todo lo que se hace».
¿Cómo fue la experiencia? ¿Qué presentaste en Radio 3? ¿Cómo te abriste al resto del mundo, más allá de Valladolid?
La primera intervención fue simplemente hablar del programa, muy corta. Un día que tenían media ‘horita’ y me invitaron. Pero, para mí, el programa más importante fue hablar un día de ‘Potorrock’, que fue el festival que montamos aquí [en Valladolid], feminista. Y el mejor de todos llegó el verano pasado, cuando me invitaron a poner una hora de música interpretada por mujeres. Puse grupos que son del corte de Radio 3 y que perfectamente podrían sonar en cualquier programa, pero nunca suenan, porque la parrilla de Radio 3, como tantas otras, está atravesada por una visión masculina de hacer las cosas.
Que cada vez les nota más.
Sí [ríe], y hay gente que no tiene difusión.
¿Qué pasó con el ‘podcast’? ¿Acabó o está también en un parón?
Bueno, es verdad que me llevó muchísimo trabajo porque yo soy muy sistemática y el resultado de cada guión era el resultado de un proceso largo de ir leyendo, entrevistar a gente… y, es algo, que, como tantas otras cosas, he ido aparcando porque mi siguiente cita con el activismo ha sido una campaña electoral que ha llevado muchísimo tiempo y mucha ilusión. Tengo temas pensados y en algún momento espero volver, pero es verdad que lo hacía todo sola y creo que me apetecería hacer algo con un cierto colectivo de radio, pero ya se verá.
La comunicación en campaña electoral
Actualmente eres la coordinadora de Valladolid Toma La Palabra, ¿cómo llegaste a la candidatura? ¿Estabas afiliada a las formaciones que la componen?
No milito en ninguna formación, pero en las elecciones de 2011 Izquierda Unida [Valladolid] contactó conmigo para ir en las listas como sugerencia de algunas personas del grupo. Les ayudaba en temas de comunicación y en las asambleas, así que el paso natural era estar en esta candidatura ciudadana. Es aquí donde están mis referentes políticos, que son los concejales.
¿Crees que los partidos políticos comunican adecuadamente?
¡Uf! Creo que ahora hay más empeño, sobre todo en las candidaturas ciudadanas donde estamos gente que venimos de otros activismos. Además, se maneja otro tipo de lenguaje y, por tanto, se comunica de otra manera. En los grandes partidos, tienen periodistas y responsables de prensa y pienso que nuestro discurso es más fresco.
Es decir, crees que las candidaturas ciudadanas lo pueden hacer mejor por esa cercanía a la gente de a pie.
Bueno, no sé si esa palabra es «mejor», pero yo creo que sí porque el discurso parece más creíble y honesto. Tampoco quiero menospreciar el trabajo de los que se dedican a esto profesionalmente, pero hay gente que es voluntaria y el lenguaje se nota.
Con el ‘fanzine’, el ‘podcast’ feminista y ahora participando en Valladolid Toma La Palabra, ¿quién es tu referente comunicador del país?
¡’Wow’! ¿Del país? No sé. Sabes qué pasa, me cuesta dar una referencia nacional porque hay mucho en juego y el lenguaje es diferente y está todo muy pensado. Por eso me gusta más la política municipal y local, donde todo es más cercano y más creíble. Así que mi mayor referente aquí es María Sánchez, nuestra concejala. Creo que habla muy bien, es muy entregada a su trabajo y es bastante cercana.
Entonces, ¿a nivel nacional no dirías a nadie?
No. No me identifico con ningún líder. Sí que es verdad que tengo simpatía por Alberto Garzón, pero en general me cuesta conectar con la política a ese nivel.
¿Qué cambiarías de la política de España a nivel nacional y regional?
Aunque sea una respuesta sencilla, hacer lo contrario de lo que se hace, que es hacer política por y para las personas y no pensando en los intereses de las grandes corporaciones. Volver un poco a la esencia política, tomar decisiones que afecten a la vida de la gente con propuestas valientes y gente valiente. Otro mundo es posible [risas].
¿Cómo ha sido la campaña del partido para promocionarse?
La mayor dificultad fue que era una marca completamente nueva. Sí que es verdad que dentro había gente conocida, pero realmente la gente busca unas siglas, un logo. Teniendo en cuenta que los grandes medios nos iban a hacer un caso relativo, hemos basado la comunicación en nuestra gran fortaleza que es la cantidad de gente que hay detrás de la plataforma, además de la labor de extensión de la gente que hacía asambleas en sus barrios y asociaciones.
En definitiva, el ‘boca a boca’ entre personas.
Eso es, el ‘boca a boca’ a pie de calle y mediante redes sociales, que eran nuestro medio de comunicación, más que nada entre la gente joven. El reto estaba ahí: marca nueva, gente joven y el poco caso de los medios
Con el resultado de las elecciones, que fue bastante bueno para una formación nueva, ¿tienes más trabajo ahora que antes?
El ritmo de una campaña electoral es trepidante, así que tenemos que bajarlo un poco. El objetivo ahora es que la gente se entere de las propuestas que hacemos en el Ayuntamiento, que somos una plataforma ciudadana que trabaja en la calle y que hay muchísima gente detrás. Tampoco podemos aspirar a hacer esto siempre voluntariamente porque esto es un curro profesional y como tal hay que tratarlo. Claro que los medios son los que son.
Aparte de sacar un poco ese narcisismo que todos llevamos dentro, ¿crees que las redes sociales han dado un altavoz a la población, ya no solo con temas como el feminismo, sino con demás activismos o minorías?
Por supuesto. Internet ha permitido difundir lo que cualquiera piensa, como ocurre en mi caso con el ‘podcast’ feminista. Pero tampoco hay que quedarse en la burbuja de hablar estrictamente a tus seguidores que te pueden apoyar incondicionalmente, así que no hay que perder el pulso en la calle.