IGNACIO FORTUOSO GÓMEZ  |  Fotografía: Pixabay  |

El periodismo, en concreto, el deportivo, se ha caracterizado por una serie de deficiencias éticas que han obviado los estándares normativos de la profesión. Pero, ante todo, ¿qué significa que se hable sobre disfunciones éticas en este ámbito informativo?

Carlos Maciá-Barber, profesor titular de Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid e investigador experto en deontología periodística, trata acerca de cinco prácticas:

  1. La constante mixtura de información y opinión. Aquellos juicios de valor, de intenciones, infundados…, los cuales se mezclan con hechos, sin más, son una constante manipulación.
  2. La espectacularización y la magnificación de lo superficial. Este tema es más común cuando existe violencia verbal y/o provocación. Esto no ayuda nada a la deportividad, pero a los medios les resulta muy rentable.
  3. El estímulo del enfrentamiento, la polémica, la acusación infundada…, como criterio frecuente de lo noticioso y principal motor de la audiencia.
  4. El nulo papel de la mujer. Por un lado, en labores de responsabilidad en el diseño y en la elaboración del mensaje periodístico, y, por otro, en el protagonismo de la información.
  5. El imperio de los intereses particulares de la empresa informativa. Esto siempre se encuentra posicionado por encima del interés general o el derecho de la información.

El incumplimiento de ciertos estándares éticos en este tipo de periodismo no se aparta tanto del que suele producirse en el conjunto de la profesión.

Muchos son los medios y colectivos profesionales que a lo largo de los últimos años se han dotado de instrumentos de rendición de cuentas, como libros de estilo, defensores de la audiencia o blogs…, con el objetivo primordial de buscar soluciones y enmendar posibles faltas éticas para corresponder de la mejor manera posible el ejercicio periodístico.

Otro elemento clave son las culturas periodísticas, que difieren según los territorios y, como consecuencia de ello, permiten identificar un grado de desarrollo de instrumentos de rendición de cuentas muy dispar según se hable de unos países u otros. ¿Hasta qué punto podrían ser aplicables o emulables en España iniciativas como los códigos deontológicos específicos para este ámbito informativo que existen en Estados Unidos (APSE) o en Alemania?

«Todo puede estudiarse y adaptarse a la cultura periodística propia. Si un código específico ayuda a una mejora en el quehacer periodístico e incrementa la calidad del producto, tanto mejor. Pero han de funcionar las pautas generales, que deberían resultar suficientes por sí mismas. ¿Realmente han contribuido en esas naciones a solucionar problemas éticos y engrandecer al colectivo? Si existen pruebas que lo demuestren, entonces no hay que dudarlo», afirma el profesor de la Universidad Carlos III de Madrid.

Tampoco la figura del defensor, del lector o de la audiencia aparece en este área informativa, con la excepción del canal de televisión ESPN. Por ahora, no se plantea la existencia de un defensor del lector en línea que pudiera ejercer como el mejor moderador posible de la conversación digital y social que ya establecen medios con sus audiencias. En opinión de Maciá-Barber, esta carencia hay que hacerla extensiva al periodismo en general, donde no se ha concebido de manera adecuada en la mayoría de los casos.

Asimismo, cabe destacar los mecanismo de rendición de cuentas más recientes e innovadores que han surgido en la red, tales como blogs o los observatorios, que velan por la transmisión de contenidos periodísticos de calidad en tiempos de ruido e infoxicación (sobrecarga informativa) y contribuyen de manera constante a reabrir la reflexión y la autocrítica sobre las producciones en el sistema informativo actual.