Valladolid se viste de cine esta penúltima semana de octubre y la Universidad no iba a ser menos. El aula Mergelina (Facultad de Derecho) acoge dos clases abiertas dentro de la programación de la Seminci: una del compositor Alberto Iglesias, y otra del director Enrique Urbizu. La primera ha tenido lugar hoy.
Una sala casi llena, para tratarse de un lunes en horario de clase dentro de la facultad, esperaba las palabras de Iglesias, que llegaron en formato de pregunta-respuesta entre el director del festival, Javier Angulo, y él. Las cuestiones repasaron la biografía del compositor, que contaba cómo dejó de estudiar por estar trabajando, y posteriormente se referiría de nuevo a esto para decirle a los asistentes que deseaba que pudiesen compaginar el último año de sus estudios con estar trabajando de aquello para lo que se forman.
Alberto Iglesias empezó a escribir música en relación a una imagen en movimiento gracias a su hermano pequeño, quien con 15 años ya tenía claro que quería ser director de cine. “Esa fue mi primera escuela, en la habitación donde dormía”, contaba. También recordaba el momento en que se dio cuenta de que al levantarse por las mañanas escuchaba música, pero no aquella que tocaba de otros, sino una nueva. Habló de la relevante presencia que tiene un trasfondo musical en una escena y cómo tiene la capacidad de cambiar lo que el público percibe. A veces no se es consciente de que está ahí, pero la música juega un papel fundamental.
A la pregunta de Javier Angulo sobre cómo veía él el cine, defiende que lo hace como cualquier otro espectador, aunque si se aburre sí que se fija con más precisión en la banda.
Hubo tiempo, por supuesto, para mencionar el último largometraje de Almodóvar, para el que está trabajando en estos momentos. Se trata de una comedia que transcurre íntegramente dentro de un avión, como único espacio. “El espacio de la música no es el que se ve”, afirmaba a este respecto, al hablar de que no importa lo pequeño que sea el lugar en el que transcurren los hechos, que puede encajar bien meter una sinfónica, de igual manera que en espacios abiertos se puede usar solamente una nota para destacar la soledad del lugar: “Los contrarios funcionan mejor de lo que se cree”.
Así, un poco repaso de su filmografía con diversos directores nacionales y otro poco resaltando la importancia de la música en la pantalla, transcurrieron las dos horas de la charla, en la que el público también tuvo su turno de preguntas.
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