COVID-19 en 2022: la universidad sale de la pandemia

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SOFÍA CASASOLA HERNÁNDEZ  |  Fotografía: Pixabay  |  

A dos años del inicio de la pandemia, parece un buen momento para echar la vista atrás y hacer balance. Ver cómo ha cambiado esta enfermedad a la sociedad en general y a la comunidad de la UVa en concreto.

El 14 de marzo de 2020 quedará en la memoria colectiva como un punto de inflexión en la forma de relacionarnos, de trabajar y de ser. El inicio de una ‘nueva normalidad’ que comenzó de forma efectiva con el estado de alarma decretado por el consejo de Ministros. Una situación extraordinaria que en principio se pensó que no duraría más de quince días y aunque el estado de alarma terminó, la situación pandémica se ha alargado de manera indefinida.

La actualidad manda y con el comienzo de la guerra en Ucrania, la COVID-19 ha pasado a un segundo plano. Ese descenso a segunda en la liga de la información se debe principalmente, a las campañas de vacunación y el descenso de mortalidad a nivel mundial… Aunque China sufra el mayor rebrote desde 2020, se esté produciendo un incremento de casos a nivel global y ya se hable de una séptima ola. La pandemia no ha terminado, pero nuestro interés en ella sí.

Queramos o no, la infoxicación nos ha hecho ‘expertos’ virólogos y sabemos que aunque el virus saltara a la luz en China, se tienen registros en Barcelona desde marzo de 2019, según un estudio de las aguas residuales realizado en 2020 por la Universidad de Barcelona (UB).

La necesidad de un confinamiento masivo llevó a un parón de la economía mundial. Las calles quedaron vacías, las universidades cerradas y el silencio lo inundó todo. Excepto a las 20:00, cuando durante diez minutos nos acordábamos de los médicos y personal sanitario que luchaban contra el enemigo sin rostro en primera línea de batalla.

Ante el futuro incierto y la necesidad inmediata de continuar con las clases, las universidades españolas tuvieron que adaptar rápidamente la docencia de la última parte del curso. La Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) lanzó un comunicado el mismo día que se decretó el estado de alarma: ‘Debemos garantizar la salud de todos y todas y minimizar los perjuicios académicos. Y, por ello, es vital atender la actividad académica de forma no presencial’.

Este cambio en la modalidad de enseñanza marcó no solo el curso 2019/2020, sino que aun hoy afecta al transcurso normal de la vida académica por: el uso obligatorio de mascarillas en interiores, ventilación permanente de aulas, distribución de asientos en clases, etc.

Si bien las clases se adaptaron al formato online de la mejor forma que se pudo durante 2020, hubo otros aspectos que no se pudieron recuperar. Los seminarios, charlas, proyección de largos, mesas redondas y cursos, fueron cancelados o aplazados. Los altos números de casos positivos y muertes no invitaban a celebrar actos multitudinarios. Las defensas de TFGs fueron online y las graduaciones aplazadas hasta una mejora de la situación epidemiológica.

Profesores y alumnos tuvieron que adaptarse al modelo online. Webex o Zoom, se convirtieron en herramientas de uso diario y Among Us, en el juego del confinamiento. Llegó junio y para suerte o desdicha de los alumnos, los exámenes llegaron también, aunque en su mayoría de forma online. Los más afectados fueron los investigadores, debido al cierre de instalaciones y los futuros universitarios, que tuvieron que realizar la EBAU en unas circunstancias completamente fuera de lo ordinario y un mes más tarde de lo habitual.

Como si de un digimon se tratara, el coronavirus mutaba en variantes más contagiosas y resistentes a las vacunas, que tardaron casi un año en llegar. Digi-evolucionando tan rápido que casi nos quedamos sin alfabeto griego: Alfa, Beta, Delta, Épsilon, Ómicron…

Varias promociones de estudiantes han vivido por lo menos un año universitario durante la pandemia. Alumnos de primer curso que no han podido compartir clase con sus compañeros y se han librado de las novatadas o alumnos de cuarto que no han podido hacer prácticas externas presenciales, ni cenas de fin de carrera.

Aunque en marzo de 2022 los datos de COVID-19 sean inciertos, pero favorables, la pandemia ha traído cambios que han llegado para quedarse, como: la digitalización de nuestras universidades, el teletrabajo o la apuesta por herramientas online accesibles para toda la comunidad universitaria.