MARIA GARCIA BAUSELA | Fotografía: Pixabay |
La sexualidad es un tema que suele generar debate en todo tipo de ámbitos. Hay quienes opinan que es algo que se debe reservar para el hogar y no explicarse fuera de estas, mucho menos a niños. Esta ideología viene de la creencia de que, puede que fruto de estas enseñanzas, los más pequeños sientan curiosidad por el sexo antes de tiempo.
Este pensamiento es extremadamente erróneo, ya que educar en sexualidad es educar en ser persona. Vivimos en una época en la cual toda la información está al alcance de un clic. Por ello, si no educamos en sexualidad, al final los niños y niñas van a acabar buscando o topándose con información sexual por su cuenta. Esto es muy peligroso, ya que pueden confundir la realidad con los tópicos expuestos en la pornografía e incluso creer que ciertas relaciones tóxicas que se ven en internet son normales.
Por ello, la educación sexual desde una temprana edad es muy importante, ya que ayuda a que puedan discernir de toda la información que les llega. Esto les posibilita tomar solo la información correcta y adecuada para su salud y responsabilidad sexual. Si nos negamos a hacer esto, lo que harán los niños es aprender de lo que ven en internet y en las redes sociales y reproducir patrones muy perjudiciales para su salud y la de los demás.
Es necesario recalcar que educar en sexualidad no es solamente hablar de sexo, es hablar de cómo son nuestros cuerpos, fomentar la autoestima, conocer los cambios que se provocan con la pubertad, evitar las agresiones sexuales y normalizar temas que aún son tabú hoy en día, como los periodos menstruales. También es entender y aceptar las diferentes orientaciones sexuales, así como explicar cómo son las relaciones sexuales en estos diferentes tipos de parejas, lo cual no se suele hacer. Por supuesto, también tiene que ver con el placer, sensaciones de bienestar que todas las personas tenemos derecho a sentir. Aún en la actualidad, las mujeres sufren una fuerte represión sexual con respecto a los hombres, que viven sus interacciones sexuales con mucha más libertad.
En el pasado se han seguido modelos muy rigurosos dirigidos a la prevención de los embarazos a temprana edad y de concienciación de las enfermedades de transmisión sexual, pero esto no es suficiente. La salud sexual no se debe fomentar generando culpa o miedo, sino educando desde una prevención real. Estar ahí es fundamental, hay que demostrar a los niños y jóvenes que pueden contar con sus padres para resolver sus dudas y preocupaciones. Esto es mucho más fructífero que intentar evitar todo lo que tenga que ver con la sexualidad.
Hay muchas formas de educar en sexualidad y la gamificación es una de ellas. Esta técnica de aprendizaje traslada la mecánica de los juegos al ámbito educativo con el fin de conseguir mejores resultados. Absorber conocimientos de esta manera es mucho más sencillo para los niños porque consigue motivarlos, desarrollando un mayor compromiso e incentivando a la superación. Para ello se utilizan una serie de mecánicas mezcladas con los juegos, como recompensar a los alumnos en función de los contenidos aprendidos.
En definitiva, el juego mezclado con la educación sexual ayuda a su comprensión y fomenta una sexualidad mucho más rica, y amplia. Esto no implica que se incite a tener relaciones sexuales más pronto, de hecho, los estudios demuestran que esto ocurre al contrario. Tener educación sexual hace que los jóvenes tengan una visión mucho más rica y sana. Esto podrá evitar que cometan agresiones sexuales, y tengan relaciones sexuales perjudiciales.