CARLA SAN JOSÉ INFIESTA | Fotografía: Carla San José Infiesta |
La figura del periodista ha estado presente en el cine desde sus comienzos; y es que la combinación del cuarto poder con el séptimo arte siempre ha sido una apuesta acertada. Sin embargo, la idea que ofrece el cine sobre esta profesión hace que se mire al periodismo con unos ojos o con otros.
Las dos primeras décadas del mundo del cine mostraban al periodista como un portador de la verdad. Una persona sin miedo a investigar y perseguir la información para destapar todos los trapos sucios. Lo que decía la prensa era indiscutible, nadie ponía en duda su palabra.
Este tipo de películas reforzaban la idea de que el periodismo está al servicio de la población. De hecho, muchos cineastas apostaron por envolver al periodista en una imagen de galán, elegante y con poder, como es en el caso de las comedias Sucedió una noche (1934) de Frank Capra, e Historias de Filadelfia (1940) de George Cukor.
A partir de los años 40, la percepción que se llevaban los espectadores sobre la figura del comunicador dio un giro. Tras el estreno de Ciudadano Kane (1941) de Orson Welles, la posibilidad de utilizar la información para su propio bien, la manipulación de la opinión pública y el sensacionalismo, comenzaron a formar parte de la atmósfera que rodea al mundo de la comunicación. A pesar de la mala fama que se dio a los periodistas, esta película se considera una de las mejores obras cinematográficas de la historia.
El objetivo que tenía Orson Welles con Ciudadano Kane era enfrentar al espectador a la idea de ‘no creas todo lo que ves’. Puede que, a partir de entonces, los ciudadanos comenzaran a dudar respecto a cuánto de fiable era la información que estaban recibiendo.
Sin embargo, otras películas más actuales como Los archivos del Pentágono (2017) de Steven Spielberg, vuelven a recoger la tensión entre qué se debe publicar y qué no. Al final apuesta por la libertad de prensa para construir una sociedad que pueda elegir por sí misma, ni más ni menos que defender la democracia.
A pesar de todos los errores que ha cometido el periodismo a lo largo de la historia, no podemos olvidarnos de que el periodista siempre va a luchar por conseguir que la información sea veraz para crear una opinión pública libre.