TERESA GORDÓN CUARTERO | Fotografías: Gloria Martínez |
La Facultad de Filosofía y Letras dio espacio a la Jornada de Fotoperiodismo ante la Violencia Terrorista. Este acto estuvo organizado con la colaboración del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, la Asociación de la Prensa de Valladolid y el Colegio de Periodistas de Castilla y León. Todo giró entorno al libro Memorias del Terrorismo de España, escrito por Raúl López Romo, que acompañado de Borja Mozo Grau organizaron la Jornada. Para ellos, «detrás de una imagen hay personas que se están jugando la vida. El fotógrafo elige que debe ser resaltado y que no».
El acto se dividió en dos sesiones. La primera fue presentada por el profesor de fotoperiodismo Ismael García y explicada por Fidel Raso y Carlos García. En ella, ambos contaron su experiencia sobre trabajar como fotoperiodistas en la época de ETA.
Fidel Raso (1953) fotógrafo de Diario 16 y exjefe de fotografía de El Día de Valladolid nació en Sestao (Vizcaya). Entre sus trabajos más destacados está la narración de la Caída del Muro de Berlín, las primeras elecciones en Alemania del Este, la invasión Kuwait en la Guerra del Golfo, etc. Y sucesos con el terrorismo yihadista, el del GAL y el de ETA, a quién investigó en los años 80’. Fidel mostró a los asistentes sus mejores y más importantes fotografías, para explicar el contexto que había en aquella época. En ellas aparecían distintas situaciones como: tres balas que le había disparado un terrorista de ETA, asesinatos, atentados del GAL, reacciones de la población, estudiantes vascos observando el estallido de una bomba desde la ventana de su clase o el dibujo de una serpiente y un hacha en el patio del colegio, carnets falsos de periodistas que poseían los terroristas, meetings de radicales vascos, un atentado provocado por un ceutí que acabó con la vida de 130 civiles, etc. Para Raso «el terrorismo pone la democracia en una situación difícil y el periodista puede hacer poco», aunque también opinó que “los medios de comunicación son claves para la democracia”.
Carlos García, jefe de fotografía de El Mundo, también nació en Sestao. Para él, hacer una fotografía es contar una historia. Cuando hace una foto las emociones que puede sentir, no las deja salir hasta el momento después de haber realizado su trabajo. Recuerda la etapa de terrorismo en España «como si hubiera sido ayer». El atentado que más le afectó fue el que acabó con la vida del niño de dos años Fabio Moreno. La fotografía que realizó en aquel momento le parece el claro reflejo de lo que ocurría en aquella época: un fondo oscuro y algo terrible destacado, en este caso una prenda del menor. Carlos García piensa que “la memoria de aquella época se está olvidando, hay gente que quiere que se olvide o se distorsione la realidad”.
La segunda sesión fue presentada por María Monjas, profesora de periodismo. En este caso el tema se iba a centrar en una visión más regional, el terrorismo en Castilla y León, gracias a la participación de Ángel Ayala y Ramón Gómez.
Ángel Ayala, fotógrafo del Diario de Burgos, vivió en primera persona los atentados que tuvieron lugar en Burgos, pero habló de los cuatro que considera más importantes: el estallido de un coche bomba frente a una comisaría de policía, atentado que él mismo define como “mi bautismo de sangre de la profesión”; el secuestro de Ortega Lara, en donde sintió terror al ir al lugar donde permaneció 532 días el secuestrado; el estallido de una bomba frente la casa cuartel de la Guardia Civil, que hizo que su redacción quisiese informar y fotografiar todo, llegando a mentir a la policía para poder pasar al interior de una de las viviendas destruidas; y el asesinato de Carlos Sáenz de Tejada, en la que vivió una situación difícil pues tuvo que entrevistar a los padres del fallecido. Todo esto le lleva a pensar que “el terrorismo es terror indiscriminado donde se produce el mayor daño posible y pagan los inocentes”.
Ramón Gómez (1962), jefe de Fotografía de El Norte de Castilla, considera que “la historia de nuestro país ha estado marcada desde finales de los años 60’ por la barbarie del terrorismo de ETA”. En su opinión, «los fotoperiodistas son testigos directos de los crudos y duros hechos que ocurren diariamente. Ellos deben retratar la realidad que ocurre ante sus ojos y será entonces cuando estén haciendo bien su trabajo», explicaba Gómez. Ramón realizó un pequeño recorrido histórico en el que mostró la evolución de las primeras portadas sobre ataques terroristas hasta la actualidad, pues pretendía advertir la importancia de los recursos visuales a nivel informativo.
Al principio los periódicos preferían las fotos impactantes y explícitas, por ejemplo la portada de ABC sobre el atentado de Madrid en el que salía una niña sin piernas. A partir de este momento se pone en duda si este tipo de fotografía es un espectáculo o muestra la realidad de lo que ocurre. Las portadas del 11-S retrataban la imagen de lo que ocurrió, sin víctimas; en las del 11-M hubo portadas de cadáveres tapados, gente ayudando…; en el atentado de París un medio publicó en primera página la imagen de un herido…; en otros casos se da protagonismo a los posibles asesinos… En conclusión, «el fotoperiodista debe saber tomar decisiones».