DANIEL CABALLERO DE PAZ | Foto: Copilot Designer
La Inteligencia Artificial se ha convertido en un elemento imprescindible en el ámbito digital. Desde asistentes de texto como Chat GPT hasta tratamiento de vídeo y audio. Pero, ¿tiene límites la inteligencia artificial? O por lo menos, ¿tiene límites que podamos vislumbrar? La respuesta es que no lo parece. Una de las áreas que más se ha visto influida, reinventada y evolucionada por el uso de esta tecnología es el mundo del arte. Y por arte, nos referimos sobre todo a la pintura y la imagen, pero también a la música y a la literatura.
Inteligencia Artificial y producción de imágenes
Mirad atentamente a estos animalitos. No parece haber nada raro en ellos, ¿verdad? Pues te sorprenderá saber que esta imagen se la ha inventado una herramienta de generación de imágenes. Ello quiere decir que no existe, que ha aparecido de la nada. El nombre de esta herramienta es Bing Image Creator (Copilot Designer). ¿Cómo lo ha hecho? La generación de imágenes de forma artificial sigue el siguiente proceso:
- Se les introduce una serie de parámetros (prompts) que el algoritmo digital analiza parte por parte.
- De estos parámetros, analizados parte por parte, se registra una serie de elementos almacenados en la herramienta (ya sea en la web o previamente elaboradas por la propia IA, con sistema de autoaprendizaje incorporado).
- Una vez hecho esto, la IA «pensará» una serie de imágenes que puedan encajar con nuestra petición.
Lo más impactante es que todas ellas son imágenes exclusivas. Es decir, no hay dos imágenes iguales que haya creado un mismo programa de Inteligencia Artificial.
Ahora bien, supongamos que esta inteligencia artificial es capaz de crear cualquier cosa. Es entonces cuando tenemos la posibilidad de crear obras únicas e irrepetibles con diferentes estilos y formatos. Así, se puede llevar la producción automática de imágenes al terreno de la creación artística. Un ejemplo muy poderoso de ello es el programa de IA Midjourney. No solo es capaz de producir imágenes y gráficos mediante el uso de Inteligencia Artificial, sino que también tiene una interfaz para producir cómics. Todo ello, con especificar lo que se quiere o se busca. ¿Supone esto la muerte del arte, como muchos usuarios y autores han dado en señalar? ¿Se acabó la presencia del ser humano en el ámbito artístico?
El arte generativo y procedural
Este concepto lo acuñaron Margaret Boden y Ernest Amonds. Los orígenes de esta tecnología se remontan a los años 60. Hunde sus raíces en el uso de algoritmos y reglas preestablecidas para crear obras de arte. Emplea sistemas autónomos (no humanos) que toman diferentes decisiones sobre la creación de imágenes, prescindiendo, hasta cierto punto, de un creador humano. En todo caso, el creador debe seleccionar y elegir; por tanto, participa también en el proceso.
El principal pionero de esta tecnología fue Harold Cohen, un reconocido creador de arte mediante generación por IA. Diseñó en 1973 a Aaron, el «robot pintor». Funciona mediante IA y cuenta con una base de datos que incluye objetos, teorías de colores, herramientas y pinceles. De esta forma, Aaron es capaz de diseñar obras irrepetibles y únicas.
En sus primeros años, Aaron se enfocó en su aprendizaje. Algo así como cuando de niños comenzamos a hacer nuestros primeros garabatos. Poco a poco, Cohen fue ayudando a Aaron a dibujar y realizar obras exclusivas. Refinó su propia memoria y amplió sus conocimientos. En los años 80, ya sabía utilizar objetos 3D y pintar en color. Incluso a día de hoy, la herramienta de Cohen sigue «aprendiendo» nuevos estilos y diseños.
La importancia radica en el empleo de los algoritmos como una forma de diseñar arte, de producir mediante códigos y sistemas de aprendizaje y la introducción de mejoras constantes. Es gracias a este proceso por el que hoy en día los sistemas de IA son capaces de razonar, dibujar, y pensar por sí solos.
La Inteligencia Artificial como asistente del arte
Como ya hemos señalado, el arte mediante IA no se trata solo de prompts. Se trata de «saber entrenar» a las IA para que conciban obras de arte únicas. Un ejemplo muy relevante de ello es el de Mario Klingemann. Este artista alemán entrenó una máquina mediante algoritmos para que fuese capaz de producir retratos de personas que haya visto. El proyecto recibió el nombre «Memories of Passerby I» (Recuerdo del transeúnte I). Con gran memoria, es capaz de reproducir e imitar rostros de personas sin intervención de la mano de ninguna persona. Dejo un vídeo justo debajo por si a alguien le interesase conocer un poco más sobre este proyecto.
Lo más destacado de Klingemann es también el desarrollo de un perro robótico llamado A. I. C. C. A (Artificial Inteligence Critical Canine). Es capaz de criticar las obras de arte de museos y galerías. Observamos pues que en este terreno, la IA va un paso más allá. Ya no solo se trata de generar imágenes, también se trata de crear Inteligencias Artificiales que puedan asistir y respaldar la labor de los artistas, sin renunciar al exponente humano de su trabajo.
Por tanto, más allá de contemplar la presencia de esta tecnología en el ámbito artístico como una potencial amenaza a la cultura, también es necesario observar la capacidad que tiene para apoyar el trabajo de los creadores. En resumen: dado que podemos incorporar la IA como una aliada, una herramienta de trabajo, es posible «explorar terrenos creativos, conceptuales y estéticos desconocidos» (Google Arts and Culture). Su aparición se asemeja a «la llegada del tubo de pintura». Es una apertura a una nueva dimensión de oportunidades.
Otros terrenos artísticos donde la IA cuenta con cierto protagonismo
La Inteligencia Artificial ha ahondado también en otros terrenos relacionados con el arte: destaca por ejemplo su entrada en la Realidad Aumentada (RA) y la creación de arte interactivo. Destaca, por ejemplo, el proyecto «The Machine to Be Another«, proyecto desarrollado por BeAntoherLab. Su objetivo es permitir al usuario «experimentar la vida desde la perspectiva de otra persona». Aunque no se trata de arte como tal, resulta interesante mencionar la forma en que, a través de sistemas digitales autónomos, es posible reproducir el tacto, el color o las imágenes desde una perspectiva fresca y ajena a nosotros. Su objetivo, tal como señala la compañía en su sitio web es «aprender a pensar con perspectiva y fomentar la empatía hacia los demás».
En restauración (que consiste en la reparación de monumentos, obras de arte o arquitectónicas), la IA también ha jugado un importante papel. Cabe señalar el proyecto «Pigmento», que mediante investigación y desarrollo ha dado en emplear la inteligencia artificial de manera recurrente para restaurar obras de arte deterioradas o dañadas. De esta forma, se puede garantizar la preservación del patrimonio cultural. El proyecto, en líneas generales, ha permitido una ristra de herramientas y técnicas que permiten detectar manchas, grietas o decoloración. Mediante imágenes en alta resolución, el algoritmo procesa y analiza toda la información de manera que se puedan proponer soluciones a las áreas problemáticas.
Críticas a la presencia de la IA en el terreno del arte
En 2023, en la competición artística de Colorado State Fair, el primer premio se lo llevó una imagen producida mediante Inteligencia Artificial. Se trataba de una obra que mezclaba elementos barrocos, góticos y retrofuturistas para dar lugar a una «opera espacial» que recuerda a un escenario propio de la ciencia ficción. La obra de arte se diseñó con el programa Midjourney. Algunos usuarios de Twitter llegaron a afirmar que se estaba asistiendo a la «muerte del arte». La indignación, ante todo, venía de la ausencia del trabajo y la dedicación humanas que salva el uso, aparentemente rápido y poco costoso en términos de tiempo.
Eduardo Castillo se posiciona como defensor del uso de esta tecnología. Atribuye que existe una colaboración necesaria usuario/usuaria – máquina, que ha definido «un proceso de codiseño entre personas y agentes externos». Apunta además que nunca se había «dado identidad a estos agentes externos, como el lápiz y el Photoshop». Y concluye «es una herramienta muy grande que va a cambiar tanto la forma de dibujar como la de escribir.». En resumen, considera que la presencia de la IA en el arte, lejos de traducirse en una «muerte» inminente de la disciplina, va a seguir requiriendo de creatividad y presencia humana. Las tecnologías digitales van a servir de asistentes, pero no podrán traspasar la barrera que se les ha impuesto. No podrán hacer nada que no se les haya especificado previamente.
Límites del uso de la Inteligencia Artificial en el arte y la imagen
¿Qué ocurre cuando los usuarios hacen que la IA traspase los terrenos de lo ético? No cabe duda de que, aunque existe una amplia regulación de las aplicaciones de Inteligencia Artificial, aún queda por cubrir un importante terreno. Por desgracia, siguen produciéndose violaciones de las normas éticas en Internet, que provocan un enorme daño a creadores de contenido. Se me ocurren cuatro ejemplos de este paradigma ético que podríamos analizar:
- Cuando las herramientas de IA incurren en el plagio. Algo que esta más cerca de lo que puede parecer, ya que algunas de estas herramientas se alimentan de contenidos protegidos por copyright (Newtral). En estos casos, se ha hablado mucho -y acaloradamente- sobre si todo lo que se produce con esta herramienta pasa a pertenecer al usuario. La respuesta es no: en la práctica, las imágenes producidas son libres de uso, pero no son exclusivas del que las posee, exceptuando que así se haya reconocido o que haya participado activamente en su creación. No obstante, lo que ocurre en estos casos es que existe la posibilidad de que la IA genere contenido que está protegido, que pertenezca a otra franquicia o autor, etc.
- Cuando la generación de texto e imágenes se emplea para completar o producir obras con el estilo de otro autor sin que haya dado su consentimiento. Entramos en otro terreno del arte: la literatura. Supongo que los seguidores de Juego de Tronos estén familiarizados con su obra original, Canción de Hielo y Fuego, del estadounidense George R. R. Martin. Pues bien, el autor hubo de denunciar a un usuario de Chat GPT por completar su obra Vientos de Invierno. Es una novela en la que lleva doce años trabajando (y que no da señales de terminar, para desesperación de sus seguidores). En estos casos, hay que plantearse que parte de responsabilidad tienen las compañías que crean estas tecnologías cuando se trata de producir contenidos bajo derechos de autor con total impunidad. El propio Martin ha aseverado en varias entrevistas que la IA está «destruyendo la cultura» y se posiciona como uno de sus críticos más mordaces.
- En el terreno musical, emplear voces de cantantes sin su consentimiento. ¿Es legal? La creación de música es una función que poco a poco se ha ido extendiendo con el uso de IA con programas como Magenta, Aiva, o Amper Music. Pero también existen otras formas, no tan legítimas de producirla. El auge de herramientas de impostación de voz como FakeYou han permitido producir millones de audios con el tono de famosos y cantantes sin consecuencias aparentes. Uno de los mayores ejemplos que podemos encontrar se da con la polémica lucha del cantante puertorriqueño Bad Bunny contra el productor Flow GPT. En concreto, Flow GPT produjo, hace seis meses, una canción titulada «NostalgIA» con las voces de Justin Bieber, Daddy Yankee y el ya referido Bad Bunny. Aunque no nos queda duda alguna de que la voz del reguetonero suena mucho mejor que cualquier canción que haya hecho (ya es opinión), sigue quedando una pregunta: ¿fue ético emplear la voz de cantantes sin su permiso?
Visto esto, la única pregunta que nos queda hacernos es: ¿contribuye la IA a que el arte se expanda cada vez más y mejor y cuáles son las líneas rojas que no se deben cruzar?