DIEGO ARTIME MUÑIZ  |  Fotografía: Diego Artime

Nos llaman la Generación “Z”. Como la película. Como el libro, también; pero eso no nos pega demasiado, ¿verdad? No: puestos a compararnos con una horda de zombis, qué menos que hacer hincapié en su incultura. Después de todo, es bien sabido que la cabeza es el punto débil de casi cualquier no-muerto.

Somos Guerra Mundial Z. Brad Pitt, supongo, será Arturo Pérez-Reverte o algún desconocido gurú analógico vestido con calzoncillos de lana zurcidos a mano, que pondrá patas arriba los siete mares –definitivamente, si mi voto sirve para algo en este mundo de referéndums ilegales y democracias esperpénticas, yo optaría por el patrio autor de Alatriste y su extensa colección de sables- a la incierta búsqueda de una cura para la estulticia. El famoso botón para apagar internet, presumo.

Somos zombis de las nuevas tecnologías, nosferatus de las redes sociales, apátridas digitales que vagan sin rumbo a la espera de una nueva serie que deglutir en 24 horas, de un personaje público al que linchar en Twitter, de un drama shakesperiano entre Youtubers famosos. No estoy siendo sarcástico: lo somos. ¿Y qué?

Me levanto por las mañanas y, antes incluso de ducharme o desayunar, enciendo el ordenador. Salgo al pasillo con el móvil en la mano y me cruzo –o me choco, dependiendo de la suerte que tenga ese día- con uno de mis compañeros de piso, que se ríe a carcajadas por un vídeo que ha subido a Twitter su comentarista favorito de League of Legends. Ya en la cocina, alguien se ha dejado la Nintendo DS sobre la mesa del desayuno, entre el pan Bimbo y los cereales de marca blanca. No sabría decir cuál de los tres objetos desentona menos en esta casa de locos. De frikis locos, para ser más exactos.

Todo el día rodeados de tecnología: relojes inteligentes en las muñecas, móviles de última generación desperdigados por los pupitres de aulas con proyector y pizarra electrónica, ebooks que sustituyen a los tradicionales libros recién impresos y encuadernados con cartoné, que se huelen antes que se ven.

Somos la Generación “Z”; la de los “esclavos de la tecnología”; la de los dedos pulgares lesionados de tanto darle al Whatsapp. No quiero señalar a nadie con el índice –este, sí, en perfecto estado- pero, si eres de los que me llaman zombi con la hipocresía del que me ha contagiado el virus: GRACIAS. Ser un zombi mola.

Artículo ganador seleccionado por los alumnos de Periodismo de Opinión de 3ºA. Los alumnos debían hacer una columna de opinión con el tema ‘Retrato de mi generación’ y elegir las dos mejores de toda la clase. Actividad organizada por la profesora Pilar Sánchez-García.