INÉS MODRÓN LECUE | Fotografía: Inés Modrón Lecue |
El lenguaje es la herramienta con la que los profesionales del periodismo trabajan en su día a día. Dominarlo y cuidarlo es esencial para garantizar una buena calidad de los trabajos que realicen. En la última conferencia organizada dentro de los actos celebrados en torno al 25N en la Universidad de Valladolid, María Martín Barranco ha ofrecido a los estudiantes consejos para implementar el lenguaje inclusivo en sus escritos, de una manera precisa y adecuada.
La sesión, bautizada como ‘Ni por favor, ni por favora’ comparte título con el último libro de la ponente. Dunia Etura, profesora de Periodismo de la UVa, aseguró al comenzar que ‘el lenguaje inclusivo es sentido común’. A continuación, presentó a la autora como experta en medios de comunicación, conflictos y derechos humanos; especialista en lenguaje inclusivo e impacto de género; y profesional de la puesta en práctica de medidas de igualdad en entidades públicas y privadas.
Tras agradecer la invitación y la asistencia, María Martín Barraco aclaró que el lenguaje, entendido como ‘la capacidad que tenemos los seres humanos de comunicarnos’, no es machista. Sin embargo, sí es sexista ‘la manera en que se cristaliza el lenguaje y evoluciona a lo largo del tiempo, ya que cada lengua tiene el sexismo de las personas que la hablan’. Llamó la atención sobre el papel de las academias de la lengua en distintos países, que actúan como vigilantes, y la impregnan de su propio machismo.
‘Todo lo que hacemos para erradicar la desigualdad lo hacemos con palabras’, comentó. Por eso, es fundamentar utilizarlas como una herramienta para avanzar en la dirección deseada. Explicó que el primer foco de atención en el estudio del lenguaje inclusivo fue la exclusión de las mujeres del lenguaje, pero, posteriormente, se plantearon otros problemas como la escasa accesibilidad de algunas alternativas propuestas, por ejemplo, las que abogaban por sustituir algunas vocales que indicaban género por ‘x’ o ‘@’. Los programas de lectura automatizada no son capaces de interpretar correctamente las palabras que contienen estas fórmulas.
Al observar que, de esta manera, se excluía a otro colectivo, se trató de ampliar la mirada. Por eso, la autora quiso diferenciar entre lenguaje no sexista y lenguaje inclusivo. El primer busca evitar que las discriminaciones machistas a través de la lengua se reproduzcan, mientras que el segundo no se limita a las mujeres, sino que busca incluir a otros colectivos. Son valores independientes, por lo que puede ser sexista y no inclusivo o viceversa. María Martín Barranco considera que, de no entender esta distinción, provienen muchos errores.
‘Pérez tuvo un hermano. El hermano de Pérez murió, pero el hombre que murió nunca había tenido un hermano’. La ponente planteó esta adivinanza, cuya solución es que Pérez es una mujer. Se apoyó en ella para explicar que, por entender el ser humano como sinónimo de varón, suceden problemas como probar medicamentos en hombres, pero no en mujeres. Esto es algo que aún no es obligatorio en todos los países. Contribuye a crear un marco conceptual androcéntrico.
A continuación, explicó otra adivinanza: ‘un padre y un hijo tienen un grave accidente de coche. El padre fallece y el hijo llega muy grave al hospital. La eminencia médica que le va a operar dice que no puede hacerlo porque es su hijo’. Rápidamente, el alumnado señaló que la eminencia médica se trataba de una mujer, pero la autora quiso profundizar más. También es posible que la eminencia fuera un hombre y se tratase de una pareja homoparental. De este modo, señaló la heteronormatividad, contra la que también debe luchar el lenguaje inclusivo. Comentó que en la definición de matrimonio de la RAE, figura en una segunda acepción la posibilidad de contraer matrimonio homosexual, pero especifica que solo ‘en algunas legislaciones’, algo que no está presente en ninguna otra definición del diccionario.
Respecto a esta institución y algunas declaraciones de parte de sus componentes, María Martín Barranco manifestó que, a su juicio, ‘equiparar las normas del lenguaje a las de la democracia es, como mínimo, soberbio y, como máximo, antidemocrático’. ‘La lengua no es natural, es cultural’, añadió. Además, denunció que el diccionario se salta el orden alfabético al anteponer niño a niña, pero que la sociedad no se extraña, porque ya se ha aceptado como algo natural.
La autora explicó lo que considera que son los tres grandes problemas del lenguaje. En primer lugar, la invisibilización o ‘aniquilación simbólica’, que se produce generalmente al utilizar el masculino genérico y no mencionar a las mujeres. También, la jerarquización o subordinación, que es esa forma de la gramática nombrar por delante siempre al masculino. Por último, ‘la perpetuación del marco conceptual hegemónico’, que impide pensar más allá.
Ante la crítica al lenguaje inclusivo argumentada según ‘la economía del lenguaje’, la autora se posiciona claramente. Considera que únicamente se utiliza este concepto para atacar el lenguaje inclusivo. ‘No es ninguna norma de la lengua, es un nombre que se puso a la tendencia natural a quitar letras y juntar palabras. Cuando en Andalucía hacemos eso, la academia nos dice que está mal’, añadió. Explicó también que nadie habla de economía del lenguaje cuando se oyen expresiones como ‘subir hacia arriba’ o ‘precipitaciones en forma de nieve’, en lugar de, simplemente, subir y nevar.
Para terminar, María Martín Barranco ofreció una serie de consejos para incorporar a la rutina periodística y la vida personal el lenguaje inclusivo
- Hay que prestar atención al orden. Se debe evitar desdoblar todo el rato y utilizar únicamente cuando es necesario, pero, si se hace, no es conveniente nombrar siempre al masculino primero.
- Si la palabra es común en cuanto al género, como ‘periodista’, en muchas ocasiones basta con eliminar el artículo para que sea inclusivo.
- Es necesario nombrar a referentes femeninos y evitar hacerlo con relación a un hombre: ‘mujer de’.
- Se debe tratar de manera simétrica. En un mismo texto, ellas no pueden ser ‘azafatas’ y ellos ‘auxiliares de vuelo’.
- Si la palabra es femenina, no hace falta especificar que son mujeres, por ejemplo, en ‘mujeres abogadas’. Esto sería una aposición redundante.
- No es necesario decir ‘buenas tardes a todos y a todas’, con ‘buenas tardes’ es suficiente para incluir a todo el mundo. Lo mismo sucede con ‘vosotras y vosotros’, se pueden omitir y comenzar directamente con el verbo.
- Es conveniente evitar hablar de ‘la mujer’, para referirse a ‘las mujeres’. Se conoce como ‘similar alegorizante’ y hace que se piense en una entidad abstracta.
- Hay que tener cuidado con las ‘x’, los asteriscos y demás fórmulas, ya que no todo el mundo puede interpretarlos.