Luis González Carpizo | fotografía: Pixabay
A Pedro Castillo se le ponía la situación complicada. Una tercera moción de vacancia en su primer año y medio de mandato ponía al presidente peruano contra las cuerdas. Este, en un arrebato de autoritarismo decidió disolver el parlamento y decretar un gobierno de excepción.
La idea de Castillo era convocar unas cortes constituyentes con potestad para redactar una nueva constitución. En el proceso, Pedro Castillo gobernaría a través de decretos leyes emitidos por parte del poder ejecutivo anulando así el poder legislativo por un periodo de tiempo.
El mandatario peruano careció de apoyos incluso entre su propio partido desde el comienzo de la legislatura. Por lo cual no sorprende que desde agosto hasta aquí el congreso desaprobó tres decisiones del presidente. En agosto el congreso negó a Castillo acudir a la toma de posesión de Gustavo Petro. En octubre solicitó ir al Vaticano con la finalidad de visitar al Papa, también denegado. Por último, en noviembre se le negó la posibilidad de viajar a México para recibir la presidencia de la cumbre del Pacifico.
Nos encontramos entonces ante un congreso que deniega las propuestas presidenciales y mantiene cautivo al presidente. Esto en un país en el que reina la polarización política. Por tanto, quizá la jugada de Castillo, más que un “golpe de estado en marcha” como lo calificó la oposición, era un intento a la desesperada de mantener el poder por parte de un mandatario que vislumbra el ocaso de su legislatura.
Lo sorprendente de todo esto es que para los peruanos no es sorprendente. Perú atraviesa desde 2016 una fuerte crisis política. En los últimos seis años, seis presidentes han pasado por la Casa de Pizarro (así es como se denomina al palacio presidencial equivalente a la Moncloa en España).
Y si bien el periodo de inestabilidad puede comprenderse entre 2016 y la actualidad, los antecedentes nos hacen remontarnos a 1990 con la llegada al poder de Alberto Fujimori (padre de Keiko Fujimori, líder de la oposición). Fujimori en 1992 emprendió un autogolpe de estado (similar a lo ocurrido hace unos días). Este decidió cerrar el congreso con el pretexto de que no contaba con una mayoría que le permitiera la gobernabilidad. Tras esto, Fujimori disolvió el Congreso, intervino en el Poder Judicial, el Consejo Nacional de la Magistratura, el Tribunal de Garantías Constitucionales, el Ministerio Público y la Contraloría General de la República.
En 1993, Fujimori llevó ante los peruanos un nuevo texto constitucional al cual el pueblo dio el visto bueno. A partir de ahí la inestabilidad era algo patente en el país. En el año 2000 el mismo congreso se tomó la revancha desalojando a Fujimori acusado de corrupción.
Regresando a 2016, Pedro Pablo Kuczynski llegaba a la presidencia con un marcado carácter tecnocrático. Este se presentaba como un gobierno con capacidad para devolver al país a los índices de desarrollo que proyectaban los organismos internacionales. Este acabaría su mandato ese mismo año debido a que se destapó la trama de corrupción Lava Jato.
Tras la renuncia de Kuczynski, en 2018 tomaba posesión del cargo el Vicepresidente Martín Vizcarra. Al año siguiente anunciaba la disolución de las cortes. Tras la renuncia de Martín Vizcarra el presidente del Congreso, Merino, tomó posesión del cargo. Una serie de protestas acabarían con el cese de Merino.
Tras el fracaso de Merino el Congreso eligió a Sagasti el cual tuvo como objetivo la convocatoria temprana de elecciones en 2021. Dichas elecciones dieron como resultado la victoria de Pedro Castillo, lo cual nos lleva al final de nuestra historia.
Castillo intentó disolver el Congreso, pero esta institución no acató la orden. Por el contrario, el Congreso desaprobó al Presidente por ‘incapacidad moral‘. Por otra parte, desde el Tribunal Constitucional se ordenó a las Fuerzas Armadas a ‘restablecer el orden‘. Lo cual acabó con la detención del ya expresidente.
Esto ponía punto final a la tensa relación de Castillo con el Congreso. Hicieron falta tres mociones de vacancia pero el Congreso se salió con la suya. No lo lograron en noviembre de 2021 con la primera moción a raíz de la acusación de corrupción en la petrolera estatal Petroperú. Tampoco en marzo de 2022. Pero finalmente a la tercera fue la vencida.
Como debe ser, toda historia de ascenso y caída tiene un final que constituye el comienzo de otra historia. En este caso, la Vicepresidenta Dina Boluarte tomó posesión del cargo de Presidenta. Convirtiéndose así en la primera mujer en ponerse al frente del ejecutivo en Perú. Boluarte ha jurado el cargo para finalizar la legislatura que en caso de agotarla finalizaría en 2026 (aunque ha anunciado que en 2024 convocará elecciones anticipadas). La duda está en si Boluarte logrará la estabilidad necesaria o por el contrario acabará su mandato como Martín Vizcarra.
Mientras Pedro Castillo aporta un anexo a su historia de caída alegando no recordar el mensaje a la nación. Esto porque según Castillo podría haber sido drogado, por lo cual pide que se le realice una prueba toxicológica.