ANTONIO RUBIO MARTÍNEZ | Fotografía: Antonio Rubio |
‘MAX’ es un acrónimo que Delibes utilizaba como firma cuando comenzó su noviazgo con Ángeles de Castro. La ‘M’ de Miguel, la ‘A’ de Ángeles y la ‘X’ de la incógnita que suponía el futuro que le depararía a la pareja, lo que el mismo autor describió como ‘una manera romántica y juvenil de firmar’. Por eso el título del documental sobre Miguel Delibes, su mujer Ángeles de Castro y sus descendientes, algunos de los cuales estuvieron presentes en la proyección.
La X de MAX se ha proyectado el sábado 26 de octubre en el Teatro Zorrilla con motivo de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Un largometraje de Radio Televisión Española dirigido por Gemma Soriano y Manel Larranz, en el que testimonios de Delibes son una pieza clave, ya que se presentan en forma de cartas, manuscritos y grabaciones. También priman las entrevistas a los familiares: al director del Instituto Cervantes, Luis García Montero. Incluso, aparece José Sacristán en varios fragmentos de su representación de la obra Mujer de rojo sobre fondo gris.
El acto comenzó con una breve presentación por parte de los directores. Manel Larranz y Gemma Soriano dieron agradecimientos a la familia Delibes-de Castro y a la Fundación Miguel Delibes. ‘Nos dieron hasta las llaves de su casa en Sedano’, añadía Gemma. También expresaron su temor por venir a Valladolid para hablar sobre la vida del mismo Delibes. Después de algunos agradecimientos y anécdotas sobre la filmación del documental, se dio comienzo a la proyección.
Se muestra la faceta más personal del escritor vallisoletano, depresivo por naturaleza. Un hombre enamorado de la escritura, de la caza, de su mujer y de Valladolid. Un escritor que de chico no era muy aficionado a la lectura. Un licenciado en comercio, catedrático en Derecho Mercantil, profesor, caricaturista, periodista y posible director de El País, cargo que rechazó por miedo a dejar su amada ciudad. Delibes decía de su esposa que era ‘una mujer real’ que ‘con su sola presencia aliviaba la pesadumbre de vivir’. Ella despertó su curiosidad y fue su principal inspiración. Con veinte años comenzó como redactor en El Norte de Castilla. Según él, trabajar en un periódico de provincia es la verdadera escuela de Periodismo, ya que le tocaba desempeñar todo tipo de tareas.
Delibes tenía ‘una idea obsesiva y prematura de la muerte‘ que le impulsó a comenzar a escribir. Al principio optó por emplear un lenguaje más estético, pero al ver que esto fracasaba comenzó a escribir tal y como hablaba. Puso por escrito cosas que no podía redactar en el periódico, con lo que obtuvo más éxito. A partir de ahí, comenzó a ver la vida con ojos de novelista. Amaba el medio rural y le gustaba plasmar una imagen fiel de este, ya que sentía una gran sensibilidad por los seres marginales de los pueblos. Cuando algo le inspiraba para escribir una novela, estudiaba el medio para hacerla lo mejor posible: aprendía palabras nuevas o hablaba con personas que más tarde protagonizarían sus manuscritos. Durante un viaje, el escritor pidió a Ángeles que apuntara ‘todo lo que sonase raro’ mientras un hombre hablaba, para aprender palabras propias de ese lugar y de su nivel educativo. Añoraba la vida rural similar a la descrita en El disputado voto del Sr. Cayo, a partir del que afirmó que ‘ya no quedan señores Cayo’.
Cuando falleció Ángeles (1974) a los cincuenta años, el escritor perdió a su musa y, con ella, la felicidad. Sus hijas dicen que había días en los que no querían volver a casa del colegio. El ambiente era frío y triste. La casa estaba a oscuras por las persianas bajadas sin ninguna muestra de felicidad.
Miguel Delibes admiraba a Rafael Sánchez Ferlosio, ya que consideraba a El Jarama la novela que mejor reflejaba la realidad. Otros de sus ídolos eran Francisco Umbral y Josep Pla. Además, era amigo de Camilo José Cela, por lo que se alegró cuando le otorgaron a este el Premio Nobel de Literatura en 1989. Aunque este galardón no le quitaba el sueño, le molestó que hiciesen a Cela Cartero de Honor, ya que concedía el privilegio de enviar correspondencia sin necesidad de utilizar sellos. Delibes consideraba que se lo merecía más porque enviaba más cartas. Cuando le concedieron en 1994 el Premio Cervantes, El País calificó el discurso de Delibes como el más bello jamás escrito.
En 1941, el escritor veraneaba en la localidad cántabra de Mollado. A 94 kilómetros de allí, se encontraba Ángeles en el municipio burgalés de Sedano. Delibes no tenía dinero para viajar, así que recorría ese trayecto en bicicleta. Por eso, su familia organiza la Clásica Delibes cada año, una marcha ciclista para conmemorar ese romántico viaje. Los participantes siguen a pedal el mismo trayecto que recorría el escritor, parando en un bar a merendar huevos fritos como hacía él. En La X de Max se ve a la familia brindando en su casa de Sedano mientras corean ‘La X somos todos‘.
Una vez finalizada la proyección, Gemma Soriano, Manel Arranz y Gerard Gual, compositor de la banda sonora del documental, procedieron a contestar a algunas preguntas. Afirmaron que Miguel Delibes siempre será merecedor de un documental y mostraron su agradecimiento hacia Delibes de Castro por haber trabajado juntos. Además, revelaron que algunas escenas se eliminaron por temas de metraje, por ejemplo, una en la que se mostraba el manuscrito original de Mujer de rojo sobre fondo gris, donde se veía un lenguaje descarnado de un hombre que acababa de perder al amor de su vida. También subió al escenario un bisnieto de Delibes que hizo alguna pregunta. No descartan que el documental se utilice como medio de divulgación en colegios e institutos. Uno de los asistentes opinó que acaban de ver ‘un documental con mucha humildad’.